Una ucraniana escondida graba el sonido de los disparos golpeando el techo de su búnker

Varias personas refugiadas en un búnker en Ucrania.
Varias personas refugiadas en un búnker en Ucrania.
ATLAS
Varias personas refugiadas en un búnker en Ucrania.
Varias personas refugiadas en un búnker en Ucrania.
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El sonido de la guerra se puede apreciar en el interior del búnker en el que lleva ocho días escondida Daría junto a sus vecinos y familiares en Kiev. Sobre el techo del refugio golpean y se sienten con mucha fuerza las balas y disparos del conflicto, tal y como muestran las imágenes grabadas por ella misma en la noche de este viernes. 

Esta es la situación en la que viven miles de personas desde hace 11 días en Ucrania, cuando comenzó la invasión rusa. Seres humanos hacinados en búnkeres aterrorizados, con sus vidas completamente paralizadas por la guerra.

Victoria, otra ciudadana refugiada en uno de estos escondites, asegura que vivir así "es un terror, no sé, no he sentido tanto miedo jamás en mi vida, parece un sueño que nunca se va a acabar. Un miedo horrible a dormirte, porque piensas que si te duermes no te vas a despertar jamás". 

"Aquí somos unas 100 personas o así en total, hay distintas habitaciones", explica, "en la que yo estoy hay un niño de un añito, otra de dos semanas, otro que tendrá unos cuatro años o así", continúa contando en un vídeo.

Los pequeños están creciendo resguardados entre esas cuatro paredes, huyendo junto a sus padres de la invasión. "El que tiene un añito hace unos dos días fue su cumpleaños, cumplió un año y lo ha tenido que pasar aquí. Junto a la cama están sus juguetes, los que han podido traer desde casa", señala.

Cada día, "cuando está más tranquila la situación", salen del búnker, ubicado cerca de su casa, para asearse y "comer algo caliente", pero la escena con la que se encuentran al regresar a su hogar es desoladora, pues se trata de una estampa completamente apocalíptica, con las calles destruidas y prácticamente en ruinas y algunos bloques ardiendo. 

Su barrio ha sido arrasado, y el parque en el que disfrutó de su infancia, destruido, mientras que las viviendas de sus vecinos y la suya propia ya no existen como consecuencia de los misiles. 

Ella tiene refugio, pero Eugenia se ha tenido que quedar en casa con su hija. "Fui a ver el búnker más cercano a mi casa, y lo que vi fue un desastre porque hubo tanta gente que no se podía sentar nadie, ni respirar, la gente se desmayaba. Por eso mi hija de 13 años y yo decidimos quedarnos en casa", cuenta. 

En primera persona, muestra también otras de las consecuencias de la guerra: el desabastecimiento en los supermercados de su barrio: "Ahora tenemos problemas con los productos de alimentación más simples, leche, huevos, pan, verduras... las colas en las tiendas son enorme, a veces hay que esperar dos o tres horas para comprar algo", subraya. 

Confiesa sentir pánico al futuro, pues la incertidumbre sobre qué pasará al día siguiente la tiene atemorizada, y explica que "la inseguridad me mata, no sé si mañana tendré casa, no sé si mañana tendré techo, no sé si mañana habrá pan en la tienda, no sé si mi hija podrá ir a la escuela".

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