Pedro Ruiz: "No hay enemigos sino gente que no ha tenido tiempo de conocerse"

  • En los últimos tiempos el presentador parece haber renacido en lo mediático.
El presentador Pedro Ruiz.
El presentador Pedro Ruiz.
DANIEL GONZÁLEZ / GTRES

Escuchar hablar a Pedro Ruiz debe ser lo más parecido a entrar en trance. Tiene respuesta para todas las preguntas y cuida, desde la sabiduría que dan los años, cada palabra que utiliza. En los últimos tiempos parece haber renacido en lo mediático y puede que más pronto que tarde le veamos de nuevo haciendo lo que mejor sabe en televisión: comunicar.

Me da la sensación que su regreso definitivo está muy próximo… La verdad es que en estos momentos estoy reapareciendo, de forma paulatina, después de una temporada en la que he permanecido oculto. Me dispongo a un regreso a la televisión que, desde luego, por mí no quedará.

¿Le volveremos a ver en Televisión Española? Si te soy sincero no sé dónde acabará ocurriendo, pero lo cierto es que siempre he considerado que mi casa natural es la televisión pública. Durante un tiempo no pude hablar con los responsables de la cadena y, tal vez, ahora sí pueda hacerlo. En cualquier caso, hay alternativas.

¿Sigue siendo TVE necesaria? Soy un gran defensor de la televisión pública porque creo que es el refugio en el que no hay obligación de hacer cosas demasiado estridentes. De hecho, no deberían importar las audiencias, sino el prestigio, la empatía y la concordia.

"Soy un gran defensor de la televisión pública"

Y mucho más en estos días históricos… Desde luego. Al planeta no le caben más polémicas. Es momento de escuchar a los demás pero no solo con interés sino sobre todo con afecto. A fin de cuentas, no todos tenemos razón en todo. Deberíamos reunirnos a hablar de las cosas que nos unen, incluso con los que piensan diferente.

¿Se ha cansado de intentarles convencer? Cuando uno cree que está cargado de razón difícilmente puede avanzar. No hay razón para todos, por eso insisto en que hay que coincidir en aquello que nos une. Tener razón no es una campaña para convencer al otro, ni tampoco forzar a que nadie piense lo mismo que nosotros. Convencer a los demás es muy fatigante, solo nos convencemos por los errores.

¿Usted comete muchos? Imagino que como todo el mundo. Tengo muchas iniciativas, pero también atravieso muchos desiertos que, por cierto, es especialidad de la casa. Creo que gestionar los momentos duros es mucho más importante que disfrutar del éxito, que no deja de ser bastante sencillo y muy emborrachador.

Se le ve a usted impermeable, ¿es una pose? Juro que no está estudiado. Sí tengo unas convicciones que cumplo y creo que lo más importante es la dignidad, lo demás es una tormenta exterior. El paso que lleva el mundo no me interesa mucho. No soy un hombre gregario y no soy militante de nada. Aunque muchos no me crean, intento no ser ni siquiera militante de mí.

¿Es usted crítico consigo mismo? Sí, tengo perspectiva. No sé si acierto en el análisis pero creo que en los últimos años he hecho una evolución que pasa por no convencer a nadie, ni estar estridente ni contundente. Sobre todo, he conseguido bajar un punto la prepotencia. Nada es para tanto, ni siquiera uno mismo es para tanto.

¿Qué le ha hecho defender esa forma de vida? Nunca he creído demasiado en el significado profundo de la vida y con el tiempo me he dado cuenta de que la discusión frenética y acalorada no conduce a nada. Si tomas distancia, hay momentos en los que te observas totalmente ridículo. No me dejo manejar por manos ajenas para evitar ser aquello que no quiero

"La discusión frenética y acalorada no conduce a nada"

Parece usted un coach, ¿no le apetecería probar suerte? En alguna ocasión lo he hecho con personas que me han pedido opinión sobre un asunto o tema concreto y no te negaré que me lo he planteado. Sin embargo, sigo pensando que lo más importante es hacer pasar un buen rato a la gente sin necesidad de ensuciar y siendo libre.

¿A qué se refiere? Muchos han ido perdiendo la libertad por el camino. La televisión, en una gran parte, se ha convertido en una dictadura de las productoras que hacen unos productos determinados y que buscan que la gente vaya a cantar, a bailar, a cocinar, pero no con libertad completa. Los autores han sido expulsados de la televisión.

¿Hablar tan claro le compensa? Me da mucha salud, aunque también me genera muchos problemas. Eso sí, ahora lo digo todo en un tono muy cordial para generar un flujo de cosas verdaderas en mí. La independencia solo tiene un resultado: la soledad.

¿Es hombre de grandes amigos? Creo que sí. Tengo buenos amigos, de izquierdas, de derechas y de toda condición. Procuro hacer cosas con otros que no han hecho conmigo, como por ejemplo ir a ver al teatro a aquellos que han tenido algún problema conmigo. No quiero prejuzgar porque hacerlo es condenar.

Me queda claro que tiene afectos, ¿tiene también grandes enemigos? Los ignoro. No hay enemigos sino gente que no ha tenido tiempo de conocerse. Si con el paso del tiempo no haces una profunda reflexión, al final no opinas desde la opinión, sino desde los callos. En el cerebro tenemos callos y de vez en cuando hay que echarles agua. No puede ser que el odio dure más que la vida.

¿Qué es el prestigio para usted? Desde fuera es una mirada respetuosa a las cosas que haces y, desde dentro, es saber que no te has vendido aunque te equivoques. El prestigio se consigue con mucho esfuerzo y se pierde con un solo resbalón, por eso hay que tener mucho cuidado y dedicar el tiempo a hacer aquello que realmente te gusta.

El dinero, pues, ¿no es lo más importante? El dinero es la libertad de los cobardes. Yo siempre he estado dispuesto a empezar de cero. Soy soltero, no tengo hijos por decisión propia. Lo único de valor que tenemos es lo que llevamos encima.

"El dinero es la libertad de los cobardes"

¿Y usted qué hace además de crear? Me gusta hacer cosas que me mantengan engrasado. Además, veo muchas películas de cine. En definitiva, intento no parar.

¿Nunca se cansa? No puedo. A veces le digo a mis amigos que no tengo una cabeza, tengo una putada. Me comprometí conmigo mismo a que cada día que pasara inventaría algo nuevo. Presumo de tener un teléfono analógico y de saberme, de memoria, más de doscientos números.

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