Feijóo reivindica un PP autonomista y de mayorías y marca perfil propio frente a Vox y los que piden "carnés de patriotas"

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Feijóo, en el congreso del PP.
Charo Rueda
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Alberto Núñez Feijóo subió las escaleras que le llevaban a la presidencia del Partido Popular con el apoyo del 98,35% de los compromisarios en los bolsillos y la Rianxeira que le dedicaba el auditorio en los oídos. El gallego reivindicó la España de las autonomías, ocupar un espacio de moderación pero no de "tibieza", la independencia de los jueces, la consideración a la Casa del Rey, la necesidad de los grandes consensos y prometió que su PP sería muy fácil de encontrar: que estaba "en la Constitución ['el pacto que sellamos para siempre'], en el interés general y en el sentido de Estado". Pero el mensaje mollar era claro: la reivindicación de un "partido de mayorías" frente a los que piden "carnés de patriotas" y quieren ser "más españoles que nadie".

"Moderación no es tibieza, diálogo no es sometimiento y los intereses de España no son los de este gobierno", sostuvo el flamante presidente del PP, que reclamó un partido independiente cuyo mensaje no sea maleable por el resto de fuerzas: ni por el Gobierno ni por Vox, sin mencionarlo. "No vamos a ser el PP que quieren otros partidos, porque nos está esperando un gobierno que sí es el que quiere la mayoría de los españoles", sostuvo. "Basta ya de polémicas forzadas y de crear debates estériles", se quejó Feijóo, en reivindicación los grandes consensos en la igualdad y contra la violencia y el terrorismo. 

En definitiva: con Feijóo vuelve el PP de siempre y el que hace "política adulta". Se acabaron los experimentos y los juegos de artificio, porque las aspiraciones no son las de "liderar un bloque" sino las de congregar a la "mayorías de las españoles. "No dejo Galicia para presentarme a un juego: vengo a hacer una política seria", aseguró, que nada tiene que ver con "los entretenimientos infantiles" que se han hecho hasta ahora.

Feijóo, ya oficialmente líder de la oposición, esbozó cómo pretende ejercerla, aunque no vayan a "esperar a que caiga el Gobierno como consecuencia de su propia ineficacia" y prometió que no serán meros "espectadores". "Garantizamos nuestro apoyo al Gobierno para rectificar lo que se hace mal, para agilizar las medidas que los españoles necesitan, para bajar los impuestos a la energía, para cesar a los ministros que hacen oposición al Gobierno, para proteger nuestros servicios públicos para que la economía crezca de forma sana, para no depender de nada y de nadie de los que quieren fracturar y dividir nuestro país, para respetar que la política exterior no es cosa de un hombre sino de todos los españoles", fueron los puentes, minados con la crítica a la gestión que ha hecho el Ejecutivo el último mes, que brindó a Pedro Sánchez.

"Qué bueno sería para todo tener un líder de la oposición que diga cuando gobernemos lo que acabo de decir", se congratuló de su propio discurso, porque con el PP nunca "tuvimos ese apoyo cuando estábamos en el gobierno". 

"No somos antieuropeos, somos el partido que lucha por la UE. Somos el partido de los españoles que desean avanzar en la igualdad. No somos ni un partido urbanita ni rural, qué empeño en clasificarnos", marcó las diferencias con Vox, en una retahíla de desemejanzas que marcaron una de las ovaciones del discurso. "Mi proyecto es de entendimiento interno y de entendimiento también entre todos los españoles por encima de todo. Es la forma en la que creo que se debe practicar la política".

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