"Los comuneros pudieron triunfar; la derrota de Villalar fue una sorpresa incluso para los imperiales"

  • El doctor en Estudios Hispánicos Miguel Martínez ha publicado 'Comuneros. El rayo y la semilla' (Hoja de Lata).
  • "Las Comunidades son el principal referente histórico de una tradición castellana democrática, popular y federal", afirma.
Pintura de Antonio Gisbert que retrata la ejecución de los líderes comuneros Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, que se llevó a cabo en Villalar el día 24 de abril de 1521, y que actualmente se expone en el Congreso de los Diputados de España.
Pintura de Antonio Gisbert que retrata la ejecución de los líderes comuneros Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, que se llevó a cabo en Villalar el día 24 de abril de 1521, y que actualmente se expone en el Congreso de los Diputados de España.
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Pintura de Antonio Gisbert que retrata la ejecución de los líderes comuneros Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, que se llevó a cabo en Villalar el día 24 de abril de 1521, y que actualmente se expone en el Congreso de los Diputados de España.

Se han cumplido 500 años del levantamiento de las comuneros contra el rey y emperador Carlos y, salvo algunas novelas, ensayos y actos, ha pasado totalmente desapercibido. Sin embargo, el doctor en Estudios Hispánicos y profesor titular en la Universidad de Chicago Miguel Martínez (Valladolid, 1980) cree que son un filón:  "En la historia de las Comunidades hay drama de sobra por lo menos para una buena serie: pasión política, personajes explosivos, los menudos contra los grandes, agitación social y espiritual en toda Europa..."

Martínez ha publicado este año, coincidiendo con el V Centenario, un ensayo titulado Comuneros. El rayo y la semilla (1520-1521) (Hoja de Lata, 2021) donde ofrece una visión renovada y transversal de aquel movimiento. Poniendo el foco en sus muchos protagonistas anónimos y realizando una lectura presente y futura con un marcado acento combativo y progresista.

"Las advertencias contra el presentismo parecen muy razonables, pero en realidad se han convertido en un gesto reflejo de las visiones más conservadoras, y a menudo desinformadas, de nuestro pasado", afirma este historiador a 20minutos.

Al leer su libro, hay algunas referencias y posiciones de los comuneros que resuenan poderosamente contemporáneas… ¿es efecto de la interpretación o realmente aquella revuelta tenía una fuerza modernizadora evidente? Esa era la tesis de algunos trabajos clásicos sobre las Comunidades, que veían modernidad política en el carácter democratizante y constituyente de la insurrección. La revolución generó indudables novedades institucionales, culturales y políticas que hoy podrían considerarse “modernas”. Pero frente a la idea de que solo la modernidad abre horizontes emancipadores, es posible también pensar en la existencia de una “tradición rebelde”, una serie de instituciones, costumbres, valores o símbolos compartidos que sirven para defender o avanzar las posiciones del común, sus espacios de libertad y autogobierno, frente a otras innovaciones indeseables. De manera que no es imprescindible recurrir al relato lineal de la modernidad para comprender la trascendencia histórica de las Comunidades.

Clero, pequeños nobles, distintas clases populares urbanas,… ¿la revolución comunera fue un movimiento transversal en la Castilla de la época? Sí, la ‘comunidad’ era una forma de organización interestamental, interclasista. Pero según esa misma lógica de lealtad mutua, aquellos caballeros que no estaban dispuestos a jurar la comunidad a menudo eran expulsados de las ciudades comuneras. En todo caso, y a pesar de algunos liderazgos célebres, el principal actor político de la revolución es el común ciudadano y campesino, los no privilegiados.

Más allá de María Pacheco, ¿las mujeres tuvieron un papel relevante en el movimiento? Hay algunas aportaciones recientes que nos ayudan conocer mejor el papel de las mujeres en la insurrección, pero las fuentes no son generosas. Su protagonismo está un poco mejor documentado en el caso de la germania. Yo traté de recuperar las menciones que hay en el caso de las comunidades castellanas, que en algunos casos señalan su papel activo en la agitación callejera y, como en el caso de Pacheco, en el liderazgo de la revolución.

Hay un personaje muy interesante como el obispo Acuña al que compara con Lenin, Trotsky… Fue seguramente el comunero más temido por los realistas y por los nobles. La analogía está basada en su determinación rebelde y en su eficacia militar. Los pueblos de Tierra de Campos, por ejemplo, lo recibían como un libertador que contribuyó definitivamente a la lucha antiseñorial. Es un personaje excesivo y complejo, muy interesante.

Es difícil hacer historia-ficción, ¿pero los comuneros tuvieron en algún momento alguna oportunidad de triunfar frente a Carlos? Casi en todo momento durante esos meses de 1520 y 1521 la iniciativa política la tuvo el bando comunero. Militarmente, también eran temidos por los nobles y los gobernadores. La derrota de Villalar, rápida y completa, fue una sorpresa para comuneros e imperiales, fruto de una serie de errores tácticos de los comuneros. Además hay que tener en cuenta que el Carlos de 1520 no es el poderoso emperador que se retira en 1556. De manera que yo creo que sí, sí que hubo oportunidad de triunfo comunero.

¿Era realmente un movimiento ‘republicano’ o buscaban una monarquía diferente, más cercana, como habían sido sus reyes anteriores? Ambas cosas. El republicanismo es una tradición política de origen clásico que se reelabora en el siglo XV y que sostenía, entre otras cosas, que el origen del poder está en el pueblo (que delega la autoridad), que los hombres (no así las mujeres) son libres y tienen derecho a participar en el gobierno de lo que a todos atañe y que el bien común debe siempre estar por encima de intereses privados. Todo ello es fundamental en el planteamiento comunero, que, es verdad, rara vez rompió abiertamente con el legitimismo monárquico. Pero también es verdad que los enemigos de los comuneros los acusaron en varias ocasiones de querer armar repúblicas como la romana o las ciudades-estado italianas, no sometidas a la autoridad real.

En la presentación de su última novela, sobre los comuneros, Castellano, Lorenzo Silva habla de un identidad castellana progresista basada, entre otras cosas, en aquel movimiento… ¿Es posible esa identidad a día de hoy? Claro que sí. Las Comunidades son el principal referente histórico de una tradición castellana democrática, popular y federal. Pero además, la revolución comunera fue desde el siglo XIX el imaginario fundante de toda la historia liberal y democrática también a nivel estatal, en toda España. Su ‘regionalización’, por decirlo rápido, es propia de la Transición.

¿Por qué, si como bien explica en el capítulo final el legado comunero ha quedado vivo y ha estado presente a lo largo de la historia, ha sido desterrado de la memoria colectiva e histórica del país como un hecho de segunda? Durante la Transición, la consagración del régimen simbólico ligado a las Comunidades como el oficial de Castilla y León es una victoria popular que se volvió muy incómoda para los posteriores gobiernos conservadores de la autonomía. Pero al mismo tiempo, el gobierno del PSOE en los 80 optó por una política pública del pasado que celebraba al vencedor de Villalar y al imperio como referentes históricos del Estado. Por otro lado, es un fracaso absoluto, en términos de memoria pública, que las opiniones apresuradas de algunos intelectuales conservadores y reaccionarios—completamente excéntricas en la discusión especializada sobre los comuneros—tengan tanta presencia aún en el debate público sobre esos hechos.

Se percibe también, eso en la ficción literaria y audiovisual, a pesar de tener grandes personajes como Acuña, María Pacheco, Padilla… ¿por qué hay tan pocas películas, series o novelas sobre aquellos hechos, si lo comparamos con los Tercios, la Conquista de América, etc.? Yo creo que por las mismas razones que comentaba en la pregunta anterior. Pero hay drama de sobra por lo menos para una buena serie: pasión política, personajes explosivos, los menudos contra los grandes, agitación social y espiritual en toda Europa... Mi editor en Hoja de Lata, Daniel Álvarez, lo veía claro: Luis Tosar haría un obispo Acuña espectacular.

¿La memoria comunera puede servir de activa oposición a ese rescate de la memoria imperial, de hispanofobia y la Leyenda Negra que se ha visto tan activo en los últimos años? No creo: la leyenda negra se ha convertido en una industria editorial autorreferencial e hipertrofiada, con un enorme apoyo mediático. Es una burbuja, en dos sentidos: por lo inflado y por su total aislamiento respecto a la investigación histórica más especializada, académica. Pero creo que Comuneros sí que está sirviendo para abrir un poco la discusión sobre la historia moderna de España en la esfera pública. A mí también me gustaría que sirviera para mostrar que se puede hacer historia pública y comprometida sin renunciar a los matices, el rigor y la complejidad.

A veces se escucha a historiadores advertir con el pasado con una mirada presentista, pero en este ensayo se mira claramente al pasado desde el presente, creo, que intentando mandar un mensaje al lector del siglo XXI… Las advertencias contra el presentismo parecen muy razonables, pero en realidad casi siempre pretenden cerrar debates que son de naturaleza netamente histórica. La historia es un diálogo tenso entre las preguntas del presente y los rastros del pasado. La acusación de presentismo se ha convertido en un gesto reflejo de las visiones más conservadoras, y a menudo desinformadas, de nuestro pasado.

¿Tiene sentido que el 23 de abril sea el Día de Castilla y León y no el de Castila La Mancha? Desconozco cuál es la historia de la fiesta oficial de Castilla La Mancha, pero sería interesante imaginar la posibilidad de que el día del levantamiento de Toledo contra las órdenes de Carlos, o de la constitución de su comunidad, tuvieran algún lugar en la memoria pública de la autonomía.

En el epílogo habla de la coincidencia del décimo aniversario del 15-M y los quinientos años de los comuneros…¿Realmente es una imagen esperanzadora o un recuerdo amargo, de lo que pudo ser y no fue? Hay que peinar la historia a contrapelo y no dejarse llevar por la inercia de los vencedores. Lo decía Walter Benjamin, pero también Antonio Machado, que insistía en que en el pasado hay “un cúmulo de esperanzas —no logradas, pero tampoco fallidas—, un futuro, en suma, objeto legítimo de profecía”. Y Luis López Álvarez, autor del romance de Los comuneros que cantaba el Nuevo Mester, concluyó su poema con un “Canto de esperanza”. Sí, hay esperanza en el pasado.

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