Este es el devastador efecto global que tendría una guerra nuclear en el aire de la Tierra

Explosión de una bomba nuclear.
Explosión de una bomba nuclear.
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Explosión de una bomba nuclear.

Uno de los principales temores de la humanidad desde el final de la Segunda Guerra Mundial es una guerra nuclear global, que tendría efectos devastadores en la vida en la Tierra.

Pero ahora, un nuevo estudio modela el impacto que el humo de la lluvia radiactiva de un conflicto nuclear tendría en nuestra atmósfera, y los resultados son predeciblemente sombríos.

El estudio, publicado en el Journal of Geophysical Research: Atmospheres y recogido por Science Alert, recoge unos modelos que son algunos de los más actualizados y detallados jamás puestos en práctica, y tienen en cuenta las complejas reacciones químicas que sucederían en la estratosfera, uno de los niveles más bajos de la atmósfera terrestre.

Lo que apuntan los nuevos hallazgos es que el daño al medio ambiente podría ser más severo y durar más de lo que han encontrado estudios anteriores, teniendo en cuenta el daño del efecto de calentamiento inicial de las explosiones nucleares, así como la posterior pérdida de la capa de ozono.

"Aunque sospechábamos que el ozono se destruiría después de una guerra nuclear y eso daría como resultado un aumento de la luz ultravioleta en la superficie de la Tierra, si hubiera demasiado humo, bloquearía la luz ultravioleta", dice el científico climático Alan Robock, de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey (EE UU).

"Ahora, por primera vez, hemos calculado cómo funcionaría esto y cuantificado cómo dependería de la cantidad de humo", dijo Robock.

El equipo analizó el impacto de una guerra nuclear regional y global, con 5 megatones y 150 megatones de hollín liberados respectivamente. Una guerra global dejaría una pérdida promedio de capa de ozono del 75% en el transcurso de 15 años, revelaron los investigadores, con una guerra regional que resultaría en una pérdida de capa de ozono del 25% durante un período de 12 años.

Según el estudio, aunque el humo bloquearía inicialmente los rayos del Sol, en unos pocos años seguirían ráfagas más fuertes de luz ultravioleta, que se permitirían golpear la superficie de la Tierra a través del daño a la capa de ozono.

Tanto la explosión inicial, a través de reacciones químicas con óxidos de nitrógeno, como el humo mismo a través del calentamiento y la reducción de la fotoquímica que interfieren con las interacciones atmosféricas naturales, contribuirían a la pérdida de ozono.

Con variaciones en la luz ultravioleta vinculadas a todo, desde el cáncer de piel hasta los procesos agrícolas y la supervivencia de ecosistemas enteros, tener mucha más de ella llegando a nuestro planeta tendría profundas consecuencias para cualquiera y cualquier cosa que sobreviviera a las explosiones iniciales. Una guerra global sería peor, pero una guerra regional aún sería devastadora.

"Las condiciones cambiarían drásticamente y las adaptaciones que pueden funcionar al principio no ayudarán a medida que las temperaturas se calientan y la radiación ultravioleta aumente", dice el científico atmosférico Charles Bardeen, del Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR) en Colorado.

"Justo cuando el humo se está disipando, obtendría esta explosión de rayos ultravioleta con impactos completamente diferentes en la salud humana y la agricultura", añade Bardeen.

Modelos anteriores y posteriores

Los primeros modelos de guerra nuclear de la década de 1980 predijeron un invierno nuclear, con el humo de las explosiones y los incendios posteriores bloqueando el Sol y su calor. Desde entonces, modelos posteriores han considerado cómo el aumento de las temperaturas, así como el daño directo, podrían afectar la capa de ozono a través del calentamiento de la estratosfera.

Es importante tener en cuenta que los arsenales nucleares también continúan cambiando: países como India y Pakistán probablemente han ganado más armas y armas más poderosas, mientras que para Estados Unidos y Rusia, la tendencia se invierte.

Este estudio tiene como objetivo incorporar tantas de estas diferentes consideraciones como sea posible para mostrar las posibles diferencias entre la guerra nuclear global y regional, y el resultado final es que no hay escapatoria de los efectos en las décadas siguientes, sin importar dónde se encuentre en la Tierra.

"Además de todas las muertes que ocurrirían casi de inmediato, los efectos climáticos y los efectos de los rayos ultravioleta serían generalizados", dice Bardeen.

"Estos no son locales donde ocurre la guerra. Son globales, por lo que nos afectarían a todos", concluye.

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