
Ana María Aldón está rota y descangallá. No entiende el motivo por el que aquellos que antes la defendían se han transformado en los más críticos. Tras la escandalosa entrevista en exclusiva concedida a la revista Lecturas son muchos los que han descubierto que detrás de una imagen angelical puede encontrarse una motivación meramente económica.
Me consta que la diseñadora lleva varios días arrepentida por unas incendiarias declaraciones por las que, además, no cobró más de veinte mil euros. Una cifra que, confiesa, no le ha compensado en absoluto tanto sufrimiento. Por suerte, su marido, el diestro José Ortega Cano, ha cerrado filas en torno a él y le perdona cualquier intromisión o falta de tacto.
Ya hay quien justifica el desliz diciendo que hay palabras que se han sacado de contexto o que se han entendido mal. Nada nuevo cuando la polémica se desborda y hay que buscar responsables a todo correr.
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