Así es la vida del paciente de párkinson un año después de haber conseguido reducir un 80% los temblores

Emilio escribe una carta un año después de haber recibido un tratamiento que ha mejorado en un 80% los temblores que sufría como consecuencia del párkinson que padece.
Emilio escribe una carta un año después de haber recibido un tratamiento que ha mejorado en un 80% los temblores que sufría como consecuencia del párkinson que padece.
ATLAS
Emilio escribe una carta un año después de haber recibido un tratamiento que ha mejorado en un 80% los temblores que sufría como consecuencia del párkinson que padece.
Emilio escribe una carta un año después de haber recibido un tratamiento que ha mejorado en un 80% los temblores que sufría como consecuencia del párkinson que padece.
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Emilio fue diagnosticado con párkinson cuando tenía 35 años. Desde entonces, este gallego de Santiago de Compostela (A Coruña) ha vivido con los efectos de la enfermedad que tres décadas después ya no le permitía vivir una vida plenamente independiente, pues las tareas más cotidianas eran un imposible para él.

Llegó marzo de 2021, el mes que supondría un punto de inflexión en su día a día. Entonces, pasó por las manos de los neurólogos, neurorradiólogos y neurocirujanos del hospital Clínico Universitario de Santiago (CHUS) para someterse a un novedoso tratamiento con ultrasonidos de alta frecuencia (Hifu, por sus siglas en inglés) que quemaron en su cerebro la zona de apenas dos milímetros que generaba los temblores que sufría, según recoge Telecinco

Para llevar a cabo esta técnica, los doctores le hicieron una resonancia magnética para ver cuál era el área afectada, y después le colocaron un dispositivo sobre la cabeza para que los Hifu pudieran hacer su trabajo.

La intervención, que no fue una cirugía y en la que Emilio estuvo completamente despierto, ha mejorado su calidad de vida significativamente al reducir en un 80% sus movimientos involuntarios y devolverle todas las cosas que había dejado de hacer como consecuencia de su enfermedad.

Fueron necesarios solo 45 minutos para que el gallego pudiese volver a beber agua sin derramar ni una sola gota, para disfrutar de nuevo podando su plantas o para poder escribir cartas a sus seres más queridos, "aunque sea con mala letra", dice.

Cumplido el primer aniversario de muchos, pues los resultados de este tratamiento no se ven afectados por el paso del tiempo, de ese día especial, celebra que "mi vida ha mejorado considerablemente" en términos de calidad de vida y de independencia. 

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