“¡Jesucristo resucitado! ¡Resucitará Ucrania!”

Imágenes de fieles en una iglesia ortodoxa
Imágenes de fieles en una iglesia ortodoxa
Olha Kosova
Imágenes de fieles en una iglesia ortodoxa

La Semana Santa ortodoxa —que se celebra una semana después de la católica— siempre fue una de las fiestas más importantes en Ucrania. Los nacionalistas del oeste del país en las décadas de los años 40 y 50 la celebraban con la máxima piedad: preparaban platos tradicionales y enviaban postales a sus familiares y compañeros. Para ellos, estos días tenían un simbolismo muy importante encarnado en el saludo que se dirigían entre ellos: "¡Jesucristo ha resucitado! ¡Resucitará Ucrania!"

Muchos años de comunismo y anticlericalismo forzados por la Unión Soviética han provocado que muchas de esas tradiciones se hayan perdido pero, para muchos, incluso no practicantes, la misa nocturna de Pascua con sus bonitos cantos y la decoración festiva en las iglesias sigue siendo un sacramento obligatorio. Este año, una misa nocturna es un lujo que nadie se puede permitir por la inseguridad y el toque de queda anunciado por el Epifanio Metropolitano de Kiev y Toda Ucrania. 

Pero ya no hay ateos en las trincheras ni en los refugios: la fe se ha convertido en el último baluarte de esperanza para millones de ucranianos. Las familias de los civiles atrapados en Mariupol, las madres de los soldados, los escondidos en sótanos de ciudades bombardeadas, las redes sociales y las conversaciones incluyen cada vez más llamamientos a Dios.

"Lo único que nos quedaba en el sótano era rezar"

Yana, una mujer de 45 años, pasó casi treinta días en el sótano de su casa a las afueras de Kiev junto a su marido y sus hijos. Tras contar todas sus desgracias, el miedo que pasaba cuando les bombardeaban, susurra que una de las cosas que le ayudó fueron las oraciones: “Ni yo, ni mis vecinos éramos muy creyentes. No he puesto un pie en una iglesia en mi vida, pero estos días nos hemos convertido en personas muy religiosas. Lo único que nos quedaba en el sótano era rezar y solo nos sabíamos el Padrenuestro. La guerra nos ha hecho creer en un mayor poder que es capaz de salvarnos”.

Ni yo, ni mis vecinos éramos muy creyentes. No he puesto un pie en una iglesia en mi vida, pero estos días nos ha convertido en personas muy religiosas
Yana, en la cocina de su casa
La artista Oksana Bilous, en la cocina de su casa
Olha Kosova

Los miles de comentarios en Facebook sobre soldados desaparecidos o cautivos siempre incluyen oraciones, la mayoría de sus familiares. En un hospital de Dnipro escuché a una mujer de Mykolaiv que tiene dos hijos en la guerra —uno en Jarkov y el otro que había conseguído salir de Mariúpol— hablando con una chica que iba de despedirse de su novio soldado. La mujer le daba un consejo: "Hija, tu no te preocupes, volverá", decía la señora. "Mira, cuando mi pequeño se fue a luchar, fui a iglesia a comprar iconos de Jesucristo y de su ángel de guardia, el Santo Pedro. No soy muy religiosa pero, créeme, eso funciona. Cosí los iconos dentro de su chaleco antibalas para que los ángeles le protegiesen. Recé todos los días que estuvo en el frente... y mi hijo volvió".

En Berdiansk no habrá misa en ucraniano este año porque el sacerdote está escondido

En las zonas ocupadas por rusos, la gente fiel al patriarcado de Kiev (en Ucrania hay una división entre el patriarcado ruso y la iglesia ucraniana) no se atreve ir a la iglesia. En Berdiansk no habrá misa en ucraniano este año porque el sacerdote está escondido y no sale a la calle porque ya secuestraron a un pastor luterano que lleva días desaparecido. Tampoco se juntarán en el cementerio para cumplir con la tradición y visitar a los muertos, ya que se ha convertido en un hangar para los tanques rusos. Sin embargo, en sus apartamentos los habitantes se juntan para preparar panetones tradicionales, celebrar Pascua y rezar por los defensores de Ucrania y las víctimas de esta guerra.

Se espera al Domingo de Resurrección como nunca antes

La preservación de las tradiciones pascuales se han convertido en una arteterapia dentro y fuera de Ucrania. La artista Oksana Bilous dice que muchas mujeres, cuando abandonaron el país, dejaron atrás sus útiles para hacer los pysanky —huevos de pascua pintados con una técnica especial de la decoración— y le piden ahora que se los envíen al exilio porque echan de menos la Pascua en sus casas.

Los Pysanky, huevos de pascua ortodóxos
Los Pysanky, huevos de pascua ortodóxos
Olha Kosova

La creación de pysankys es una de las tradiciones más antiguas y populares en Ucrania. Existe desde la época pre-cristiana. Dice la leyenda ucraniana que el espíritu del mal, atado a una montaña grande con fuertes cadenas, baja a la Tierra una vez al año para hacer sufrir a la gente. Pero si las mujeres pintan estos pysanky, las cadenas atarán al monstruo de una manera más fuerte y el mundo sigue girando.

"Por eso se dice que las mujeres que pintan los pysanky hacen girar el mundo. Esa leyenda parece muy alegórica hoy", comenta Oksana en su casa de Kiev. Desde hace un mes, cuando la capital era bombardeada por Putin, su vivienda se ha transformado en un lugar de preparación de la Semana Santa donde las mujeres se distraen pintando huevos, creando telas rituales con símbolos y criptogramas antiguos y preparando dulces.

"A las primeras clases las bauticé como clases inquietantes porque oíamos continuamente sirenas y explosivos", recuerda. "Parecían sesiones de terapia: llorábamos juntas, charlábamos y tomábamos un té o café. En sus ojos veía su miedo, su ansiedad… ”.

El sábado pasado organizaron un evento benéfico y decoraron los dulces horneados para regalárselos a los soldados y darles así una sorpresa en víspera de la Pascua. Su estudio aún huele a esos dulces y galletas. Las paredes decoradas con las obras artesanales, los pysankys, los libros, un icono grande de la Virgen María con su Hijo... todo un conjunto que crea ambiente casero y da sensación de tranquilidad y paz. Las mujeres, en el estudio, dicen esperar al Domingo de Resurrección como nunca antes.

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