La evolución del volcán de La Palma descuadra a los expertos y tiene en vilo a los vecinos

El volcán de Cumbre Vieja el día en el que la erupción de La Palma cumple tres semanas, a 10 de octubre de 2021.
El volcán de Cumbre Vieja el día en el que la erupción de La Palma cumple tres semanas.
EP
El volcán de Cumbre Vieja el día en el que la erupción de La Palma cumple tres semanas, a 10 de octubre de 2021.
El volcán de Cumbre Vieja el día en el que la erupción de La Palma cumple tres semanas.
Atlas

Un rugido constante impide a los palmeros respirar con tranquilidad desde el 19 de septiembre, fecha en la que despertó el volcán de Cumbre Vieja. Más de tres semanas llevan en alerta permanente. Porque cuando parece que su furia da un paso atrás, a las pocas horas demuestra que solo estaba cogiendo fuerza para avanzar otros dos. Y los expertos comienzan a confesar que si bien se temían que el volcán "no iba a ser bueno", está siendo "peor de lo previsto", en palabras de Carmen Romero, profesora titular de Geografía Física en la Universidad de La Laguna, en una entrevista con Efe.

El volcán también parece estar echando un pulso con la historia, pues curiosamente las erupciones de La Palma han ido disminuyendo en su duración con los años. La primera registrada fue la del Tajuya en 1585, que duró 84 días. Las siguientes se fueron acortando: la de Tigalate (1646) estuvo activa 82 días; la de San Antonio (1677-1678), 66; la de El Charco (1712), 56; la de San Juan (1949), 42; y la del Teneguía (1971), 24. 

Una hipótesis era que las cámaras magmáticas fueran menores. Por ello, cabía suponer que esta erupción –que hoy cumple 22 días– durase menos tiempo que la del Teneguía, pero no tiene pinta de ser así, "y lo que ha hecho ha sido contradecir una especie de tradición de tendencia", indica a la misma agencia Eduardo Martínez de Pisón, catedrático emérito de Geografía de la Universidad Autónoma de Madrid.

La destrucción que deja a su paso el volcán aumenta día a día, y ni por tierra ni por mar ni por aire da tregua. Por un lado, después de que la cara norte del cono se derrumbase, la nueva colada que emergió destruyó las pocas casas que habían aguantado en pie en Todoque. Al finalizar el domingo, la superficie arrasada en la isla ascendía a 525 hectáreas y la anchura máxima de la colada era de 1.520 metros.

Sobre la cantidad de magma expulsado desde que todo empezó, los expertos no se ponen de acuerdo: si se atiende a los cálculos del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), la cifra asciende a 39,6 millones de metros cúbicos; pero si se hace caso a los satélites que vigilan la situación desde el espacio, esta aumenta a 60 millones de metros cúbicos, tal y como apuntó la portavoz científica del Plan de Emergencia Volcánica de Canarias (Pevolca), María José Blanco.

Igualmente, si se desciende de la superficie de la isla al nivel del mar, la fajana que se está formando en la costa abarca ya 34 hectáreas y cada vez alcanza cotas más profundas. Según informó ayer el Cabildo de La Palma, esta está bordeando el límite de la plataforma insular, esto es, la zona menos profunda. Cuando la sobrepase, el Cabildo avisó de que podría producirse un derrumbe que provocaría olas.

Bajando ahora del mar al interior de la tierra, tampoco se halla estabilidad. La sismicidad sigue siendo elevada, y el Instituto Geográfico Nacional (IGN) ayer notificó que en las últimas 48 horas habían registrado un total de 214 terremotos, 19 de ellos sentidos por la población.

La intensidad máxima correspondió a un sismo detectado el sábado de magnitud 3,6 a 11 kilómetros de profundidad. Y por último, saliendo de las profundidades de la Tierra a la atmósfera, las noticias también intranquilizan. María José Blanco (portavoz científica del Pevolca) avanzó que por culpa del viento hoy la nube de ceniza puede que vuelva a afectar a la operatividad del aeropuerto de La Palma, sin descartar que también se vean perjudicados los aeródromos de Tenerife.

Nueve coladas desde que entró en erupción

Después de que el sábado se derrumbase parte del cono principal del volcán (a la derecha, una secuencia fotográfica de aquel momento), nuevos ríos de lava comenzaron a deslizarse ladera abajo. Desde que comenzó la erupción se han contabilizado nueve coladas, de las que están activas la 1, la 7 y la 8. El derrumbe del sábado, precisamente, reactivó estas dos últimas, que están siendo monitorizadas por la Unidad Militar de Emergencias (UME). Otra de las coladas –la número 2– se paró a unos 40 metros de distancia del mar, por lo que si llega a reactivarse, podría acabar alimentando la fajana.

El volcán en cifras

  • 1.186 construcciones han quedado destruidas por la lava, según datos de Copernicus. Aparte, otras 95 están en riesgo.
  • 4.522 toneladas diarias de dióxido de azufre y 1.958 de dióxido de carbono emite
    el volcán, lo que no pone en riesgo a los lugareños.
  • 525 hectáreas ha arrasado el volcán desde que entró en erupción el pasado 19
    de septiembre, hace tres semanas.
  • 34 hectáreas abarca la fajana que se está formando en la costa como consecuencia de la llegada de la lava al Atlántico 
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