Una de las particularidades que existen en España (y en algún otro país como Portugal) es que a diferencia de la mayoría de naciones, tenemos dos apellidos, el de nuestro padre y el de nuestra madre.

En el resto del mundo, lo habitual es que las personas sólo lleven el apellido de su padre, y de hecho las mujeres, cuando se casan, suelen perder su apellido de nacimiento para llevar el de sus maridos.

En nuestro país no solo conservamos ambos apellidos, sino que la ley permite que cualquiera le cambie el orden, es decir, que ponga primero el apellido de la madre y después el del padre.

¿De dónde viene esta costumbre casi única en el mundo? Tal y como recoge el diario La Razón, no fue hasta el siglo XIX cuando en España empezó a usarse el sistema del segundo apellido. Hasta entonces, los miembros de la misma familia podían elegir y lo normal es que los varones eligieran el apellido del padre y las mujeres, el de la madre.

Pero a partir del siglo XVI, el sistema de doble apellido empezó a extenderse en las clases altas de Castilla y se consolidó en todo el territorio en el siglo XIX. Según Antonio Alfaro, presidente Asociación de Genealogía Hispana (Hispagen), "la Administración se percata de que es mucho más sencillo controlarnos con el sistema del doble apellido".

Por eso, aunque estaba ya muy extendido, en 1889 el primer Código Civil español recoge en su artículo 114 que "los hijos legítimos tienen derecho a llevar los apellidos del padre y de la madre", para identificar de "una forma eficaz y fiable a los españoles", concluye Alfaro.