¿Cómo se produce un ataque químico, biológico o radiológico? ¿Hay defensa posible ante estos ataques?

Un ejercicio de simulacro ante un ataque con gas sarín, en una imagen de archivo.
Un ejercicio de simulacro ante un ataque con gas sarín, en una imagen de archivo.
GTRES
Un ejercicio de simulacro ante un ataque con gas sarín, en una imagen de archivo.

La OTAN comunicó este jueves la activación de sus defensas contra posibles ataques químicos, biológicos, radiológicos o nucleares (NRBQ) de Rusia en Ucrania. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, informó en rueda de prensa que, entre otras medidas, se enviaría equipamiento a Ucrania para ayudar a protegerse contra un ataque con armas químicas. Un envío que podría incluir equipos de detección, protección y apoyo médico, "así como capacitación para descontaminación y gestión de crisis".

Lo cierto es que las amenazas con armas de destrucción masiva, en especial nucleares, se llevan produciendo desde hace ya un tiempo en esta crisis. Antes del comienzo de la guerra, el presidente ruso, Vladímir Putin, avisó de que cualquier conflicto directo con la OTAN supondría una guerra en la que no habría vencedores debido al potente arsenal nuclear con el que cuenta su país. Pocos días después de la invasión, ordenó poner las fuerzas de disuasión nuclear rusas en "régimen especial de servicio" tras las "declaraciones agresivas" de los principales países de la OTAN. Esta misma semana era el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, quien no descartaba el uso de armas nucleares en caso de "amenaza existencial" para Rusia.

Jesús Manuel Pérez Triana, analista de Seguridad y Defensa, cuenta a 20minutos sus dudas sobre si la doctrina de destrucción mutua asegurada -doctrina presente desde la Guerra Fría y que lleva a una disuasión del uso de armamento nuclear- sigue vigente en el caso actual de Rusia. "Hemos visto muchos tabúes saltar por los aires con esta guerra, pero si los rusos hacen saltar este por los aires, ya estaríamos en una situación totalmente diferente".

"Lo que sí podemos pensar es que, a lo mejor -y eso es lo que estaría advirtiendo la OTAN-, Rusia rompa los estancamientos de la guerra con armas químicas, en una situación que repetiría lo visto en Siria", explica. Por precedentes históricos, de las amenazas mencionadas por la OTAN, la que es más probable que se produzca es la química. Pero, ¿en qué consisten estas amenazas radiológicas, biológicas y químicas?

Ataque radiológico

Cuando se habla de ataque radiológico no se habla de un ataque con un arma nuclear. Manuel Herrera, investigador en el campo de la no proliferación y el desarme del Istituto Affari Internazionali de Roma, señala que este tipo de ataques suelen producirse con lo que se conoce como bombas sucias. 

El material radiactivo se une a un explosivo convencional para que, una vez detonado, se "dispersen las sustancias radiactivas por el aire". Pérez Triana apunta a que, en el caso de la guerra en Ucrania, cuando se menciona la amenaza radiológica puede que se haga referencia también a un posible efecto colateral de producirse escaramuzas cerca de centrales nucleares como la de Zaporiyia.

Ataque biológico

El tratado sobre armas biológicas entró en vigencia en 1975 y, hasta el momento, hay 180 estados firmantes que prohíben el desarrollo, producción, y almacenamiento de armas biológicas y toxinas. Si bien existen precedentes de ataques biológicos muy antiguos, en la historia reciente no existen muchos casos de este tipo de ataques.  

Manuel Herrera explica que uno de los pocos precedentes actuales se produjo en 2001, cuando varios medios de comunicación estadounidenses y dos senadores recibieron cartas con ántrax (carbunco). Este ataque provocó que 22 personas se infectaran y otras cinco fallecieran.

"Un ataque biológico es lanzar una pandemia, y creo que ya hemos visto que es bastante incontrolable. Yo no creo que nadie en su sano juicio esté hablando de usar una pandemia", expresa Pérez Triana. Señala que, durante la Guerra Fría, hubo investigaciones por parte de científicos sudafricanos e israelíes para averiguar si había alguna forma de diseñar un virus que solo afectara a personas que tuvieran determinados genes o a determinados etnias, "pero estas armas son indiscriminadas". 

Ataque químico

El tratado sobre armas químicas entró en vigor en 1997 y amplió las medidas del Protocolo de Ginebra de 1925. De este tipo de ataques sí hay precedentes y hasta fechas muy recientes. 

"Las armas químicas incluyen un amplio abanico de sustancias y todas ellas, normalmente, son productos químicos que pueden ser utilizados en ámbitos como la agricultura. Es decir, son productos de doble uso, fáciles de obtener (como el cloro de las piscinas) y, al mismo tiempo, difíciles de detectar como ataques", explica Manuel Herrera. Las sustancias pueden ser unitarias o binarias. Las sustancias químicas binarias consisten en dos productos que por separado no reaccionan y "se mezclan, en el momento del ataque, para provocar una reacción química con fines nocivos".

Aparte de las propias sustancias, Herrera cuenta que también son importantes los vectores. En el ámbito militar habría al menos tres tipos de vectores. Uno de ellos sería el de las municiones autónomas, "misiles, cartuchos, minas o cohetes que pueden ser explosivos o no". Otro vector sería el de la dispersión aérea mediante el uso de aviones y, por último, el uso de silos o contenedores "que se pueden programar para su dispersión".

Herrera destaca que es posible que este tipo de ataques se enmascaren en forma de accidentes. "Por ejemplo, un estallido accidental en una planta que preserva componentes químicos aislados, que estos reaccionen y que se puedan dispersar por el aire hasta llegar a población civil o a cualquier objetivo militar". 

"Si Rusia quisiese hacer un ataque con sustancias químicas lo más probable es que se perpetrase de esta manera", opina Herrera. "En el pasado, en actividades de este tipo, desde el Kremlin se ha hecho uso del engaño y el subterfugio. Tanto en el caso de Siria como en el caso de Salisbury [envenenamiento del exoficial ruso Serguéi Skripal y su hija con un agente nervioso, el Novichock] lo que han hecho básicamente es mostrar que ellos no tenían nada que ver con con el ataque y atribuirlo a un accidente".

Pérez Triana cuenta que estas armas son poco precisas y para que funcionen "tiene que conseguirse determinada concentración de gas en un espacio limitado y tienen que darse unas condiciones meteorológicas determinadas". Recuerda la experiencia de la Primera Guerra Mundial, cuando un cambio de viento hacía que la nube tóxica se volviese contra la tropa que la había provocado. 

Debido a esta imprecisión, vincula su uso a momentos de frustración. "El régimen de Bashar al-Ásad utilizó armas químicas para subyugar a algunas poblaciones en un momento en que tenía un ejército muy mermado por el desgaste de la guerra". 

¿Cómo se puede actuar ante este tipo de ataques?

Ambos analistas coinciden en la gran dificultad de actuar una vez ya se han producido ataques de este tipo, aunque existen medidas de protección y de respuesta. Herrera dice que "lo más deseable, aparte de que el ataque no ocurra, es implementar o aplicar medidas preventivas, aparte de entregar equipo NBQ".

Sobre la protección ante armas químicas, Pérez Triana explica que "los militares suelen llevar encima máscara antigás y un equipo personal de protección, los EPI, que hemos visto cuando la pandemia. Llevan un EPI de grado militar que es casi una escafandra, porque hay determinado tipos de agentes químicos que no solo afectan a la respiración, sino que también entran por la epidermis". 

Precisamente por esta vía de intoxicación, la de la piel, cree que el reparto de mascarillas antigás entre la población civil no resolvería el problema completo ante un ataque de este tipo. En cuanto a la mascarilla y al EPI, apunta que "además hace falta una cierta formación para saber ponérselo y quitárselo".

Por su parte, Herrera aclara que existen fármacos para hacer frente a estas intoxicaciones entre la población civil, pero con un hándicap importante. "Para una ataque químico, por ejemplo, con sarín, con gas mostaza o con cloro, la cantidad de fármacos que se requerirían para salvar a un solo individuo excedería las capacidades de un hospital civil corriente". 

Por ello, en este tipo de ataque, y también en uno biológico o radiológico, hace especial hincapié en la prevención, siempre que se cuente con inteligencia que apunte en que es posible que un ataque de estas características se produzca.

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