El certificado Covid se aplica por fin sin incidencias destacables en Cataluña: "Controlar el pasaporte no es mi trabajo, pero lo hacemos por responsabilidad"

Un cartel en un bar avisa de que hay que mostrar el pasaporte Covid.
Un cartel en un bar avisa de que hay que mostrar el pasaporte Covid.
ACN
Un cartel en un bar avisa de que hay que mostrar el pasaporte Covid.

El certificado covid se ha reactivado este viernes en Cataluña, una semana después de la primera entrada en vigor y posterior suspensión por el colapso del sistema, con normalidad generalizada, buena predisposición y seguimiento mayoritario en bares, restaurantes, gimnasios y residencias.

Tras el "caos" del viernes pasado, en los establecimientos consultados por Efe no se han registrado incidentes destacables, más allá de algunos fallos de lectura, ni colas de usuarios, que ya tenían descargado y a mano el certificado.

En la Granja Montserrat, en el barrio barcelonés de l'Eixample, el cartel de la Generalitat colocado en la puerta del establecimiento ya advierte a la clientela de la obligatoriedad del pasaporte: "Para acceder en este espacio es necesario presentar el certificado covid digital de la UE".

En el interior, Rosa Maria está sola en la barra atendiendo a los primeros clientes que vienen a desayunar.

Para compaginar eficazmente su nueva responsabilidad inspectora con los cafés, bocadillos y bollos a servir, Rosa Maria, que tiene un grueso de clientela fiel, explica que ha optado por pedir una única vez el certificado a sus parroquianos.

Aunque reconoce que el viernes pasado hubo muchos problemas, la reactivación del certificado parece que funciona con más normalidad y la mayoría de clientes ya disponen de él, como Xavi, que asegura que no tuvo ningún problema para descargarse el documento el jueves de la semana pasada.

La misma estrategia para los clientes más asiduos se sigue en muchos de los bares y restaurantes consultados, como el que regenta Rosa, que a pesar de aceptarla, critica que la nueva medida les hace perder tiempo y puede retrasar el servicio.

Más allá del cartel preceptivo de la Generalitat, en el bar-restaurante Gelida, emblemático establecimiento de l'Eixample, una pizarra a modo de "checkpoint" barra el paso para entrar en el interior y avisa: "Validación Certificado".

Sin embargo, la obligación del pasaporte covid no supone ningún obstáculo para la clientela habitual, dispuesta a casi cualquier cosa para disfrutar de los contundentes desayunos de cuchillo y tenedor que se sirven desde primera hora en el icónico local.

Platos de callos, bocadillos de tortillas de níscalos, tapas de gambas o sardinas o platos combinados de huevos fritos con patatas -todo regado con una copa de vino de la casa o una cerveza- son demasiado tentadores incluso para los clientes más reticentes, como uno que entra murmurando -"menuda tontería", dice- tras enseñar el código QR y antes de pedirse un plato de carrillera.

"Esto es un campo de batalla, tengo que estar sirviendo copas y platos. Controlar el pasaporte no es mi trabajo, sinceramente, pero lo hacemos por responsabilidad y porque algo hay que hacer", señala Joan, uno de los ajetreados camareros del local, que señala que el día ha empezado mucho más tranquilo y con un seguimiento mayoritario de la medida, en contraposición con el viernes de la semana pasada, "que fue un poco caótico".

Aquí también ha triunfado la estrategia con los clientes de toda vida, que como si fueran VIP pueden acceder al interior del local con un simple cruce de miradas con los camareros, mientras que los ajenos al local tienen que cumplir rigurosamente con el control.

Sin embargo, la medida no ha estado exenta de algún rifirrafe, reconoce Joan: "A veces es incómodo ¿Cómo le dices a un cliente de siempre, que hasta hace una semana venía cada día sin ningún problema, que ahora no puede entrar sin el certificado?".

Más complicaciones han tenido en un establecimiento de la franquicia Granier, en el que la clientela es más diversa, por lo que el método del parroquiano no funciona, y a primera hora la aplicación les daba algunos problemas.

"Está siendo un poco 'rollo' porque la aplicación no nos funciona bien", indica a Efe Ibrahim, uno de los dependientes del establecimiento, que para mantener la vigilancia piden igualmente el certificado, aunque la inspección sea solo ocular.

Con deportividad se han tomado la obligatoriedad del certificado covid en los gimnasios, donde mayoritariamente ya cuentan con una recepción e infraestructura para el control de acceso que facilita el trabajo.

"Hemos puesto todo de nuestra parte, con las tabletas y los lectores en las entradas, pero a veces tenemos que gestionar casuísticas que van muchos más allá de nuestras responsabilidades", explica Sandra, responsable del gimnasio VivaGym Universitat, situado en pleno centro de Barcelona, y con mucha clientela extranjera con certificados covid de otros países que en algunos casos ha provocado problemas de validación.

Después del "jaleo" del viernes pasado, durante toda la semana han estado explicando a sus usuarios que hoy volvía a entrar en vigor el pasaporte covid y durante las primeras horas no han registrado ningún percance, aunque Sandra muestra su inquietud por qué pasará por la tarde, la hora punta para los gimnasios.

Del mismo modo, en las residencias, donde los brotes de covid se han incrementado y los casos se han duplicado en una semana, el seguimiento de la medida también ha sido estricto e incluso en días posteriores a su entrada en vigor en algunos centros ya se pedía el certificado a los familiares que visitaban a residentes.

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