
Ana María Aldón sigue tentando a la suerte. Lo hace cada fin de semana desde un Viva la vida imparable en audiencia y que acoge, por fascículos, esa extraña relación entre la diseñadora y el torero José Ortega Cano. Ante la sorpresa contagiosa de Emma García, la colaboradora ventila sus frustraciones sentimentales, pero se lleva las manos a la cabeza cuando los que la analizan concluyen que entre ellos hay demasiada tensión sin resolver.
Insinúa que su matrimonio es una farsa, pero espera que su esposo ponga la otra mejilla, tienda puentes y le haga la genuflexión. Cuenta sin filtro en televisión buscando una reacción en casa que ni ha llegado ni tiene intención de llegar. El torero capotea la polémica como puede e intenta que las arenas movedizas no acaben engulléndole.
Me explican que anda revuelto porque algunos de sus familiares más directos ya le advirtieron que esto iba a suceder. De hecho, 20minutos ya adelantó que la familia del diestro no quería que se repitiera la fórmula Rosa Benito y Amador Mohedano. No se equivocaron al hacer los vaticinios. Ya hay quien le ha pedido, categórica e insistentemente, que no permita semejante sangría mediática. No todos en la familia aplauden semejante culebrón. Los hay que, molestos e indignados por la sobreexposición continua, piden que medie.
Él resta importancia a la cuestión y dice que todo es un invento de la prensa, que están sacado de quicio las declaraciones buenistas de su mujer. Tal vez alguien debería rebobinar la cinta y enseñarle las palabras sin aditivos ni colorantes.
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