El CSIC patenta un test ultrasónico, como el que se usa para construir aviones, que mide la eficacia de las mascarillas

  • Mide el grado de respirabilidad y filtración, de lo que se concluye que son más eficientes las FFP2 que las higiénicas.
  • Los fabricantes podrán testar la eficacia de cada mascarilla en la cadena de producción y no solo de muestras al azar.
MLG 26-10-2020.- Consumidores de terrazas, bares y cafeterías de Málaga portan sus mascarillas ante la obligatoriedad de portarlas mientras no se esté consumiendo..-ÁLEX ZEA.
Consumidores de terrazas, bares y cafeterías de Málaga con las mascarillas puestas.
20M EP
MLG 26-10-2020.- Consumidores de terrazas, bares y cafeterías de Málaga portan sus mascarillas ante la obligatoriedad de portarlas mientras no se esté consumiendo..-ÁLEX ZEA.

¿Qué tienen en común el componente de un avión, una tortilla de maíz y una mascarilla? La respuesta es que las tres pueden probar su eficacia por medio de ultrasonidos. En los dos primeros casos, la industria ya los utiliza para testar la calidad de los productos sin tener que utilizar agua o geles que los estropearían. A la industria aeronáutica y alimentaria podrán sumarse a partir de ahora los fabricantes de mascarillas que deseen incorporar el test ultrasónico que acaban de patentar investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para ser aplicado a la producción de este artículo contra la Covid.

De momento, no existen estudios concluyentes acerca de la efectividad real de las mascarillas para frenar la expansión del virus, pero de los trabajos para dar con el test ultrasónico que será aplicable a su producción, el autor del trabajo, Tomás Gómez, indica que, a ojos de esta técnica, las mascarillas higiénicas son menos efectivas que las FFP2 y las FFP3.

"Las higiénicas son más transparentes al ultrasonido que las quirúrgicas o las FFP2 y FFP3", dice Gómez, miembro del Instituto de Tecnologías Físicas de la Información del CSIC (ITEFI-CSIC), que ha dado con la forma de que, a través del aire, un fabricante pueda comprobar que toda la producción de mascarillas. una a una, es eficaz y no solo las que se comprueben en una muestra aleatoria.

Para ello, han ideado un test que permite determinar mediante ultrasonidos si una mascarilla cumple unos parámetros dados de eficacia, en función de cómo interactúen con las partículas de aire, la apertura de los moros o la resistencia a los ultrasonidos. Cuanto mayor sea la resistencia -y menor la transparencia al paso de los ultrasonidos- más efectiva será para bloquear el paso de partículas, explica Gómez. Aunque avanza cuáles en principio son más eficaces y cuáles menos, avisa de que con el test se pueden medir todos los tipos de mascarillas, para determinar si cumplen con los umbrales de "respirabilidad" y "filtración" que fije el fabricante.

El test de ultrasonidos es una manera mucho más sofisticada, por ejemplo, que la prueba de soplar a través de una mascarilla para ver si se apaga una vela. "Las mascarillas con mayores capacidades de filtración son más opacas a los ultrasonidos, las que tienen más capacidad son los que menos transmiten los ultrasonidos, pasa menos energía en mascarillas que filtran mejor", dice Gómez. Cuanto más respirables son las mascarillas, más transparentes son, lo que le ocurre a las higiénicas en comparación con el otro extremo, las FFP3.

Tras los pasos de la industria aeroespacial y alimentaria

Una vez hecho el hallazgo y patentado el test, al ITEFI-CSIC le gustaría que la industria la incorporara a la fabricación de mascarillas. El cambio que supondría consiste en que en lugar de comprobar la eficacia de ejemplares tomados como muestra, se podría comprobar "el 100%" de los artículos, incorporando esta tecnología a las líneas de producción. Con otras técnicas, Gómez afirma que probar todos los artículos que salen de fábrica es "costoso en tiempo y dinero", algo que asegura que no ocurre con el test de ultrasonidos. "Lo que planteamos en esta medida indirecta es que es extraordinariamente rápida y se podría implementar en el proceso de producción", dice.

No sería la primera vez, porque esta tecnología se emplea desde hace años en la industria aeronáutica y aeroespacial y en la de la alimentación. Por muy alejadas que parezcan, a ellas podría sumarse la de la fabricación de mascarillas. 

En el primer caso, porque la construcción de las partes que componen los aviones, por ejemplo, precisan de materiales muy ligeros. Uno de ellos se conoce como "sandwich", explica Gómez, y está formado por dos paredes de plástico de fibra de carbono y de un interior que es "como un panal de abeja". En este caso, deben probarse todas las piezas que van a ir a un avión, no solo unas elegidas aleatoriamente, y no puede ser mediante técnicas que las mojen porque se estropearían los materiales, indica Gómez, para exponer porqué en este sector se emplean ya los ultrasonidos.

Si un avión parece alejado de una mascarilla, no lo es menos una tortilla de maíz, para cuya producción también se emplea esta tecnología. "Al fabricante le interesa que tenga cierta textura y tampoco puede utilizar el agua o el gel", dice Ortega sobre un principio aplicable a también a las mascarillas y a la regla número uno que aprendimos para utilizarlas: que no pueden mojarse.

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