La cocina fantasma que también alimenta a los sintecho: "Vimos que un 30% de la producción se malgastaba"

Patatas fritas ecológicas del proyecto Patata Kitchen
Patatas fritas ecológicas del proyecto Patata Kitchen
Patata Kitchen
Patatas fritas ecológicas del proyecto Patata Kitchen

El proyecto Patata Kitchen se define como una cocina solidaria y sostenible que lucha por reducir el despilfarro de comida, el uso del plástico y la malnutrición, y apuesta por los productos locales. Esta cocina fantasma abrió sus puertas hace tan solo dos meses y ya cuenta con más de 500 menús solidarios repartidos.

Ubicada en el barrio del Camp de l’Arpa de Barcelona, dicen ser diferentes al resto de las otras 'dark kitchen'. En su planteamiento comercial, por cada cinco pedidos recibidos, ellos preparan un menú solidario que envían a alguien que no tiene recursos para comer. De esta manera y como indican en su eslogan “¡Tú comes... ¡Ellos también!”.

La idea surgió de Noé Moulin y su mujer, dos apasionados de la cocina, que se dieron cuenta de la gran cantidad de alimentos que se desperdiciaba, “vimos que casi un 30% de lo que se produce en Cataluña se malgastaba”. Por eso crearon este proyecto sin ánimo de lucro de la mano de la cooperativa Terra Social Food.

Noé Moulin, en declaraciones a 20minutos, se desmarca de otras cocinas fantasma porque “no nos mueve el capitalismo”. Entre sus objetivos principales está apostar por productos locales: “Cuando vamos a hacer la compra, acudimos a Mercabarna, a la sección de cooperativas agrarias, donde los que venden son campesinos de diferentes partes de Cataluña”. Como indica su nombre, hacen hincapié en la patata, producto estrella de su carta: “Hacemos unas patatas fritas ecológicas que el cliente puede personalizar con 'toppings' y salsas caseras”.

A la hora de recibir pedidos, cuentan con un sistema automático que va amontonando la cantidad y, una vez que llegan a cinco, preparan un menú solidario para enviárselo a personas que lo necesitan. Una vez tienen todos los pedidos solidarios contados, se ponen en contacto con la Asociación Esperança de Barcelona.

Esta asociación cuenta con 5.000 personas y dos veces por semana reparten alimentos y productos básicos a personas sin techo que viven en la capital catalana. Asimismo, colaboran con Patata Kitchen y se encargan de repartir los menús solidarios y hacer voluntariados.

Fieles a su objetivo de ser una cocina sostenible y solidaria, Moulin afirma que “cuando nos sobra comida no la tiramos, la donamos a las neveras solidarias o la congelamos” para evitar el desperdicio.

Obstáculos al empezar

Con el auge de las 'dark kitchen' o cocinas fantasma en Barcelona, algunas asociaciones de vecinos se quejaron al Ayuntamiento de Barcelona por ruidos, malos olores e irregularidades y les exigieron tomar medidas al respecto.

El Ayuntamiento respondió a estas quejas y presentó una moratoria para frenar las aperturas mientras decidía cómo regularlas. Esta moratoria y la llegada de la pandemia de la Covid-19 puso trabas a la apertura de la cocina. “Hemos tenido que pelear para obtener la licencia por culpa de la moratoria, pero presentamos un dosier explicando el proyecto en el congreso de la reactivación de la economía”. Además, Noé explica que forman parte de la red 'Barcelona + Sostenible' y que, una vez vieron los objetivos del proyecto, les dieron luz verde para la apertura.

“No hemos tenido problema con los vecinos, es más, alguno de ellos vienen y nos compran comida”, cuentan. Además, también cuentan con el apoyo que recibieron en los dos 'crowdfundings' que crearon para iniciar el proyecto y sobrevivir a la crisis de la pandemia. Con los casi 6.400 euros obtenidos en la plataforma 'Goteo' y los 7.000 más en 'Kiss Kiss Bank Bank', pudieron cubrir las necesidades básicas para poner en marcha la cocina y repartir 500 menús solidarios.

Actualmente, y tras dos meses abiertos, Patata Kitchen cuenta con una media de diez pedidos diarios, por lo tanto, suman una media de dos menús solidarios al día. De momento, en este proyecto solo trabajan dos personas a tiempo completo y el resto de colaboradores son voluntarios, pero esperan en un futuro ampliar la plantilla y crecer. 

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