Carlos de Inglaterra triunfa con su exposición de acuarelas en Londres

El príncipe Carlos saluda a los medios.
El príncipe Carlos saluda a los medios.
GTRES
El príncipe Carlos saluda a los medios.

Ni la realeza se libra de tener sus pasiones secretas y artísticas y, por tanto, querer un mínimo de reconocimiento, un pequeño aplauso para el ego. O, al menos, que no se quede en algo anecdótico e íntimo, sino ser capaz de enseñarlo al mundo sin vergüenza. Es lo que le ocurre al príncipe Carlos de Inglaterra, que toda su vida ha sentido una gran pasión por pintar y que ahora ha conseguido exhibir algunas de sus piezas en una exposición en Londres.

El hijo de Isabel II está enfrascado, a sus 73 años, en la muestra de su obra más importante hasta la fecha: ni más ni menos que 79 de sus acuarelas, el estilo pictórico que más le gusta, habiendo sido fotografiado a lo largo de los últimos 50 años en diversas ocasiones al aire libre con sus pinceles en los lugares que más le inspiran, no solo en las residencias reales, sino también en Escocia o en algunos de sus viajes como fuente inagotable de numen: Suiza, Turquía, Francia, Grecia... 

Ahora, el príncipe heredero ha elegido personalmente las acuarelas que cuelgan de una reformada capilla del siglo XIX, The Garrison Chapel, y que estarán disponibles para las visitas del público -la entrada es gratuita- hasta el futuro 14 de febrero. Y en teoría no le irá nada mal a la Fundación que lleva su nombre y que ha organizado la muestra: en los últimos 30 años, según calcula el periódico The Express, esta afición le ha reportado al marido de Camila de Cornualles alrededor de 30 millones de euros, que ha donado a la beneficencia.

Carlos de Inglaterra ha admitido en la presentación que se decantó por las acuarelas porque la fotografía le resultaba "muy poco satisfactoria". "Sentí, sencillamente, una necesidad abrumadora de expresar lo que estaba viendo haciendo uso de las acuarelas, de transmitir esa sensación interna, por así decirlo, con esa textura; algo imposible de conseguir con la fotografía", ha declarado.

"Requiere de una intensa concentración y, por tanto, se ha convertido en uno de los ejercicios más relajantes y terapéuticos que conozco. Me lleva a otra dimensión, que renueva partes del alma a las que no llegan otras actividades", ha explicado, así como que no se hace "ninguna ilusión" sobre la calidad de su obra, "pero representan mi forma particular de álbum fotográfico y como tal son muy importantes para mí".

En su vida ha llegado a pintar unas 680 acuarelas, algunas de las cuales, desde la Porvenza a Transilvania, en Rumanía, Saint Moritz, en Suiza o Tanzania han llegado hasta la exposición. Muchas de ellas están firmadas con su pseudónimo, A.G. Carrick, por otros dos de sus nombres (Arthut y George) y su título de conde de Carrick.

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