El ruido de un petardo es para un perro como una bomba

  • Ansiedad, palpitaciones, taquicardias, dificultades para respirar, temblores o náuseas son algunas de las secuelas que pueden sufrir.
Norte, un border collie que teme el ruido de los petardos.
Norte, un border collie que teme el ruido de los petardos.
ATLAS
Norte, un border collie que teme el ruido de los petardos.
Norte, un border collie que teme el ruido de los petardos.
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Las Navidades son una de las fiestas más esperadas a lo largo del año por millones de personas por la emotividad y expectación que atesoran. Sin embargo, la emoción propia de la celebración trae consigo la explosión de multitud de petardos y otros productos pirotécnicos que convierten un momento de felicidad en una auténtica pesadilla para nuestras mascotas.

Esto es lo que sufre cada año Norte, un border collie que esta Nochebuena no pudo soportar más el ruido generado por este tipo de artículos y se escapó de su casa en Madrid, lo que podría haberle costado la vida. Estuvo tres días perdido, y sus dueños pudieron encontrarlo gracias a la ayuda de decenas de personas en redes sociales que iban avisando a su dueña de dónde lo veían.

El estruendo de los petardos es, para ellos, como si escucharan el de una bomba, pues su sensibilidad auditiva es tres veces mayor que la nuestra, pudiendo llegar a percibir sonidos casi imperceptibles. Además, el ruido puede generarles secuelas tales como ansiedad, palpitaciones, taquicardias, dificultades para respirar, temblores o náuseas, según han confirmado varias investigaciones realizadas en los últimos años.

Para algunos canes los efectos son tan graves que incluso tienen que recibir medicación con ansiolíticos para tranquilizarlos. Además, el miedo de los dueños se multiplica durante los paseos, cuando sus mascotas pueden huir despavoridas como consecuencia de los ruidos.

En este sentido, el veterinario patológico Juan Argüelles, de Ethoclinic Valencia, explicó en 2017 que los estallidos de pólvora afectan al sistema nervioso de los animales, les generan cuadros de estrés e inestabilidad emocional y pueden agravar su salud al afectar al tímpano, perturbar su capacidad auditiva y provocar en ellos desconcierto y angustia.

El especialista en perros y gatos señaló entonces que la naturaleza animal permite a las mascotas acostumbrarse a los ruidos con los que conviven, pero presentan dificultades para asimilar los ruidos desconocidos o artificiales.

Para evitarles sufrimientos, aconsejó reforzar estos estímulos durante la fase de socialización, que comprende las primeras 12 semanas de vida, en las que el cachorro asume como normal todo lo que le rodea. Una vez superado este periodo, los estímulos inesperados como la explosión de un petardo pueden provocar miedo en el animal; una reacción "normal" a juicio de Argüelles, ya que es una respuesta adaptativa para sobrevivir.

El verdadero problema, según el especialista, surge cuando este miedo deja de ser proporcional al estímulo y termina convirtiéndose en una "verdadera fobia al ruido", que lleva al animal a esconderse en sitios extraños y recónditos para intentar huir de aquello que no es capaz de reconocer.

Por eso, en épocas en las que escuchar grandes estruendos de productos pirotécnicos es habitual, los propietarios pueden construir una zona de refugio para su mascota, evitar llevarle a pasear durante las horas de mayor ruido, utilizar medicación ansiolítica si se encuentra en una fase aguda o usar difusores de feromonas (sustancias que influyen en el comportamiento) para apaciguarlas.

Los gatos sufren la misma patología y tienen las mismas reacciones de huida que los perros ante los petardos pero, por su naturaleza, son capaces de encontrar tranquilidad en sus refugios naturales. No obstante, advierte, en estado de ansiedad tienden a atacar "a lo que tienen al lado y no a la fuente del miedo".

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