Estados Unidos o Reino Unido llevaban mucho tiempo avisando, y a pesar de las negativas de Rusia, este jueves se cumplieron los peores temores de la comunidad internacional y Rusia invadía Ucrania.
La decisión de Vladimir Putin contrasta con lo que él mismo decía hace no tanto: el pasado día 15, es decir, hace poco más de diez días, el todopoderoso líder ruso negaba ante los medios la posibilidad de un conflicto bélico.
"¿La queremos (la guerra) o no? Por supuesto que no. Precisamente por eso presentamos propuestas para un proceso de negociaciones", dijo entonces Putin, con media sonrisa, ante los medios.
Estas declaraciones las hizo el presidente ruso en la visita que le hizo a Moscú el canciller alemán, Olaf Scholz, en un intento de enfriar la creciente tensión en la frontera entre Rusia y Ucrania.
El propio Scholz se tragó la engañifa de Putin: "Para mi generación, la guerra en Europa se ha convertido en algo impensable y debemos asegurarnos de que siga siendo así", dijo entonces el canciller alemán.
Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, pensaba igual: "Creemos que hay motivos para un optimismo cauteloso basado en las señales y los signos procedentes de Moscú de que están dispuestos a comprometerse, a seguir participando en un esfuerzo diplomático, y nosotros estamos dispuestos a seguir participando en un esfuerzo diplomático".
Tan solo unos días después, tanto Scholz como Stoltenberg han podido comprobar lo equivocados que estaban: Rusia ha entrado a sangre y fuego a Ucrania y las consecuencias pueden ser imprevisibles.
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