Era la mañana del pasado sábado 30 de octubre cuando el personal del hotel Palace de Madrid descubrió que el cuerpo del empresario José Ismael Rosado yacía sin vida en la habitación 541. Así, en la víspera de la noche de Halloween, el forense certificó que la muerte de este varón puertoriqueño de 43 años fue causada por un edema pulmonar. Muerte natural, caso cerrado... Si no fuera, porque un grupo de homicidios detectó algo fuera de lo común en la escena de los hechos. 

No existían signos de violencia en el cuerpo ni otras pruebas indiciosas de asesinato, tan solo algo de desorden en la habitación. Aún así, los investigadores pidieron las grabaciones de las cámaras de vigilancia del hotel... y caso abierto de nuevo.

En ellas se veía a dos hombres salir de la habitación de José Rosado en plena madrugada. Rebobinando las cintas, la víctima entró horas antes al hotel acompañada por los dos mismos varones a los que más tarde la investigación pondría nombre y rostro. Un ciudadano rumano de 39 años y un joven marroquí de 29. 

Las únicas pesquisas del Grupo V de Homicidios de Jefatura Superior de Policía de Madrid giraban en torno a la noche del 29 al 30 de octubre, fecha en la que, presuntamente, se conocieron los tres protagonistas y que solo coincidía con la reserva de la habitación que José Rosado realizó para ese fin de semana. 

Entonces, la autopsia dio un giro a la investigación. Los análisis toxicológicos constataron que en el organismo de la víctima había grandes cantidades de sustancias psicotrópicas que, combinadas con el alcohol, le provocaron un efecto depresor que rápidamente produjo su desfallecimiento y acabó  ocasionándole la muerte.

Concretamente, José Rosado había consumido GHB, también conocido como éxtasis líquido o burundanga, una de las drogas más utilizadas para lograr la sumisión química, y por tanto, la preferida por violadores y ladrones que deseen anular la voluntad de sus víctimas antes de atacarlas. 

Una llamada desde Miami del marido de la víctima aportaría la pista definitiva para estrechar el cerco con los sospechosos: su esposo llevaba días sin recibir noticias de José y había detectado cargos extraños en la tarjeta de compras del empresario provenientes de tiendas de aparatos electrónicos, sitas en la localidad madrileña de Móstoles.

Por primera vez, los investigadores tenían algo claro: José Rosado no murió de forma natural ni fruto de un accidente, había sido víctima de un homicidio. Tal y como recoge Europapress, en la noche del crimen, los dos sospechosos conocieron al empresario en una discoteca de Chueca y lo condujeron al  al hotel fingiendo mantener relaciones sexuales con el objetivo de robarle sus objetos de valor. Una carga excesiva de drogas en la bebida alcohólica del difunto le produjo la muerte.

 EP

En la semanas subsiguientes, los agentes registraron las viviendas de los dos sospechosos, cuya detención se ha conocido este martes, y encontraron todo un arsenal de pruebas incriminatorias: la ropa que portaban en la madrugada del 30 de octubre, más de 2.500 euros en efectivo, teléfonos móviles, tabletas, joyas, documentación de terceros y otros objetos de valor que ahora siguen siendo analizados.

Hoy, la policía también sabe que ambos detenidos cargan con antecedentes por robo con violencia, estafa, asociación ilícita o usurpación de funciones. E incluso uno de ellos, empleo la misma técnica de robo a base de drogas un mes después de cometer el crimen en el hotel Palace.

Tan solo falta por determinar cual será el futuro de los encausados. De momento ya han sido ingresados en prisión y a buen seguro. dejarán de ser una amenaza durante un largo tiempo.