El martes, Ako Zazarashvili presentó en Madrid su nueva colección Herrero de seda en el icónico hotel Four Season de la capital. Acompañando a la lujosa localización, el diseñador georgiano mostró piezas cargadas de sensualidad y poder, ensalzando la figura femenina.
Según comenta Zazarashvili, Herrero de Seda es un homenaje a la artesanía y a las mujeres que le han rodeado a lo largo de su vida: "Fuertes y a la vez tan frágiles, en ocasiones protegidas por una gran coraza, mujeres que me inspiran y me enseñan, y cuyo carácter se refleja en cada una de las piezas de esta colección".
Con una costura delicada, pero de volúmenes contundentes y complejo patronaje, el diseñador crea la identidad de su propia marca, dando gran importancia al metal ensamblando y soldando piezas metálicas, creando prendas únicas en colaboración con artesanos orfebres del sur de España. Las piezas metálicas forman parte también de los bordados de esta colección, en la que hasta las telas juegan ser metales y las prendas, armaduras.
El óxido tiñe esta propuesta en la que el diseñador muestra los frutos de un largo proceso de investigación y experimentación, contando también con tejidos suntuosos y materiales nobles.
Las telas brocadas, tafetán de algodón, sedas, gasas de bambula o gasas plisadas conforman piezas lujosas, hechas para perdurar en el tiempo, adaptándose a cualquier época. Debido a esto también reinventa la silueta Dior, conformando una nueva visión más futurista y atrevida sin perder su esencia.
En esta primera colección, el diseñador ha hecho un viaje introspectivo para poder mostrar al público todo su universo. Huyendo de la evidencia, muestra un homenaje a la fortaleza femenina a través de la figura de Juana de Arco, incluyendo reminiscencias a la cultura Samurai a través de las formas.
No se puede obviar la fuerte influencia de las raíces del propio Zazarashvili en la colección, que muestra su propia visión sobre el arte bizantino, incluyendo también a España, país en el que reside desde los 13 años, inspirándose en Las Santas de Zurbarán, Velázquez y Balenciaga.
Entre los materiales, destacaron las telas brocadas, tafetán de algodón, sedas, gasas de bambula, gasas plisadas, repujados de metal, plumas de gallo tratadas, que ayudaban a crear grandes volúmenes, además de aportar peso y mucho movimiento y fluidez.
El diseñador presenta patrones contrastados, que van desde los estructurados, con ángulos rectos y fuerte geometría, de sastrería, chaquetas, faldas y pantalones, hasta las fluidas y evanescentes de tops, capas y vestidos. Priman los volúmenes muy trabajados que ensalzan la figura femenina.
Por otro lado, los colores predominantes salen de una paleta cálida, siendo los tonos tierras, ocres, oro, oliva y camel los escogidos, contrastando con un fuerte azulón. Todos ellos embellecidos por los destellos dorados del metal. Además, también hubo espacio para el clásico binomio blanco y negro, junto al rojo sangre.
Sin lugar a dudas, se trata de un gran inicio para Ako Zazarashvili, con una primera colección en la que demuestra que ha venido a convertirse en uno de los grandes diseñadores y que, dentro de no mucho tiempo, veremos en las pasarelas más prestigiosas de la semana de la moda.
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