
Isabel Pantoja no puede más. Está cansada de que cada vez que descuelga el teléfono se encuentre con personas ávidas de repercusión y titulares.
Es consciente de que todos quieren saber lo que piensa, cómo se siente y si hay posibilidad de reconciliarse con su hijo Kiko, pero cree que las formas no son las correctas. Está con la mosca detrás de la oreja porque no entiende que todos los que hablan con ella acaben ventilando, sin excepción, las conversaciones por un puñado de monedas de oro.
Está más tranquila que tiempo atrás, ha recuperado el trato casi diario con su hija Isa y no descarta un acercamiento con su hijo, pero desliza que él no es totalmente libre para sacudirse de escándalos, pedir perdón e intentar volver a empezar. Costará, pero no será imposible.
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