Macaco, comprometido con el Sáhara

  • El campo de refugiados de Dajla, su más reciente y emotiva parada.
  • La banda colaboró en el último Festival de Cine del Sáhara.
  • Su mensaje de ecléctica solidaridad lleva moviéndose desde 1997.
Dani Carbonell, el cantante y alma de la banda Macaco, durante su visita al Fetival Internacional de Cine del Sáhara.
Dani Carbonell, el cantante y alma de la banda Macaco, durante su visita al Fetival Internacional de Cine del Sáhara.
MACACO.TO
Dani Carbonell, el cantante y alma de la banda Macaco, durante su visita al Fetival Internacional de Cine del Sáhara.

Tras doce años de carrera, Macaco se han convertido en auténticos abanderados del multiculturalismo y el diálogo artístico. Su éxito trotamundos Moving les ha ayudado notablemente a alcanzar dicho estatus, pero lo suyo siempre ha sido una carrera de fondo: desde sus inicios en Barcelona, la formación liderada por Dani Carbonell ha contado en sus filas con miembros originarios de todos los rincones del planeta y su música, tan ecléctica como políglota, es una Babel de buenas vibraciones y vitalidad.

Al igual que artistas -y amigos- de la talla de Manu Chao, Fermín Muguruza y Enrique Bunbury, la solidaria propuesta de Carbonell no deja un solo rincón del mapamundi por explorar: su mejor baza, cómo no, reside en un constante aprendizaje a lo largo y ancho de los cinco continentes, siendo Latinoamérica y África sus dos destinos predilectos.

Con su último trabajo discográfico, Puerto Presente (Mundo Zurdo, 2009) todavía caliente, Macaco fueron unos de los protagonistas del pasado Festival Internacional de Cine del Sáhara, quedando prendados de un lugar tan bello como castigado por la injusticia. ¿Vacaciones con pretexto humanitario? No, definitivamente, lo acontecido fue mucho más que eso.

Una banda que no deja de moverse

Celebrado en pleno centro de Dajla (campamento de refugiados cercano a la población de Tindouf), dicho Festival -que ha contado con representantes de nuestro cine como Javier Fesser, Elena Anaya o Javier Bardem- dio la posibilidad a cientos de saharauis de acceder a algo que, como el agua, es un verdadero lujo: la electricidad. Y con ella, varias cintas con contenido social y algún que otro espectáculo musical.

A pesar de las condiciones adversas y lo inaccesible de su localización (el refugio está situado a tres horas de desierto desde Tindouf), Macaco disfrutaron -e hicieron disfrutar- de la experiencia: "Tengo la sensación de que ha sido el concierto mejor pagado de mi vida", afirmó Carbonell, "este lugar es como un patio seco salpicado de flores regadas con amor, serenidad, alegría y comunicación".

Empeñados en encontrar belleza en los marcos más agrestes, predican con el ejemplo: incluso el más duro de los escenarios puede convertirse en un lugar que permanecerá para siempre en la memoria y en el corazón del que lo visita. Un propósito encomiable de una banda que no deja de moverse.

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