Columnas rotas y ratas "infernales" retratan la hostilidad del mundo del arte en el IVAM

Dos niveles, un bosque de columnas destrozadas y mordidas y diez esculturas de ratas extraídas de un mundo infernal, retratan la "hostilidad, explotación y abuso" del mundo del arte en el Institut Valencià d'Art Modern con la exposición 'Un ejercicio de violencia' de Guillermo Ros.

"También es una autocrítica: soy adicto a la explotación", ha comentado el escultor en la presentación de la muestra, abierta al público desde este miércoles 7 hasta el 6 de febrero. Como comisaria le respalda la propia directora del IVAM, Nuria Enguita, quien tomó las riendas del museo hace un año y ha destacado 'Un ejercicio de violencia' como ejemplo de la importancia de apoyar el talento joven.

En la imponente Galería 6, el espectador se enfrenta a dos escenas congeladas que simulan un videojuego y dejan entrever la violencia inherente a todo proceso de creación, una violencia cultural que legitima la autoexplotación como necesidad personal para cualquier artista.

Pero la exposición también refleja un diálogo o "lucha" con la arquitectura propia de un museo, ya que Ros se enfrentó al reto de adaptar sus creaciones a esta galería de dos plantas partida por una escalera. "Es una sala donde es muy difícil exponer, tuve que batallar contra ella y ahí empezó todo", ha explicado.

Las lecturas de 'Un ejercicio de violencia' no se quedan ahí, pues el escultor propone "un relato lleno de microrrelatos" que tomó prestado del mundo de los videojuegos y de 'Berserk', el manga de Kentaro Miura que habitualmente aparece en sus piezas y en el que el protagonista no puede utilizar su espada precisamente a causa de las columnas.

DE LA LONJA AL ARTE CONTEMPORÁNEO

Desde la entrada, los pilares con piedras pulidas o en crudo en el interior a modo de mordisco y de "materia cárnica" simulan un campo de batalla que dificulta el movimiento del público y se confunden con las columnas originales de la sala. Esta piedra, acompañada por el acero de Damasco, alude a uno de los materiales de la emblemática Lonja de la Seda de València y en muchos otros edificios del Siglo de Oro valenciano.

El espectador, confundido, llega a la segunda planta y se revela el misterio: diez ratas "dispuestas a arrasar con el museo", envueltas por restos de columnas y piedras, aparecen de cualquier rincón y asustan por sus expresiones con dientes de acero.

Son ratas que remiten de nuevo a la Lonja y a sus gárgolas y símbolos de la lujuria y el mundo infernal. Es más, parte de sus cuerpos están en proceso de ser "parasitados" por el IVAM, con la piedra calcaria que luce la sala hipóstila.

Ros, quien se hizo cargo de todo el proceso de creación y prefiere que le llamen escultor antes que artista, ha precisado que este imaginario también puede tener una traslación al mundo real, aunque queda en manos del público. "Son personajes que podemos ser todos nosotros", ha ilustrado la comisaria sobre este trabajo "crítico, poético y político".

Ambos protagonizan una conversación este jueves a las 19 horas en el Auditori Carmen Alborch, tras lo que la programación de la exposición continuará en noviembre con una visita guiada a la Lonja con el historiador Eloi Boix y en diciembre con una conferencia de la filósofa Natalya Serkova. También hay visitas guiadas todos los jueves hasta enero bajo el título 'Un ejercicio de mediocridad', como un juego dialéctico donde "visitar el silencio".

Guillermo Ros (Vinalesa, 1988) vive y trabaja en Alboraia (Valencia), se licenció en Bellas Artes por la Politècnica de València (UPV), donde realizó posteriormente el Máster de Producción Artística, y desarrolla su trabajo en València, Barcelona, Palma de Mallorca o Madrid. Fuera de España ha llegado a Bogotá, Lisboa, Viena, Oporto y Londres, lo que le ha merecido premios como el Senyera de Artes Visuales de 2020. Su obra forma parte de colecciones privadas e institucionales de ámbito nacional e internacional.

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