En las personas, el glaucoma es la principal causa de ceguera irreversible en el mundo. Pero, ¿puede nuestra mascota desarrollar esta misma enfermedad ocular? La respuesta es sí y, no sólo eso, es también una de las principales razones de la pérdida de visión en perros.

El glaucoma es un conjunto de enfermedades progresivas que se caracteriza por el daño de las células nerviosas de la retina y una neuropatía óptica específica, tal y como explican desde la red de clínicas veterinarias AniCura, quienes añaden que hay tres tipos diferentes: el glaucoma congénito, el primario y el secundario.

"El glaucoma congénito es el menos frecuente, se manifiesta en los primeros meses de vida; el glaucoma primario es una condición hereditaria a la que ciertas razas tienen predisposición y cuyos primeros síntomas se pueden ver entre los cuatro y los diez años; y el glaucoma secundario es una condición adquirida de la que la causa principal es la inflamación intraocular (entre otras) y que puede presentarse a cualquier edad", detallan en una nota de prensa.

Signos para detectar su diagnóstico

“El principal problema del glaucoma es que es una enfermedad de difícil diagnóstico, ya que en la mayoría de los casos es indolora y no la percibimos hasta que es irreversible” comenta Àngels Ribas, veterinaria del equipo de oftalmología de AniCura Ars Veterinaria Hospital Veterinari.

Algunas de las señales que nos indican esta patología son el aumento de la presión intraocular, la retención de líquido en la córnea (edema), el aumento del tamaño de la pupila, la pérdida de visión o el aumento del globo ocular, la mayoría de ellos, difíciles de detectar y, por lo general, cuando son notables, ya suele ser demasiado tarde. 

Ángels recomienda hacer revisiones oftalmológicas periódicas para detectar a tiempo el glaucoma, "sobre todo en aquellas mascotas que pueden tener una predisposición racial o herencia genética”, comenta.

En cuanto al tratamiento, el glaucoma no se puede curar, por lo que su objetivo es frenar la evolución de la enfermedad e intentar mantener la visión del animal el máximo tiempo posible. "Normalmente, se inicia el tratamiento médico y, según la evolución, se verá si es necesaria o no una intervención quirúrgica, donde podremos reducir el humor acuoso a través de láser o facilitar su salida a través de válvulas o implantes", concluye Àngels.