La curiosidad y el miedo colapsan las carreteras de La Palma: "Unos huyendo del peligro y otros yendo hacia él"

Vehículos atascados el lunes por la noche en la carretera LP3 de la isla de La Palma con el volcán en erupción de fondo.
Vehículos atascados en la carretera LP3 de La Palma, con el volcán en erupción de fondo.
Pablo Rodero
Vehículos atascados el lunes por la noche en la carretera LP3 de la isla de La Palma con el volcán en erupción de fondo.
Vehículos atascados en la carretera LP3 de La Palma, con el volcán en erupción de fondo.
PABLO RODERO / ATLAS

Dos largas filas de coches colapsaban anoche la principal vía de comunicación de la isla de La Palma en sus dos direcciones. Con el volcán en erupción de fondo, los vehículos alineados formaban un reflejo distorsionado de las lenguas de lava que caían y siguen cayendo sobre la ladera occidental de la isla, arrasando todo lo que se cruza a su paso.

Las sirenas de los vehículos de la Unidad Militar de Emergencias, la Guardia Civil y numerosas ambulancias, teñían de azul la riada de vehículos atascados. Unos huían de la nueva lengua y de los rumores de nuevas evacuaciones -que acabaron por confirmarse hacia las 21h- y del nuevo temblor que se sintió en buena parte de la isla.

Pero también colapsaban la carretera centenares de vehículos que avanzaban en dirección al volcán, repletos de curiosos que querían ver de cerca la primera erupción en La Palma desde hacía medio siglo.

Las dos direcciones de la vía dejaban imágenes disonantes. Una mujer gritaba por la ventanilla de un vehículo instando a todos los demás coches a huir de la zona, mientras, a escasos metros, los conductores se paraban en el arcén a tomar fotos del volcán en erupción. Una furgoneta cargada de ovejas, probablemente rescatadas del avance de la lava. optaba por salir del atasco por un camino lateral.

Miedo y preocupación

Todo ello reflejaba bien el ambiente que se vive en la isla desde el domingo. Una mezcla de miedo y preocupación con curiosidad y sensación de estar viviendo un momento histórico. Los daños materiales y las duras consecuencias para la economía local de la erupción acabarán, probablemente, haciendo que los primeros sentimientos se impongan a los segundos.

Ante el bloqueo de la vía que une la capital de la isla, Santa Cruz de La Palma, con las poblaciones más afectadas por el volcán, el Cabildo de la Isla lanzó un llamamiento a los vecinos y turistas a que no circularan por carretera y no se acercaran la zona de la erupción.

Precisamente en ese momento, se empezaba a desalojar el municipio de Tacande ante la cercanía de una nueva lengua de lava.

La gasolinera ubicada a la entrada de El Paso era anoche un hervidero. Los clientes de la cafetería atendían desinteresados al partido del Barcelona contra el Granada mientras observaban con el rabillo del ojo la incesante columna de fuego que se alzaba a lo lejos. Una distancia que parecía acercarse con la oscuridad y que se volvía más inquietante con el rugido continuo del volcán que se hacía más audible con el silencio de la noche.

La carretera atascada, iluminada por el fuego y por la luna llena, servía de comidilla para los empleados de la gasolinera, que no podían ocultar su nerviosismo: “La vida y las personas sí son raras”, reflexionaba la cajera mientras despachaba a un cliente. “Unos huyendo del peligro y otros yendo hacia él”. 

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