Entrevista | Inés Plana: "Las vidas bonitas no tienen ningún sentido, porque no existen"

  • La escritora y periodista aragonesa publica su tercer libro, 'Lo que no cuentan los muertos' (Espasa), y cierra una trilogía.
  • En esta ocasión, Julián Tresser, ahora capitán de la UCO, investigará la desaparición de una rica heredera, Rita Marí.
La escritora y periodista Inés Plana posa en un encuentro con '20minutos'.
La escritora y periodista Inés Plana posa en un encuentro con '20minutos'.
JORGE PARÍS
La escritora y periodista Inés Plana posa en un encuentro con '20minutos'.

Vuelve Julián Tresser. Desde hace seis meses es capitán de la Unidad Central Operativa (UCO), y ahora se prepara para resolver su caso más complicado hasta el momento: la desaparición de Rita Marí, una rica heredera con la que tiene algo en común: una vida atravesada por la tragedia. 

La escritora y periodista Inés Plana publica su tercera novela, Lo que no cuentan los muertos (Espasa), que pone fin a la trilogía que empezó con Morir no es lo que más duele (2018) y continuó con Antes mueren los que no aman (2019). En su línea, vuelve a ofrecer una historia rebosante de intriga, tensión, crítica social e implicación emocional. Su eterno protagonista, Tresser, está listo para nuevos retos.

Cerrar una trilogía suena a sentir un revoltijo de emociones... Es cierto que cuando acabas una novela te quedas exhausta. Piensas: ‘¿Seré capaz de abrir otra?’. De repente te quedas sin nada, pero poco a poco el cerebro se va llenando de muchas ideas. Siento muchísima ilusión por haber cerrado este círculo: he escrito tres novelas en cuatro años. Si esto me lo dicen al principio, no me lo creo.

¿Por qué elige el caso de Rita Marí como hilo conductor de este libro? Me apetecía muchísimo tratar un caso de desaparición porque es uno de los sucesos más inquietantes que existen. Hay desapariciones que no se resuelven nunca… crímenes sin cadáver, como es el caso de Marta del Castillo. Este suceso es muy doloroso, algunas familias no pueden pasar el duelo. Rita Marí sobrevive junto a otro español, Eduardo Molaro, a un accidente aéreo en Tailandia y a partir de ahí sufre el síndrome del superviviente. No se perdona estar viva cuando sus amigas, a las que animó a viajar con ella, están muertas. Se aísla y se refugia lejos de su familia en su mansión de Alassar, un pueblecito de Valencia. Se puede uno imaginar que una mujer sola y en una situación como la suya puede llamar la atención de alguien que quiera aprovecharse.

Ha mencionado el síndrome del superviviente... Sí, siempre me ha llamado la atención. Yo no me puedo poner en la piel de las personas que lo sufren. Sobrevivir a un accidente aéreo puede ser un milagro, pero perder en él a seres queridos es tremendo. Y aunque viajes solo, la mente te puede jugar una mala pasada porque tú te preguntas por qué estás vivo y los demás no. Los procesos mentales son siempre muy complejos y la culpa es especialista en colarse por los recovecos donde nadie la espera.

La escritora y periodista Inés Plana posa en un encuentro con '20minutos'.
La escritora y periodista Inés Plana posa en un encuentro con '20minutos'.
Jorge Paris
"Los procesos mentales son complejos y la culpa es especialista en colarse por los recovecos donde nadie la espera"
La escritora y periodista Inés Plana posa durante un encuentro con '20minutos'.

inés plana

  • Barbastro, Huesca (Aragón). Escritora y periodista.
Nacida en Barbastro, cursó Ciencias de la Información en la Universidad Autónoma de Barcelona y desarrolló su carrera profesional en Madrid, trabajando en distintos medios de comunicación y en el sector editorial. Sus novelas han cosechado éxito entre el público y la crítica, que halaga su estilo "elaborado" y "transparente". Le gusta leer desde thrillers hasta poemarios. Con sed de más historias, la autora confirma que seguirá escribiendo sobre Tresser: "Acaba una etapa para él, pero llegará otra".

Por eso "a veces sobrevivir es lo más parecido a estar muerto"... Sí, es un lema de la novela. Los dos personajes que sobreviven al accidente de avión podrían estar muertos en vida. Pero luego hay otros personajes a los que les pasa algo parecido, porque hay mucho superviviente de sí mismo. Luba, la niña rescatada de la prostitución y a la que ha adoptado Tresser, sobrevive a un pasado atroz gracias al apoyo de este, que también ha tenido recientemente una tragedia en su vida que le genera muchísima culpa y que influye en su vida personal. 

Para esta novela ha hablado con una comandante de la Guardia Civil experta en perfiles criminales. ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención del proceso de investigación? Desde la primera novela estoy muy agradecida por cómo me han tratado en la Guardia Civil, y también estoy fascinada por su trabajo. En la SAC [Sección de Análisis de Conducta], la mayoría de los analistas son psicólogos. Lo que hacen es analizar la escena de un crimen desde un punto de vista totalmente distinto al del laboratorio de criminalística, que se basa en los indicios físicos, palpables. Los analistas de delitos criminales ven rastros invisibles en una escena del crimen, rastros de la conducta del autor, y a partir de ahí pueden elaborar un perfil y acercarse bastante a su personalidad. Ellos orientan las pesquisas de los investigadores. No hacen magia, todo es técnica, y para mí eso ha sido un gran descubrimiento. Es cierto que ya conocía esta especialidad, pero nunca he estado mano a mano con un profesional. En este caso fue la comandante Luisa. Si no hubiera sido por ella no me habría atrevido a componer al personaje de Amanda. 

En sus novelas no hay ni buenos ni malos absolutos. ¿En la vida real somos así? Sin duda. Los seres humanos tenemos matices, no estamos hechos de una pieza, y nuestra naturaleza es contradictoria: tenemos nuestro ‘yo civilizado’ y nuestro ‘yo ancestral’, y siempre gana el primero porque es el peaje que pagamos por estar en el mundo. No conozco a nadie del que pueda decir ‘es absolutamente bueno’. Y nunca nos conocemos del todo a nosotros mismos. Nos creemos buenas personas, desde luego, pero basta que nos pongan en una situación límite para que se activen ciertos resortes y nos sorprendamos. También están los psicópatas, personas que son incapaces de sentir empatía ni dolor por alguien. En ellos hay una raíz del mal.

"Nos creemos buenas personas, pero basta que nos pongan en una situación límite para que se activen ciertos resortes y nos sorprendamos"
La escritora y periodista Inés Plana posa en un encuentro con '20minutos'.
La escritora y periodista Inés Plana posa en un encuentro con '20minutos'.
Jorge Paris

¿Cuán importante es tener empatía a la hora de escribir una buena novela? Hay que tener empatía con la realidad, ser observador. Nosotros hacemos fabulación desde nuestra verdad. Lo que cambia grandes temas literarios como el amor o el sexo es la mirada del autor, que tiene que procesar la realidad para luego transformarla. Siempre, eso sí, teniendo un compromiso con ella.

En sus libros hace un retrato de la España de la crisis, así como también aborda la trata de personas, el suicidio, la pobreza y otras lacras sociales. Claro. Hay temas que me indignan y la novela negra me permite pasearme por toda esa geografía sucia de la realidad. 

¿Siente la responsabilidad de poner sobre la mesa temas que, quizás, no se abordan lo suficiente en nuestras conversaciones? Sí, porque soy escritora, pero también periodista. Además de la trama, que también es sórdida, siempre quiero incorporar cuestiones que me preocupan. Algunas veces incluso me surgen de manera inconsciente. Me gusta sensibilizar, y aunque esa no es la función principal de mis novelas, nos sitúa en el mapa exacto donde nos encontramos, aunque no nos guste verlo.

Hay temas que tendrían que quedarse únicamente en la ficción... Ojalá, pero lo bueno de la ficción es que sirve para hacer crítica social. Los escritores nos tenemos que mover por una conciencia crítica. Las vidas bonitas no tienen ningún sentido... porque no existen.

"Las vidas bonitas no tienen ningún sentido... porque no existen"

Esta vez asienta la novela en Valencia. ¿Por qué elige este escenario? Porque me gusta muchísimo. La conocí en los años 80 y he visto la transformación espectacular que ha tenido en las últimas décadas. Aunque arrastre el estigma de estar unida a la corrupción política, tiene una luz maravillosa. Me gusta su gente, su mar, su color. 

Siempre hay lugar para lo bueno, como en sus obras: en un paisaje oscuro, asoma la esperanza. ¡Por supuesto! Hay cariño, ternura y mucha luz. Por ejemplo, por parte de Tresser hay una entrega absoluta a su hija. Adoptarla ha sido una muestra de amor. En mi vida siempre busco eso, y en mis libros, evidentemente, hay una parte de mi personalidad.

Dice que sus obras tienen que ser "ante todo, novelas, que funcionen como tal". ¿Cómo se logra eso? Me baso en la novela decimonónica: cuido su estructura, quiero tratar bien los personajes, trabajar el estilo, que haya un alma detrás de la trama. Hacer literatura es jugar con el lenguaje y manejar las emociones del lector, todo en su justa medida.

¿Lo que no cuentan los muertos podría saltar a la pantalla? Amo el cine, así que sería estupendo. Me han dicho que mis novelas son muy visuales. Me encantaría escribir un guion. 

Cuando se pone a escribir, ¿qué no puede faltar? El silencio. A veces es difícil conseguirlo, pero necesito que nada me saque del ordenador.

Sus historias son muy complejas. ¿Cuántas horas dedica al día a la escritura? Puedo estar entre quince y veinte horas, y sin enterarme. Pero también hay días malos en los que las ideas no salen.

¿Qué hace entonces? Perseverar, siempre. Esto se hace por amor al oficio.

Ha estudiado Ciencias de la Información y ha ejercido como periodista, pero ahora se dedica a tiempo completo a escribir… Ahora mismo sí, pero yo siempre querré volver al periodismo. No me he ido nunca, en realidad: la curiosidad de la periodista me favorece como escritora. 

"La curiosidad de la periodista me favorece como escritora"

¿Siempre ha sabido que se quería dedicar a esto? Sí, forma parte de mí. Es lo que deseaba de pequeña. Estudié Periodismo para no alejarme de las palabras. Y para escribir mi primera novela tuve que esperar a estar preparada, porque hubo muchos ensayos que tuve que apartar, pero que me sirvieron como aprendizaje.

¿Pensó en rendirse en algún momento? Nunca quise abandonar. Resistí. A veces te desesperas. Hay mucha papelera y tijera, pero escribir es un proceso muy gozoso: nos permite tomarnos las medidas y asomarnos a otros mundos. Siempre eres muy pequeño ante la grandeza de una novela. 

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