Al vecino de Madrid más le vale tener vocación de mártir, de víctima o al menos de sufridor en casa. El Municipio (todos los gobiernos municipales que yo he conocido en 34 años, sin excepción) se empeña en mejorar la vida de los ciudadanos y para ello emprende obras. Muchas obras. Muchísimas, interminables, agotadoras.
Seguramente son necesarias. Yo no puedo comprender por qué mi calle, en el centro, ha sido destripada 17 veces (contadas) desde que yo vivo aquí, pero tampoco lo intento: las voluntades municipales escapan a la inteligencia de los peatones, son demasiado sutiles.
La Puerta del Sol, desde que yo la conozco, ha pasado mucho más tiempo en obras que en estado de sosiego.
Pero ahora el Ayuntamiento va a "remodelar" la Puerta del Sol. Otra vez. Los alcaldes de Madrid recuerdan a los papas del Renacimiento y del Barroco: Roma está llena de palacios, arcos, monumentos, incluso mínimas fuentecitas que servían para que el pontífice de turno pusiese allí su nombre y fuese recordado. Pues con la Puerta del Sol ocurre lo mismo. Prácticamente no ha habido alcalde que no la haya cambiado, modificado, alterado o "remodelado", siempre mediante unas obras carísimas que duran años. La Puerta del Sol, desde que yo la conozco, ha pasado mucho más tiempo en obras que en estado de sosiego.
Señor alcalde: déjelo, por favor. No hace ninguna falta, de verdad se lo digo. Es más, nunca ha hecho ninguna falta, salvo para quitar los coches. Ese lugar es hermoso sin necesidad de ayuda. No está estropeado, así que no necesita que lo arreglen. Déjenlo en paz de una vez, caramba. Dejen de mover los kioscos, la Mariblanca, al pobre Carlos III, al oso y al madroño. Dejen de poner y quitar fuentes, bancos, árboles y farolas. Estense quietos.
Además, es inútil: el próximo alcalde, y el siguiente, y los que vengan después, volverán a levantar la plaza entera durante un año o dos y asegurarán, como se asegura ahora y se ha asegurado siempre, que esta vez sí, que ahora hay un plan "integral", que esta obra es la definitiva. No lo es y no lo será nunca.
Que alguien nos haga la caridad de declarar a la Puerta del Sol parque nacional, monumento protegido, patrimonio de la Unesco, catedral gótica, lo que sea, para ponerla a salvo de los alcaldes con afán de pasar a la historia y de los ingenieros “imaginativos”.
Que lo hacen todo por nuestro bien, claro, no faltaba más que eso. Unos desagradecidos, eso es lo que somos.
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