El 'maquillaje' de Johnson: el primer ministro británico retoca su Gobierno mientras le crecen las polémicas

El primer ministro británico, Boris Johnson.
El primer ministro británico, Boris Johnson.
EP
El primer ministro británico, Boris Johnson.

Boris Johnson quiere acabar con las polémicas y el desgaste que envuelven a su figura, pero al primer ministro británico parece que no le está saliendo del todo bien el plan. Por lo pronto, este martes ha nombrado a uno de sus principales aliados, Jacob Rees-Mogg, como nuevo responsable gubernamental para las "oportunidades del Brexit", en un ligero retoque a su Ejecutivo con el que espera recuperar la iniciativa política perdida en las últimas semanas.

Downing Street, la oficina del primer ministro británico, señaló en un comunicado que la reina ha aprobado el nombramiento de Rees-Mogg, hasta ahora jefe de los conservadores en la cámara baja, como nuevo secretario de Estado para las Oportunidades del Brexit y la Eficiencia Gubernamental. Pero ese 'maquillaje' de su Ejecutivo no hace olvidar el último lío en el que se ha visto envuelto después de que el acoso de un grupo de manifestantes al líder del Partido Laborista británico, Keir Starmer, haya sembrado nuevas dudas sobre el comportamiento reciente líder conservador, que acusó falsamente al dirigente opositor de no investigar durante su etapa en la Fiscalía al presentador Jimmy Savile, acusado de cientos de abusos sexuales.

La Policía tuvo que escoltar al líder laborista y detuvo a dos personas por estos incidentes, condenados por el propio Johnson. "Todo acoso a nuestros representantes electos es completamente inaceptable", afirmó el premier en Twitter, en un mensaje en el que alabó la "rápida" respuesta de las fuerzas de seguridad.

Downing Street niega que lo ocurrido tenga algo que ver con las declaraciones de Johnson y deja claro que el jefe del Gobierno no se disculpará. "Tiene otras cosas de las que ocuparse hoy", ha sentenciado una fuente consultada por la cadena BBC, después de que varios diputados, incluidos conservadores, sí hayan vinculado públicamente los dos hechos.

El secretario de Estado de Tecnología, Chris Philip, también ha defendido en una entrevista este martes que "no hay forma de establecer un vínculo razonable" entre los gritos de los manifestantes y la posición del primer ministro y ha señalado que, aunque las palabras de Johnson podían "malinterpretarse", ya están aclaradas.

De hecho, ya antes de la protesta del lunes había críticas sobre los matices parciales hechos por Johnson, que acusó a Starmer de "dedicar su tiempo a procesar a periodistas en lugar de a Jimmy Savile". A posteriori, aclaró que su rival político no tuvo nada que ver "personalmente" con la decisión de no procesar al difunto presentador y alegó que sólo quería poner el foco en la "responsabilidad" de la Fiscalía en su conjunto.

En mayo se celebran elecciones locales, que pueden suponer la puntilla para Boris Johnson si los resultados electorales de los conservadores son malos. Hace solo unos meses, de hecho, perdieron el escaño en el condado de North Shropshire después de ocuparlo durante más de 200 años. Asimismo, más a medio plazo tendrá que volver a afrontar el ya permanente choque con Escocia, pues Edimburgo ya plantea repetir el referéndum de independencia.

Los conflictos territoriales son otra china en el zapato de Johnson, porque también tendrá que manejar las elecciones en Irlanda del Norte -donde su primer ministro acaba de dimitir por desacuerdos respecto al acuerdo del brexit-, todavía parte del Reino Unido pero que puede tener, como Escocia, ínfulas de independencia, sobre todo atendiendo a los efectos del brexit. Mientras tanto, el futuro de Boris Johnson depende casi de una sola cosa: lo que diga la policía.

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