Condenan a siete años y medio de prisión al 'francotirador' que planeó matar a Sánchez

Primera sesión del juicio contra Manuel Murillo, acusado de conspirar para asesinar a Pedro Sánchez.
Primera sesión del juicio contra Manuel Murillo, acusado de conspirar para asesinar a Pedro Sánchez.
EFE
Primera sesión del juicio contra Manuel Murillo, acusado de conspirar para asesinar a Pedro Sánchez.
Manuel Murillo, sexagenario condenado por delitos de proposición y tenencia de armas de guerra
AGENCIAS. 

Caso del 'francotirador' que planeó asesinar a Pedro Sánchez resuelto. La Audiencia Nacional ha condenado a 7 años y 6 meses de prisión a Manuel Murillo, un vigilante de seguridad de 66 años que conspiró con el asesinato del presidente del Gobierno a través de grupos de Whatsapp en 2018 y a quien, una vez detenido, los Mossos d' Esquadra le incautaron un arsenal de más 20 armas, muchas de ellas prohibidas y custodiadas sin las precauciones que exige la ley. 

Después de tres intensas sesiones judiciales, donde participaron numerosos psicólogos, forenses y especialistas en armamento, el tribunal impone a Murillo 2 años y 6 meses de cárcel por el delito de homicidio en grado de proposición y 5 años de prisión por depósito de armas de guerra. También le condena a 8 años de privación del derecho a la tenencia y porte de armas.

En la sentencia publicada este lunes, los magistrados reconocen que Murillo no tenía un plan definitivamente urdido, tramado y menos aún concluido. Pero, durante los meses de julio y agosto de 2018, y a través de sendos chats como 'Tarrasa España', el condenado "expresa con una fijación inquebrantable su voluntad de dar fin a la vida del presidente del Gobierno".

Asimismo, el tribunal añade que acontece "una circunstancia indicativa de la alta peligrosidad", como es el arsenal de armas intervenidas "en el domicilio y en el vehículo" de Murillo. "No obviando- agrega- su afición desde hacía muchos años atrás es el tiro, yendo continuamente a un club a practicar”.

Las armas requisadas y reconocidas como propias por Murillo durante sesión judicial van desde un arma de guerra, el fusil CETME que hasta hace bien poco fue el arma insignia del Ejército español, hasta una cerbatana, una ballesta o una escopeta Sarasqueta. Los jueces también señalan como parte del delito la tenencia de explosivos, alegando que Murillo contaba con un "artefacto de fabricación casera" que manifestó  haber confeccionado "con la sustancia dispersa por el suelo de la cocina de su casa, tratándose la composición de pólvora," y  "que mezcló con serrín metiendo pistones y guardándolo al no prender la mecha"

Imágenes del arsenal de armas intervenido por los Mossos de Esquadra en Terrassa a Manuel Murillo
Imágenes del arsenal de armas intervenido por los Mossos a Manuel Murillo
EUROPA PRESS

Por otro lado, el escrito de la sentencia desdeña gran parte de los argumentos que expuso la defensa del acusado y que excusaban el comportamiento del mismo en el consumo desmedido de alcohol y medicamentos, "orujo" y "trankimazin", y la época de "soledad" y problemas familiares que le empujaron a utilizar sus conversaciones por móvil "de válvula de escape". Tampoco validan que el acusado dijera no recordar las "animaladas" que había escrito y que él es "normal" e "incapaz de hacer daño a alguien".

A este respecto, el tribunal rechaza apreciar la eximente incompleta de intoxicación etílica plena, así como la atenuante de embriaguez por consumo de alcohol y medicamentos y la alteración psíquica por parte de Murillo que, considera, no ha sido acreditada.

El escrito zanja que en la fase que se encontraba, “por embrionaria que fuera, ya se cuenta con la persistencia, fijación y desvelada determinación del acusado de causar la muerte del señor Sánchez, a lo que hay que unir que disponía del efecto a emplear, pues solo tendría que optar por el apropiado, según las circunstancias, entre los que almacenaba (...)". 

Vengar a Franco: "Fue interiorizando la idea"

El anuncio de la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos tras la moción de censura que encumbró al PSOE al poder pudo ser el punto de inflexión para Murillo. A partir de entonces, el sexagenario planeó su sed de venganza a través de grupos radicales y en conversaciones particulares. "Si es preciso, me voy a ir armado y me sentaré en la tumba de Franco y si se me acercan, disparo", llegó a espetar en uno de tantos y tantos mensajes. 

Recuerdan los magistrados que fue entonces cuando Murillo "fue interiorizando que la solución para producir un cambio en la situación política española pasaba por causar la muerte del presidente del gobierno, para lo que se empeñó en requerir ayuda para llevarlo a cabo". Así, se puso en contacto, por ejemplo, con Patricia Muñoz, entonces coordinadora de Vox en la localidad de Vallés, que, impactada con el carácter de los mensajes, acabó desvelando sus intenciones a las autoridades. 

"Soy francotirador y con un tiro preciso se acaba el Sánchez antes de que del todo hunda España. No haría falta guerras. Lo haría particularmente, sólo necesito periodistas que siempre están allí donde hay la noticia para ir como ellos al punto en el lugar y hora que estará el Sánchez para tener preparado el disparo", se presentó a la sazón Murillo a la testigo.

No obstante, la Sala destaca en su resolución lo improbable de que lograse "atentar contra la vida del presidente del Gobierno". "La ideación del acusado estaría próxima a lo descabellado y por ende ante una propuesta no creíble ni en consecuencia factible", reconocen los jueces. 

Antes de que el juicio quedase visto para sentencia, Murillo aprovechó para pedir perdón por sus actos y recordar a los jueces que todo eran "imaginaciones de su cabeza" donde "pensaba que era un héroe y salvaba a la patria". "Gracias a la Audiencia que me dejó salir de prisión provisional y he vuelto a trabajar, he continuado mi vida, no me he fugado ni he demostrado ser tan peligroso porque ya prácticamente no escribo whatsapps ni digo más tonteríass", profirió. 

Conocida su condena, Murillo podrá ahora interponer un recurso ante la Sala de Apelación de la Audiencia Nacional. En caso de que no le dé la razón, cabría impugnar la sentencia también ante el Tribunal Supremo.

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