ENTREVISTA | Nacho Vegas: "El discurso de ultraderecha está ocupando el papel rebelde y me parece peligrosísimo"

Nacho Vegas, en una calle de Madrid.
Nacho Vegas, en una calle de Madrid.
Jorge París
Nacho Vegas, en una calle de Madrid.
El músico Nacho Vegas.
JORGE PARÍS / BIEITO ÁLVAREZ

El músico Nacho Vegas ve la realidad y la pasa por el tamiz de su guitarra para filtrarla y convertirla en canciones. Sin darse cuenta, estas acaban por encajar, por tener "un nexo común" y acaban en un disco que "les pone un poco de orden". Ese álbum es Mundos Inmóviles Derrumbándose (Oso Polita), su último trabajo, ya a la venta. Nos reunimos con Nacho Vegas en el hotel Petit Palace de Madrid para hablar de su disco, sus canciones y los sentimientos. 

¿Cual es el nexo de estas nuevas canciones? Fue un parto complicado, porque hubo un atasco brutal cuando empecé a esbozar las canciones a finales de 2019, cuando acababa la gira del anterior disco. Pero luego tal y como fue 2020, un año muy extraño, en el que nos faltaban estímulos para poder escribir canciones con cierta lucidez que necesito para escribir y para transformar la realidad de la que parten las canciones en otra cosa, que tiene que ser una especie de verdad emocional, que es en lo que acaban desembocando las canciones.

¿Qué había en esa verdad emocional? Al final creo que lo hice desde un punto de partida muy solitario y la soledad está muy reflejada en el disco y la necesidad de compartirla, hablar de ella para combatirla. La música popular tiene ese papel de hablar de las cosas dolorosas. Cuando sufrimos significa que estamos vivos. Y en este disco muchas canciones parten de sentimientos dolorosos pero siempre arrojando algo, siempre hay una rendija por la que pasa la luz. Por eso en el disco se reivindican conceptos como la ternura como un arma con la que enfrentarse a un mundo que se ha rebelado más hostil de lo que yo recordaba.

¿A las canciones de Nacho Vegas hay que buscarles un mensaje o un sentido o no tiene por qué? No creo en el concepto del mensaje, aunque lo entiendo y lo he utilizado. Hablar de que una canción te da un mensaje parece que estás diciendo que la canción cumple una función y creo que las canciones no son funcionales en absoluto, no sirven para nada, pero al mismo tiempo son necesarias y son urgentes, como el amor, que es un sentimiento que no nos es útil, pero es central en nuestras vidas. Con la música ocurre algo parecido.

Una canción suya habla de la realidad, pero no, ¿es así? Las canciones parten de una realidad que tienen que ver con cosas que me suceden en mi vida, que parten de experiencias de primera mano, cosas que tienen que ver con sentimientos íntimos, del mundo que me ha tocado vivir. Pero luego la canción sufre una transformación que te lleva a convertir esa realidad en otra cosa, en algo que la gente perciba como universal, algo que puede tocar a alguien que viva en una realidad social y cultural diferente a la tuya.

Tiene mucho público allende los mares... A mí me ha hecho mucha ilusión y me ha ocurrido con canciones que hablan de cosas muy concretas como mencionar calles de la ciudad en la que vivo, Xixón y que esa canción la cogieran seguidores míos de Latinoamérica y la resignificaran para hablar de sus propias ciudades. Te das cuenta de que de lo concreto se puede llegar a expresar sentimientos universales.

¿Cómo sabe cuándo ha terminado una canción? Es algo que me llevo preguntando mucho tiempo. Hay un momento en el que lo sabes. Hay una chispa, de la que surge la canción y luego hay un proceso que requiere disciplina, corregir, darle vueltas… y hay veces que hay canciones que empiezas a escribirlas y piensas que podría durar 45 minutos y ser un coñazo. Pero de alguna manera llega el momento en el que sabes que lo tienes, que ya tienes por lo menos el primer esbozo. Tiene que ver más con el inconsciente que con algo racional. Las canciones se siguen corrigiendo a veces incluso después de acabadas. Me gusta pensar en las canciones como si fueran seres vivos, que pueden cambiar con el paso del tiempo, según las vas interpretando en las giras, a lo largo de los años. Es lo que hago con el repertorio antiguo.

Mundos inmóviles derrumbándose, ¿es porque todo cambia pero todo sigue igual? Precisamente es todo lo contrario (risas). Lo de que nada cambie no es algo que resulte esperanzador. Vivimos en un mundo que percibo que está atrapado en unos corsés del sistema hegemónico y que va a acabar reventando de alguna manera. Tenemos que derrumbarlo para poder construir algo nuevo. No hablo tanto del mundo en el que vivimos, sino también de nuestros mundos interiores. Percibo en la gente últimamente un sentimiento o actitud cínica. Como si se hubiera puesto de moda el cinismo, un cinismo que llega a expresarse por un sarcasmo que cuando más cruel parece que puntúa más, sobre todo en redes sociales.

¿Cómo luchamos contra ese cinismo? Contra eso tenemos que romper esos sentimientos que empiezan y acaban en uno mismo y reivindicar los sentimientos que reconocen al otro, como la ternura y construir mundos que sean mejores que el que nos ha tocado vivir, que no es difícil, porque estamos en la mierda. Todos llevamos un ser reaccionario dentro, a todos nos asustan los cambios y cuando vivimos cosas como las que acabamos de vivir parece que lo que nos sale es “madre mía que me quede como estaba antes”, pero tenemos que dar ese paso, que es un esfuerzo grande, pero necesario para que cambien las cosas. Se requiere apelar a la conciencia. La música y la cultura popular pueden ayudar en eso de remover conciencias.

Hablemos de la ternura, que tiene una canción en el disco, ¿es un don que practicamos poco? La ternura es necesaria y todos la valoramos, pero no somos conscientes de la magnitud que puede tener ese sentimiento. Percibimos que la ternura tiene que ver con el cariño, con el apoyo mutuo y no percibimos el poder que puede tener como algo que nos empodere, que nos haga ser conscientes de nuestra realidad y de la de la gente que tenemos al rededor. Eso crea una especie de fuerza colectiva, un apoyo mutuo que crea algo todavía más poderoso. La ternura tiene una dimensión más amplia de la que creemos.

Se habla también del amor, ¿alguna vez es tarde para el amor? Nunca es tarde, pero cuando mayores nos hacemos caemos en una actitud de pensar de que nunca más nos vamos a enamorar, que eso causa disgustos, pero creo que no, que tenemos que estar preparados para el amor, porque es el motor de la vida. Si nos conformamos con tomar un ansiolítico cada día para estar tranquilos y no correr ningún riesgo al final acabaremos siendo robots.

¿Cuál es el sentimiento que más le empuja a componer? Una sensación de urgencia. Una sensación como de desarreglo, de desajusta. Escribo una canción cuando veo que en mi mundo algo no funciona como debería, que no hay armonía. El mundo desafina muchísimo y las canciones son las que intentan buscarle la armonía. Las canciones ayudan a expresar cosas complejas y contradictorias.

La canción El mundo en torno a ti, ¿es una bofetada para los egocéntricos? Sí, el mundo no gira en torno a nadie. Todos deberíamos ponernos frente al espejo con cierta humildad, que es una actitud que debemos reivindicar y mirarnos a nosotros mismos sabiendo que necesitamos de los demás. No somos seres autosuficientes e independientes como pensamos. Nosotros hacemos girar al mundo, pero el mundo no gira en torno a nosotros.

¿Es difícil mantener la humildad cuando se es un artista conocido? Yo hago un ejercicio de recordar en las primeras canciones que escribía antes de publicar mi primer disco, cuando las hacía sin saber si alguien las publicaría o las escucharían. Las hacía simplemente porque necesitaba escribirlas. Y cuando la gente empieza a hacerte caso y tienes una cierta proyección pública y te dan palmaditas en la espalda tienes que abstraerte de todo eso y volver a ese estado de inocencia del principio. Las canciones populares necesitan un estado de pureza para nacer. Yo por suerte nunca he tenido demasiado éxito y eso es bueno porque ayuda a tener los pies en la tierra. Y si se me va la cabeza, tengo amigos para que me den una colleja cuando haga falta. Es verdad que en la historia del rock hay muchos ejemplos de gente que ha muerto de éxito, porque el mundo que rodea el glamour, con el éxito en la música puede ser complejo… un ejemplo es el de Michael Jackson, que revolucionó el pop y acabó convirtiéndose en un muñeco magullado. Los que tenemos la suerte de poder vivir de esto pero manteniéndonos con los pies en el suelo tenemos que valorarlo.

En literatura hubo una generación del 98, del 27… ¿Hay generaciones en la música? ¿A cuál pertenece usted? Más que generaciones hay escenas musicales diferentes y yo para bien o para mal pertenezco a la del Indie, del que surgió en los 90 y que venía del Indie anglosajón y que supuso una ruptura de lo que había sido el pop rock español y que estaba en decadencia. Pertenezco a esa generación y de sus vicios y virtudes he ido aprendiendo.

¿Hay alguna diferencia entre un poeta y un letrista? Sí, para mí hay grandes letristas de la música popular cuyas letras no leería fuera de las canciones. Las letras forman parte de una canción, en la que además hay partitura, pero en la que lo que hace que todo cobre vida es la interpretación. Una canción está viva cuando alguien la interpreta y una misma canción son tantas canciones distintas como veces se interpreta. En cambio un poema es un poema por cada lector que lo interpreta, de alguna manera a un poema es el lector el que le pone la música. En una canción esa música ya está hecha. Compartimos la palabra como materia prima, pero un buen letrista no tiene por qué ser un buen poeta.

¿En Big Crunch aparecen todas las cosas que le molestan? No, pero sí es una de esas canciones vómito, en las que vuelcas cosas que no te gustan, pero la lista sería infinita. Hay muchas cosas que resultan despreciables y que por desgracia están normalizadas, que es lo que más me preocupa y que es lo que refleja la canción. A veces se normalizan cosas que deberían resultarnos escandalosas.

¿Cómo qué? Hablaba el otro día con alguien de que está de moda ser facha. No es solo que hayamos normalizado el fascismo, como si fuera una opción política más, que ya es problemático, es que para una generación de jóvenes ese discurso de odio, racista, antifeminista, lgtifóbico está calando como si fuera el discurso rebelde. Como si fuera ese macarrismo que a todos nos gusta tener cuando somos jóvenes. El discurso de ultraderecha está ocupando ese papel rebelde y me parece peligrosísimo que estemos pasándolo por alto.

¿Cree que Grande Marlaska oirá el disco, ya que le cita? No tengo ni idea (risas). No sé. A lo mejor le salta en alguna lista de Spotify.

Critica al capitalismo en la canción, ¿hace algo para salir de él? Es difícil porque es un sistema que tardará más en caer que el imperio romano, no será cosa de un día. Requiere una lucha diaria. Yo ya decidí asociar la música al activismo y la militancia como en anticapitalistas, la Caja de Músicos de Asturias y colaborar con movimientos sociales y acompañarles dando voz a esos movimientos, haciendo que la música sea un altavoz. No creo que tengamos que ir en primera línea, pero sí acompañar.

¿Hay que separar al artista de la obra? ¿Alguien debería dejar de oírle por ser anticapitalista? Se debería separar, pero ¿hasta qué punto lo que eres tú está volcado en tu obra? Es difícil separarlos del todo. Salen cosas de Woody Allen y de repente te empieza a caer mal y le ves con otros ojos pero ¿vas a renegar de todas esas películas con las que disfrutaste? Y luego las ves y resulta que les haces otra lectura y te creas un dilema que a lo mejor es bueno tener. Quizá tenemos que plantearnos hasta qué punto los que nos dedicamos a crear y que lo hacemos con cosas que tienen que ver con nuestra vida al final estamos exponiéndonos y exponiendo nuestras contradicciones y dilemas. No creo que haya que crucificar o cancelar la obra de un artista porque sea un miserable en su vida, pero sí que es bueno tener ciertos debates y dilemas al respecto.

¿Cuánto de autobiográfica tiene la canción de Ramón moría? Mucho… no me gusta hablar de canciones autobiográficas… porque aunque una canción hable de la realidad intenta trascenderla, no sólo contarla. No se trata sólo de lo que pasó tras la muerte de un colega, pero entre la realidad de la que parte la canción y la verdad de la canción hay una distancia y en este tema esa distancia es mínima. Es una canción que me resulta muy cercana y que me toca mucho.

¿Que te hagan una canción es la mejor forma de irse? No lo puedo saber, pero quiero pensar que sí, que una canción en la que hablas de alguien que fue importante en tu vida quieres pensar que a esa persona le habría hecho ilusión.

¿Es una forma de abordar temas más amplios? Cuando hablas de pérdidas muy concretas en realidad estás hablando de la muerte, que está muy presente en la música popular y en cancionero, es una excusa para hablar de la vida. No es tan importante la pérdida como lo que sucede tras ella, de cómo reaccionamos los vivos, cómo reaccionamos al duelo y de cómo ha cambiado eso.

¿Y cómo ha cambiado? Desde un punto de vista antropológico los seres queridos nos reuníamos y pasábamos el duelo así. Ahora lo hacemos todo sin siquiera llamarnos y tomando cada uno decisiones desde una perspectiva especialmente individualista, que es uno de los males de este mundo.

El asturiano, el bable, se merecía canciones, ¿no? Sí, claro, se merece canciones y se merece lo que espero que suceda en pocos meses, que es que sea reconocido como lengua oficial. Llevamos muchos años de batalla para que haya una reforma estatutaria y se reconozca ese derecho lingüístico básico del pueblo asturiano. Hay que normalizar esa lengua y poder usarla para hablar no sólo de Asturias, sino del mundo. Estamos en una situación de disglosia que tenemos que combatir. Parece que el castellano es considerado como la lengua culta, la que se habla en ambientes de prestigio y que el asturiano se usa solamente para ambientes cotidianos, para el humor, para discursos metalingüísticos… o escribir en asturiano sobre el mundo. Por eso conté en este disco con canciones en asturiano.

Siempre lleva a Asturias por bandera, ¿le gustaría tener una rotonda o una calle en Gijón? (Risas) Tengo una elegida por si llega ese momento. Es la más corta de la ciudad y yo vivía enfrente. Se llama calle Segovia y creo que se puede renombrar perfectamente, no hace falta una calle que se llame Sagovia y quizá sí una que se llame Nacho Vegas (risas). Es una calle que sólo tiene un número y es el 2, no sé por qué. Es una calle insignificante y si me merezco una calle es esa.

¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de la música, cuándo le llegó la llamada? Hubo muchos momentos que para mí marcaron un hito al pensar que quería hacer esto. El primer grupo del que fui verdaderamente fan fueron los Housemartins y recuerdo la impresión que me causó su música. Sentí que era algo diferente y que me apelaba de forma especial. Pero también recuerdo a mi padre que me ponía en el coche cintas de Los Brincos o de los Beatles y recuerdo que el final épico de Hey Jude me ponía los pelos de punta. Siempre me ha gustado la música que llega a un punto épico, como las de David Bowie.

Ahora es usted el que provoca esos sentimientos, ¿qué es lo más bonito que le han dicho? Hay gente que te habla y te cuenta experiencias duras por las que han pasado y que tu música les ayudó y es algo que resulta bonito. Aquí somos un poco más retraídos para hablar de las emociones que nos provoca la música, pero me pasa mucho con el público que tengo en Latinoamérica, que cuando tenemos algún encuentro me cuentan cómo conoció mi música o el momento más importante que tiene que ver con ella. Y piensas que eso que haces que a lo mejor no servía para nada sí tiene sentido.

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