Así te han manipulado o atacado en redes sociales por encargo: habla Bot Ruso, un mercenario de 'astroturfing'

Una persona mira a través de los cables de unos servidores, en una imagen de archivo.
Una persona mira a través de los cables de unos servidores, en una imagen de archivo sin relación con el tema.
GTRESONLINE
Una persona mira a través de los cables de unos servidores, en una imagen de archivo.

Durante años usó cuentas falsas en redes sociales para atacar o desprestigiar a políticos, periodistas e influencers por encargo de rivales, partidos o grupos de presión. Hablamos con Bot Ruso, el pseudónimo de una persona que pasó "la última década en el infierno ejerciendo el mal" en una agencia dedicada al llamado astroturfing. Ahora, saca a la luz este turbio asunto de manipulación de la opinión pública en el libro Confesiones de un bot ruso (Ed. Debate).

"He decidido contarlo en este libro para que la gente sea consciente de lo que sucede realmente en Internet. Consciente de lo que hacen con nosotros. Y creo que mi testimonio puede significar un antes y un después. Hay que tomar cartas en el asunto", explica el extrabajador a 20minutos.

Bot Ruso, le llamaremos así para evitar represalias, explica qué es el astroturfin, la actividad a la que se dedicaba, como trabajador: "Es la estrategia de la posverdad. Es un conjunto de técnicas de comunicación y marketing utilizadas para crear movimientos ficticios con el objetivo de manipular la opinión pública".

En su caso, se trataba de "gestionar entre 30 y 40 cuentas" para llevar a cabo "proyectos que giraban alrededor de la reputación digital, por decirlo de alguna manera". Esas acciones podían hacerse "para cuidar la reputación digital, se pueden llevar a cabo acciones a favor del cliente", pero también "en contra de los adversarios".

"Éramos capaces de prácticamente cualquier cosa para lograr el objetivo. Desde utilizar legiones de cuentas con el objetivo de vincular a una persona a un caso de corrupción, desvelar la identidad de una persona que publicaba desde una cuenta anónima, crear un Trending Topic para acosar a un periodista, crear un bulo alrededor de un rival...", revela sobre su trabajo Bot Ruso.

"Los clientes para los que trabajaba eran partidos y asociaciones política, organizaciones y grandes empresas", hace ver. Y no imaginen que trabajaba en un zulo secreto. Su empresa y otras de este tipo suelen figurar como consultoras de comunicación digital y funcionan en una oficina normal, "similar a la de cualquier agencia de marketing digital". Allí había "espacios diáfanos y mesas divididas por grupos y jerarquías". Su agencia estaba "en un edificio en el que se hallaban oficinas de distinta naturaleza".

Bot Ruso (se puso ese pseudónimo porque siempre se habla de bots rusos)vivía en lo personal una mentira. Nadie sabía a qué se dedicaba, al menos toda la verdad.

Lo ejemplifica así: "¿Te imaginas llegar a casa y que tu mujer te pregunte ‘qué tal el día, mi amor?’ Y responderle ‘muy bien, cariño mío. Hoy he acosado a 5 periodistas y he conseguido que cien usuarios de redes sociales amenacen a tal candidato político para ver si se retira de la campaña electoral’".

El extrabajador está arrepentido. "En aquel momento no era consciente de muchas cosas. Vivía en una especie de Síndrome de Estocolmo y siempre encontraba justificación a las acciones que ejecutaba. Ha sido después cuando me he dado cuenta de muchas cosas", hace ver.

Mientras escribía Confesiones de un bot ruso, donde cuenta toda su historia y los entresijos de su trabajo, ha logrado "clasificar" muchas de las acciones en las que participó. "Y lo que he descubierto, ha sido muy duro de aceptar", confiesa.

Ya no controla ninguna de las cuentas que usó en esos diez años de acoso y manipulación en redes. Eran "propiedad de la empresa". Recuerda que la "personalidad más rara" que creó era "una especie de skinhead a medio reinsertar socialmente". Era una personalidad "con mucho temperamento, pero que a su vez dominaba mucho y era capaz de compartir mensajes muy claros, concisos y capaces de llegar al público objetivo", rememora.

Para no hacerse un lío y mantener la coherencia en las personalidades falsas "tienes fichas en la que se detallan todos los aspectos de la vida, de los gustos y otros rasgos de personalidad de la cuenta falsa", explica Bot Ruso.

"Las cuentas heredadas (ya sean de otros compañeros o de profesionales que abandonan el cargo) son más complicadas de gestionar. En cambio, si tú mismo creas el personaje, es posible que busques que tenga algo en común contigo", señala.

"Si tú vas a crear 5 cuentas troll, puedes hacer que una sea estudiante de periodismo, a otra le guste el jazz, una tercera escriba poesía, otra utilice mucho el humor y la última sea fan de un famoso", ejemplifica.

Bot Ruso alerta de que "las cuentas troll son prácticamente indetectables para el usuario común" y aunque "los analistas de datos logren demostrar conexiones con redes de bots o entre distintos tipos de usuarios" no siempre son "capaces de dejar clara la posibilidad de estar ante un usuario fake". La protección de las plataformas "hasta cierto punto, es un chiste", sentencia.

"Somos muy volubles. Fáciles de manipular", previene, pues tienen muchos datos de los usuarios, como individuos y como colectivo. 

"Es posible que te bloqueen cuentas o te las suspendan. Pero basta con recurrir a un proveedor que te proporcione mil, dos mil cuentas nuevas para continuar con la acción", hace ver Bot Ruso sobre la facilidad que existe para sortear los cortafuegos oficiales.

"Somos un arma de doble filo para compañías como Facebook o Twitter. Por un lado, somos el mal en la red, pero por el otro estamos entrenados para crear contenido que se viralice. Y esto segundo es algo que le interesa a toda red social", pone de manifiesto el autor del libro. 

El objetivo del astroturfing es manipular al usuario para que compre tu discurso.  "¿Por qué detectamos tuits sobre Menores no Acompañados que triunfan en la red?", se pregunta Bot Ruso y él mismo responde: "porque están creados para despertar un sentimiento en el usuario. Un impacto en aquello que más le preocupa. No hay nada escrito al azar". 

"Las redes sociales son como meterte de noche en un descampado de esos que ponen para ir a pasear al perro: tú puedes ir andando y que no pase nada. Pero puedes dejarte las suelas llenas de mierda de perro", advierte sobre el peligro de estas webs y apps. 

El experto hace ver que según su experiencia de diez años "es más fácil propagar el sentimiento negativo que el positivo". Por ejemplo, en un cara a cara entre dos candidatos "es más fácil aumentar la opinión negativa sobre el adversario que intentar hacer que aumente la conversación positiva sobre tu candidato", revela. 

Y da igual si eres mujer y hombre o tu edad. Ni siquiera influye que tengas ganas de gresca en las redes: somos manipulables. "Tú puedes ser la persona más pacífica del mundo, pero si vengo, como un diablillo de la conciencia y te empiezo a contar que tú vas a tener que decidir entre pagar la luz o darle de merendar a tu hijo mientras el político de turno cuela a sus amiguitos en consejos de administración de las eléctricas se turno...", ejemplifica Bot Ruso. 

"Internet, en general, podría ser libre", teoriza el autor, que hace ver que "hasta la llegada de la Web 2.0, el poder de la información estaba en manos de unos pocos medios de comunicación". 

Pero eso está cambiando: "Hoy en día yo puedo hacer una grabación de lo que sucede en Madrid, compartirla en Twitter y hacer que ese mensaje llegue hasta Francia, Alemania, Estados Unidos"... El problema, sin embargo, es que "algunos no están interesados en que eso sea así, porque, de esta forma, no tienen el control". Y por eso nacen las agencias de astroturfing, "para que esas personas mantengan el control".

¿Soluciones? Es posible, aunque complicado. Siempre se habla de exigir el DNI a los usuarios para crearse una cuenta, algo que según Bot Ruso "entra en conflicto con la privacidad de las personas". 

Él hace ver que "hay gente que, con la información que yo proporciono, tendrán mejores ideas sobre cómo combatir a las agencias de desinformación", concluye.

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