Las aventuras que Esther Doña no cuenta en su libro sobre Carlos Falcó: del ex de Ágatha a un falso príncipe

Esther Doña, en noviembre de 2020.
Esther Doña, en noviembre de 2020.
Iván Martínez / GTRES
Esther Doña, en noviembre de 2020.

Esther Doña ya forma parte del club selecto de escritores noveles. Esta semana ha sacado a la venta un libro en el que repasa su relación con Carlos Falcó, el fallecido marqués de Griñón, pero en el que omite los episodios más controvertidos de su romance. No ha habido presentación ni rueda de prensa, solo charlas bien escogidas. Nada nuevo.

Además de desempolvar y mercadear con conversaciones intimas o reflexiones de alcoba, la viuda se autohomenajea con cartas de terceros ensalzando su buen hacer. No habla tampoco de cuando fue modelo o musa del falso Príncipe Zaleski, ni de sus encuentros con el empresario Luis Miguel Rodríguez, quien guarda un grato recuerdo.

Cuentan, y no acaban, sobre la sorpresa y el enfado de los hijos mayores del aristócrata. Sobre todo de Duarte, digno heredero de la elegancia y modales de su padre, que sigue en silencio por pudor y educación, pero que podría acreditar que Esther no es la mujer tan prudente y delicada que algunos se encargan de dibujar. Si bien todos eran conscientes de que no podía ni debía profundizar en los asuntos más complicados o peligrosos de su relación, jamás pensaron que podría dar rienda suelta a fábulas o supuestas recreaciones de situaciones que nunca se habrían producido.

En este sentido, piden leer con perspectiva el manual encantador y sacar conclusiones no edulcoradas. Y siguen conteniendo la respiración ante esa confesión de que la reina Sofía consuela sus males, se ocupa y preocupa de ella. Lo más que ha habido entre ellas ha sido un breve saludo cortés, ni complicidad ni trasvase de secretos.

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