El legado económico con el que Macron busca la reelección: la recuperación más rápida de Europa y el paro más bajo en 14 años

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, en una imagen de archivo.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, en una imagen de archivo.
LUDOVIC MARIN / EFE
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, en una imagen de archivo.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, llegó al Palacio del Elíseo en mayo de 2017 con una ambiciosa agenda de reformas económicas con las que pretendía convertir a Francia en un país más amigable con el libre mercado y lograr así prosperidad. Cinco años más tarde, y con una sociedad todavía más dividida en torno a su persona, Macron busca capitanear de nuevo el país. Y entre sus grandes bazas para lograrlo está el historial económico que deja tras de sí en este lustro. Un legado que no convence a todos los franceses por igual.

Desde que Macron llegó al poder, ha puesto en marcha una serie de reformas importantes con un marcado toque liberal. Entre ellas, destacan una bajada en los impuestos a la renta y al capital y una reforma laboral que abarató el despido e hizo que a las empresas les resultase más fácil contratar. Por el camino, recortó los beneficios por desempleo de millones de trabajadores, eliminó el impuesto al patrimonio y bajó el de sociedades del 33 al 25%.

Todas estas medidas, que en los casos de la reforma laboral y la supresión del impuesto al patrimonio fueron muy protestadas, y su pasado en la banca de inversión le han valido a Macron el apodo de "presidente de los ricos" entre quienes se oponen a él. Pero también le han granjeado buenos resultados macroeconómicos.

Macron tomó las riendas del país con una tasa de paro del 9,6%. Entonces, el desempleo era una de las principales preocupaciones para los franceses. Antes de la pandemia, el paro había caído al 7,8% en febrero de 2020. Y dos años después la tasa se sitúa en el 7,4%, la más baja desde la gran recesión de 2008.

El descenso del desempleo ha venido de la mano de una fuerte creación de empresas. Cuando Macron llegó al poder en mayo de 2017 y en ese último año 619.000 empresas o microempresas habían abierto sus puertas. Cinco años más tarde -y una pandemia mediante-, esta cifra ha superado el millón, lo que supone un incremento del 69%. 

"No solamente hay menos desempleo. La inversión extranjera ha aumentado mucho. Esto es resultado de la política de Macron", explica Francis Ghilès, investigador sénior en el Cidob, en conversación con este diario. "Durante el Covid el Gobierno ha hecho mucho desde el punto de visto económico para ayudar a las empresas pequeñas, las tiendas, las grandes compañías… y no lo ha hecho mal", añade. 

Otra de las bazas económicas con las que cuenta Macron es la gran velocidad con la que la economía francesa se ha recuperado de la pandemia. De entre las grandes economías europeas -Alemania, Francia, Italia y España- la francesa fue la que más rápido volvió a su nivel anterior al Covid. En el tercer trimestre del año pasado, Francia ya había recuperado su PIB previo al estallido del virus, algo que Alemania, Italia y especialmente España no han logrado todavía. 

Así se han recuperado las principales economías europeas de la pandemia.
Así se han recuperado las principales economías europeas de la pandemia.
Carlos Gámez

Sin embargo, no todo han sido luces en la hoja de servicio económica del presidente francés. A finales de 2018 millones de franceses se echaron a las calles ataviados con chalecos amarillos para protestar contra las fuertes subidas del combustible. Las manifestaciones pusieron de relieve que una parte importante de la sociedad francesa estaba en contra de las políticas de Macron. 

"Hay gente que gana para vivir, pero no mucho más. Que no vive no en las ciudades donde se concentran los servicios, la cultura… sino en los alrededores donde el transporte no es tan bueno", explica Ghilès. "El Gobierno ha tenido falta de sensibilidad social. Hay una clase de persona que utiliza su coche para trabajar y cuando suben los precios lo nota mucho. Eso es parte de la arrogancia o de la incapacidad de apreciar el sentir del pueblo", agrega.

“Ellos [el establishment] viven en París y no utilizan los transportes públicos o están en la capital y no lo ven. No conocen gente en estas clases sociales. Esa es la realidad. En la ciudad todo funciona muy bien, pero cuando se habla de los alrededores no es lo mismo. Eso políticamente le ha costado mucho al presidente”, sostiene este investigador.

Otro de los focos de descontento ha sido la fallida reforma del sistema de pensiones, con la que Macron pretendía elevar la edad de jubilación de los 62 a los 64 años, y que éste ha tenido que suavizar por la fuerte oposición social. "Es un poco curioso que Macron haya querido cambiar todo de un golpe, porque es un problema muy complicado. No había la urgencia en absoluto de bajar las pensiones como quería hacerlo él. Y eso fue un error táctico", reconoce Ghilès. 

Y es que quienes no votarán por reelegir al francés este domingo, son muchos quienes le reprochan su arrogancia y su desconexión con las clases populares. "Macron habla de una manera que parece y es arrogante. Y no son solamente las palabras, es la manera de decirlo. Habla como un alto funcionario y eso no ayuda en este momento. Y eso no le gusta a la gente", apunta Ghilès. Habrá que esperar al domingo para saber si las recetas económicas de Macron le valdrán un segundo mandato.

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