En la estación de Atocha se fuma aunque está prohibido

En Cercanías no hay ceniceros, pero apenas han puesto carteles antitabaco. En el AVE, los vigilantes hacen «la vista gorda»
Un grupo de chicas, dos de ellas fumando, ayer en el vestíbulo de Cercanías de Atocha.
Un grupo de chicas, dos de ellas fumando, ayer en el vestíbulo de Cercanías de Atocha.
Jorge París
Un grupo de chicas, dos de ellas fumando, ayer en el vestíbulo de Cercanías de Atocha.
El tiempo se le acaba a los fumadores. El próximo 1 de enero estará prohibido el tabaco en casi todos los lugares públicos, incluidos oficinas, bares y restaurantes. Desde hace tiempo esa medida afecta a aeropuertos y estaciones de tren y autobuses.
Sin embargo, aún queda algún oasis en el que la ley se interpreta con flexibilidad para el fumador. En Madrid, es el caso de la estación de Atocha, tanto en su vestíbulo de Cercanías como en el de trenes AVE y largo recorrido.
 
En Cercanías, pese a que hay pegatinas que advierten de la prohibición al salir del Metro o al entrar desde la calle y que los ceniceros han sido sellados, las colillas se acumulan en las tapas de las papeleras. Y los viajeros fuman con libertad sin que el personal de seguridad les reprenda o recuerde la ley. En Renfe explican que la prohibición se está tratando de hacer cumplir «poco a poco».
 
El área del AVE también es franca para los fumadores, pese a que grandes cartelones y avisos por megafonía recuerdan a cada paso la prohibición de fumar. Los usuarios hacen caso omiso, usan los innumerables ceniceros que aún existen en el vestíbulo y nadie los dice nada. Según el personal de seguridad de la estación, ellos, por ahora, hacen «la vista gorda».
 
Respeto a la ley en Chamartín
 
En Chamartín el panorama es opuesto. Grandes carteles advierten a cada paso de la prohibición de fumar, y los viajeros y usuarios acatan y respetan la norma. Las papeleras tienen ceniceros, pero sólo para apagar el cigarrillo cuando se entra al vestíbulo.
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