Así se vació Castilla y León: el 77% de los municipios de la comunidad están en riesgo de despoblación

Evolución en el número de pueblos con y sin nacimientos en Castilla y León (1980-2020)
Evolución en el número de pueblos con y sin nacimientos en Castilla y León (1980-2020)
JORGE MILLÁN / 20M
Evolución en el número de pueblos con y sin nacimientos en Castilla y León (1980-2020)

Castilla y León es uno de los exponentes indiscutibles de lo que se ha dado en llamar la España vacía, un basto territorio en el interior de la Península en el que cada vez vive menos gente. Las elecciones que se celebran este domingo en la comunidad han puesto el foco mediático sobre el mundo rural, cuyos asuntos a menudo pasan de puntillas sobre la actualidad política española. Y una de las grandes cuestiones que han marcado la campaña electoral ha sido la despoblación y sus consecuencias. Tanto es así, que uno de los partidos que concurren al proceso -y al que algunas encuestas otorgan representación parlamentaria- se presenta con el nombre de España Vaciada.

Lo cierto es que Castilla y León lleva perdiendo población de forma ininterrumpida desde el año 2009. En los últimos 20 años, seis de las nueve provincias castellanoleonesas han perdido habitantes, un proceso que se extiende al 86% de los municipios. En más de la mitad de las localidades no nacieron niños en 2021 y menos del 20% de ellas tienen escuelas de educación infantil, primaria o secundaria de titularidad pública en su territorio. Todo ello, en su conjunto, ha provocado que ocho de cada diez municipios de este territorio (el 77%) esté en riesgo de despoblación (uno de los umbrales más empleados para hablar de despoblación son densidades poblacionales inferiores a 12,5 habitantes por km2).

El acuciante proceso de vaciamiento que afecta a Castilla y León tiene raíces que se remontan mucho más atrás en el tiempo. En concreto, al desarrollo de la industria en País Vasco, Cataluña y Madrid durante la segunda mitad del siglo pasado, lo que llevó a cientos de miles de castellanoleoneses a emigrar en busca de mejores oportunidades, especialmente entre las capas más pobres de la sociedad.

"Hay un proceso de migración que durante los años sesenta, setenta y casi hasta los ochenta no se veía muy mal porque, aunque se marchaba mucha gente, venía siendo compensado por una elevada fecundidad", explica a 20minutos Alberto del Rey, catedrático de Sociología y doctor en Demografía por la Universidad de Salamanca (USAL). 

Sin embargo, el desplome en el número de nacimientos durante los ochenta comenzó a revelar un problema demográfico más grave. "En los ochenta se empieza a unir gente que empieza a tener cierta formación y que necesita puestos de trabajo que no le ofrecen los pueblos", explica Del Rey. 

Evolución en el número de pueblos con y sin nacimientos en Castilla y León (1980-2020)
Evolución en el número de pueblos con y sin nacimientos en Castilla y León (1980-2020)
JORGE MILLÁN / 20M

A mediados de los noventa, la llegada de millones de migrantes, principalmente hispanoamericanos y de Europa del este, contribuyó a camuflar el vaciamiento, al menos globalmente. "En conjunto, Castilla y León no perdía población porque la migración lo compensaba", explica Del Rey. Sin embargo, este proceso comienza a poner de manifiesto la falta de pujanza demográfica del territorio en comparación con el resto del país. "Castilla y León ve que se queda atrás", resume José Luis Sánchez, catedrático en Geografía Humana en la USAL. 

El declive en la llegada de migrantes que se produjo tras la gran crisis financiera de 2008 acentuó aún más la tendencia. "En cuanto se cierra ese aporte de fuera se pone en evidencia que la población regional no proporciona crecimiento. Empieza un proceso de mayor redistribución interna. Ya no quedaba mucha gente en el medio rural por salir, sigue saliendo la gente joven y se produce un segundo fenómeno que no se había dado antes y que hace saltar las alarmas: la pérdida de pulso de las capitales provinciales", destaca José Luis Sánchez.

Evolución en el número de municipios de Castilla y León con menos de 250 habitantes (1996-2021)
Evolución en el número de municipios de Castilla y León con menos de 250 habitantes (1996-2021)
JORGE MILLÁN / 20M

Un proceso "irreversible"

Llegados a este punto, los dos expertos consultados coinciden en señalar que la situación actual ha llegado a un punto de no retorno. "Desde el punto de vista poblacional no es posible revertir el proceso. En muchos pueblos no hay gente joven que pueda tener hijos. Hay pueblos donde llevan 10 ó 15 años que no han registrado ni un solo nacimiento y hay muchísima gente mayor. Hay pueblos con edades medias mayores de 60 años", reflexiona Del Rey.

Por ello, incluso impulsar políticas para fomentar la natalidad parece estéril. "La natalidad se impulsa cuando la gente todavía puede tener hijos, en los pueblos donde no hay mujeres entre 20 y 35 años, ¿quién va a tener hijos?", se pregunta Del Rey. "Si no ocurre nada externo a ellos, están condenados a desaparecer, no hay ninguna solución", zanja.

"Estamos en crecimientos vegetativos negativos. En el medio rural mueren más personas de las que nacen de manera generalizada", apunta, por su parte, Sánchez. "La economía de la región no es capaz de generar empleos ni para su propia población, mucho menos para personas de fuera. El panorama es extremadamente comprometido", añade.

"Es una pérdida absoluta de calidad de vida"

Las consecuencias del vaciado del territorio llevan años dejándose notar. El cierre masivo de centros médicos, bares, oficinas bancarias, farmacias e incluso iglesias hace que la vida sea cada vez más difícil para quienes optan por quedarse o no tienen otra alternativa.

"El grave drama del despoblamiento hoy día es que la gente que se está quedando en los pueblos cada vez tiene menos servicios. Es una pérdida absoluta de calidad de vida", apunta Del Rey. "Tenemos pueblos con problemas de infraestructuras, internet de mala calidad, no hay cobertura telefónica…. La gente que está en zonas despobladas no tiene los mismos derechos ni servicios que la gente que vive en otros lugares y ese debería ser el foco", agrega.

Esta reflexión la comparte también Sánchez. "Esas personas son ciudadanos como todos los demás. Tienen derecho a recibir unos servicios públicos dignos en la misma calidad que un urbanita. O se apoya un poco los servicios o esta gente terminará por irse", concluye.

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