Las obras de la Puerta del Sol comenzaron la semana pasada, generando dudas entre los comerciantes de la plaza. Se han vallado ambos lados de la estatua de Carlos III para dejar un paso central a los viandantes y poder asegurar una movilidad fluida. Esta reforma tiene previsto un plazo de ejecución de 12 meses. 

El ruido incesante, el polvo y el reducido espacio para los transeúntes crean un estado de malestar en negocios. "Está afectando a la fluidez y el acceso a la tienda" recalca una empleada de Zapshop. Admite estar preocupada por la polvareda que les hace tener que limpiar continuamente y no ve cuando llegará su fin.

La nueva Puerta de Sol: Carlos III sobre el agua, el km 0 rodeado por una rosa de los vientos y una gran fila de bancos

En cambio, otros comercios y vecinos de la zona ven esta remodelación como algo positivo en el futuro. "Hacía falta un cambio en Sol, aunque las obras sean tediosas nos van a beneficiar a largo plazo. Habrá espacio para más gente y estéticamente se verá mejor", comentaba Cristina, vecina cercana. Considera que la peatonalización es una estrategia sostenible que ayudará a reducir las emisiones contaminantes de Madrid.

Ana, encargada de la heladería Palazzo, es contundente: "Muy necesarias no son, pero si incentivan el turismo bienvenidas sean". La trabajadora admite que se ha sorprendido positivamente al ver que el consumo por parte de los turistas ha aumentado, "de momento no hemos notado cambios negativos, al contrario al solo tener dos accesos pasan más por la tienda y consumen más".

En la calle paralela se encuentra Sol café, una cafetería situada en la calle del Carmen. "La gente quiere ver Sol y ahora no pueden hacerlo cómodamente pero estamos dispuestos a pasar por estas obras si supone la llegada de nuevos turistas", comenta Daniela, encargada de la cafetería que ve un futuro esperanzador cuando finalicen las obras.

La primera semana de obras aporta relatos de luces y sombras que se alargarán durante los próximos 12 meses. Con el tiempo se podrá ver si esa atmosfera positiva perdura o las obras acaban por mellar en el ánimo de los comerciantes, vecinos y turistas.