Este viernes han declarado en un juzgado de instrucción de Cartagena cuatro testigos por la muerte de Sara G., fallecida el 1 de enero tras pasar casi un mes en cuidados intensivos tras someterse a una lipoescultura, estando acusados de homicidio imprudente el cirujano, J.A.M., y el anestesista, J.G.V., de la operación.

Una amiga de la mujer fallecida tras una lipoescultura explica que otros cirujanos le habían "desaconsejado la operación"

En la sesión han testificado la enfermera y una auxiliar de enfermería, esta última pareja sentimental del cirujano en el momento de los hechos, que estuvieron en la operación en la clínica Virgen de la Caridad, así como la jefa del servicio de Urgencias y una cirujana del hospital Santa Lucía de Cartagena, que atendieron a la paciente durante el mes que permaneció ingresada en cuidados intensivos antes de fallecer.

En declaraciones a los medios de comunicación, Tatiana, una cirujana del hospital Santa Lucía, ha confirmado que Sara llegó en muy mal estado al centro sanitario, aunque ha pedido no detallar nada sobre el caso porque es un tema "muy delicado" y por "respeto" al hospital y a la familia de la fallecida.

"Son cosas que le pueden pasar a cualquier profesional", ha apostillado la cirujana, quien ha recibido muestras de agradecimiento y afecto de los familiares presentes en el exterior de los juzgados de Cartagena por la atención dispensada a la paciente en el centro sanitario donde fue trasladada tras la lipoescultura.

Mientras, uno de los abogados de la acusación particular, Evaristo Llanos, que representa al padre de la fallecida, ha adelantado que los testimonios han permitido "resolver algunas dudas" sobre lo ocurrido en el quirófano de la clínica.

Por su parte, Mercedes Murcia, letrada de la acusación que representa al hijo menor de Sara G. y a su exmarido, ha explicado que las testigos han aportado "datos importantes" y que la defensa del cirujano ha basado sus preguntas en "echar la responsabilidad" de la muerte a los profesionales del hospital Santa Lucía, lo que "no se sostiene y no tiene sentido" porque este personal estuvo "un mes luchando" por la vida de la víctima.

Murcia ha relatado que los médicos que atendieron a Sara G. cuando ingresó en el hospital público han contado que la mujer les dijo que "tenía un pálpito cuando entró a operarse de que sabía que iba a salir mal".

La letrada ha añadido que ha sido "estremecedor" y un "jarro de agua fría" saber que la paciente era "consciente de dónde estaba, lo que había sufrido y lo que le quedaba por sufrir".

Mientras, el hermano de Sara G., Rubén Gómez, ha valorado que los testigos van a arrojar luz sobre "cosas que desconocíamos" y ha adelantado que el letrado que representa a la familia "no están por la labor" de continuar la acusación penal contra el anestesista, "aparte de que pudiera incurrir en una imprudencia".

Además, ha apuntado que la pareja del cirujano y su hermano pudieron tener una "enemistad" previa a la operación y no descarta que, en función de la instrucción, se amplíe a ella la denuncia por algún ilícito penal, como intrusismo profesional, en caso de que no tuviera la titulación necesaria para asistir a la intervención, o contra la intimidad, si se demuestra que publicó vídeos privados de Sara.

Finalmente, el exmarido de la víctima, Ezequiel Nicolás, ha insistido en que esperan que la investigación judicial permita saber "lo que ocurrió allí dentro" y "depurar responsabilidades".

Tras ser sometida a la operación de cirugía estética, la mujer fue trasladada al hospital Santa Lucía, donde ingresó con peritonitis fecaloidea y biliar, necrosis isquémica de colon ascendente, múltiples perforaciones intestinales, perforación duodenal, necrosis de pared abdominal, laceraciones hepáticas, absceso retroperitoneal y evisceración contenida.