El próximo miércoles se cumplen cuatro meses desde que Verónica Forqué decidiera quitarse la vida en su casa de Madrid. La actriz había vivido una turbulenta participación en la edición VIP de MasterChef. Las críticas sangrientas que recibió en las redes sociales agravaron sus consabidos problemas mentales y la presión acabó por desgarrarla.
Cuatro meses después del fatídico final, su hija María evita pronunciarse en público. Ha rechazado ingentes cantidades de dinero por expresar cómo se encuentra, aunque me advierten que tiene ganas de rendirle un homenaje sincero por tantos años de éxito y reconocimiento público.
Se ha encargado del perro que tenía su madre y gestiona, con acierto y capacidad, los bienes que ha heredado de su progenitora. Excéntrica y singular, María sí confiesa a amigos y conocidos que, a pesar de que normalmente recibe cariño y apoyo, también está siendo víctima de comentarios muy duros sobre la forma que tiene de entender la vida. Un acoso imperdonable que, en este caso, duele todavía más.
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