Fue breve, pero significativo. En su despedida oficial en la T4 del aeropuerto de Barajas antes de partir este lunes rumbo a Rumanía, la Princesa Letizia aparecía con una puesta en escena sorprendente: con un inequívoco estilo Rania de Jordania (gafas grandes, conjunto negro de bordado arabesco), su cabeza estaba situada visiblemente más abajo de lo habitual respecto al hombro de su marido, el Príncipe de Asturias.
Sus amados peep toe, cuyas plataformas y portentosos tacones son capaces de elevar la estatura hasta quince centímetros, habían desaparecido momentáneamente de sus pies; ocupando el lugar de los ya famosos letizios, unos zapatos planos.
Le duraron poco, eso sí, porque a su llegada al Palacio Controni de Bucarest lució unos afilados stilettos de color crema.
¿Vuelta a sus orígenes?
La de este lunes es la segunda ocasión en pocos días en la que la Princesa de Asturias opta por el calzado cómodo, algo que sí caracterizó sus inicios como princesa, tal y como pudimos comprobar durante su luna de miel en Cuenca.
A pesar de la aparente influencia que la soberana jordana ejerció en su atuendo de este lunes en Barajas, no es la elegante reina Rania, sino la no menos estilosa primera dama francesa la que más parece haber motivado el cambio de tendencia.
El pasado viernes, durante una audiencia en la Zarzuela a los participantes del programa Becas Europa de la Universidad Francisco de Vitoria, la princesa escogió unas bailarinas que hubieran hecho las delicias de Carla Bruni, ya que este calzado se ha convertido en su seña de identidad.
¿Se convertirán también en complemento habitual de Letizia en algunas de sus apariciones públicas? Su viaje por Rumanía parece demostrar, de momento, que la elección dependerá de la ocasión.
En su agenda se incluyen encuentros con el presidente y el primer ministro rumanos, así como con representantes de diversas empresas españolas en el citado país. Hagan sus apuestas.
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