
Estados Unidos, Reino Unido y Australia. Esos son los tres pilares de una nueva y sorprendente alianza militar y de seguridad para hacer frente a las maniobras de China en la región del Indo-Pacífico. Lo han firmado el primer ministro australiano, Scott Morison, su homólogo británico, Boris Johnson, y el presidente estadounidense, Joe Biden, durante un encuentro por videoconferencia en el que han dado cuenta de esta nueva alianza, ha informado la Casa Blanca. No forman parte de ese pacto otros países como Francia o Alemania, y Josep Borrell ha asegurado que la UE tampoco ha sido informada. Pero, ¿cuáles son las claves de ese pacto?
¿En qué consiste el acuerdo?
"Promoveremos un intercambio más profundo de información y tecnología, fomentaremos una integración más profunda de la ciencia, la tecnología, las bases industriales y las cadenas de suministro relacionadas con la seguridad y la defensa y, en particular, profundizaremos significativamente la cooperación en una variedad de capacidades de seguridad y defensa". Esa es la descripción que hacen los firmantes del acuerdo, que permitirá a los tres países compartir tecnología para hacer frente a las amenazas cibernéticas.
Tiene que ver también con la inteligencia artificial a través de sistemas de largo alcance y submarino. Biden no califica esto como un ataque a China, sino como una intención de posicionarse en la región en un momento en el que el orden internacional está cambiando. De momento, el pacto permite a la Armada australiana contar con acceso a tecnología necesaria para la fabricación, por primera vez, de submarinos de propulsión nuclear, algo que pone fin al acuerdo del país oceánico con Francia para la fabricación de submarinos de diseño francés y que ha desatado las quejas en el Elíseo.
¿Cuál es el objetivo?
Desde la Casa Blanca tratan de alejar la posibilidad de que se trate de una maniobra para confrontar con Pekín. "Esta asociación no tiene como objetivo ni se trata de ningún país, se trata de promover nuestros intereses estratégicos y defender el orden basado en reglas internacionales", apuntaron desde Washington, pero la realidad es bien distinta. La región del Indo-Pacífico es uno de los puntos de expansión de China para los próximos años y EE UU quiere ejercer como freno, para lo que ha sumado el apoyo del Reino Unido y de Australia.
El Gobierno de Joe Biden quiere reposicionarse tras el fracaso en Afganistán, y Asia es un enclave fundamental para el corto y medio plazo. Además, el acuerdo ha sido muy celebrado por los firmantes. "Hoy, nos unimos a nuestras naciones en un acuerdo para la próxima generación, construido sobre una base sólida de confianza probada", ha celebrado el primer ministro de Australiam, que ve como objetivos prioritarios "favorecer la libertad, que respeta la dignidad humana y el estado de derecho, la independencia de los estados soberanos y el compañerismo pacífico de las naciones".
Boris Johnson lo ve asimismo como una oportunidad para generar empleo y aseguró que el rol de Reino Unido estará "en consonancia" con sus "obligaciones de no proliferación". Por su parte, Estados Unidos valoró la cooperación de sus socios. "Damos otro paso histórico para profundizar y formalizar la cooperación entre nuestras tres naciones porque todos reconocemos el imperativo de garantizar la paz y la estabilidad en el Indo-Pacífico a largo plazo", sostuvo Biden.
¿Cómo ha reaccionado China?
Pekín ha recibido el acuerdo con cierta hostilidad. "Los países no deberían construir bloques excluyentes que tenga como objetivo o dañen los intereses de terceros. En particular, debería deshacerse de su mentalidad y prejuicios ideológicos de la Guerra Fría", apuntaron desde el Gobierno chino. Dan por hecho el pulso por parte de Estados Unidos, pero al mismo tiempo asumen que ellos están más avanzados en la región. Biden y Xi Jinping conversaron hace días para evitar cualquier tipo de choque, pero la 'tregua' no ha durado demasiado.
¿Qué países se quedan fuera?
El más afectado por el acuerdo es Francia, cuyo Gobierno ya ha mostrado un importante enfado por el pacto, ya que a nivel por ejemplo submarino el país galo pierde influencia. Por su parte, la UE -que no había sido informada de la alianza- ha lanzado su propia estrategia de influencia en la región. Impulsada por Josep Borrell y acordada por el Consejo y el Parlamento Europeo, se basa en consolidar y defender el orden internacional basado en normas, promoviendo una cooperación multilateral efectiva basada en valores y principios compartidos, incluyendo un compromiso de respetar la democracia, los derechos humanos y el Estado de Derecho.
Además, la Unión quiere promover la igualdad de condiciones y un entorno abierto y justo para el comercio y la inversión y contribuir a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), a abordar el cambio climático y la degradación del medio ambiente en la tierra y en los océanos, y a apoyar el desarrollo socioeconómico sostenible e inclusivo.
Asimismo, llama a participar en la cooperación bilateral y multilateral con los socios para cumplir los objetivos del el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) y proseguir con la cooperación multilateral y regional que mantiene desde hace tiempo con las Naciones Unidas e instituciones de Bretton Woods, así como con organizaciones regionales como la ASEAN y la Unión Africana en el Océano Índico Occidental.
Al mismo tiempo, se propone apoyar la elaboración de políticas y la cooperación verdaderamente inclusivas, en las que las voces de la sociedad civil el sector privado, los interlocutores sociales y otras partes interesadas, y quiere establecer relaciones comerciales y económicas de apoyo mutuo con la región que fomenten el crecimiento económico inclusivo y la estabilidad, y que promuevan y faciliten la conectividad.
¿Una nueva Guerra Fría?
La respuesta es no: la situación está muy lejos de equipararse a lo sucedido en la Guerra Fría, pero todo parece indicar que las fricciones van a ir a más en los próximos meses. Estados Unidos asume que tendrá que recuperar terreno tras lo sucedido en Afganistán, y en esa batalla estratégica se encontrará en el otro lado a China y a Rusia. Washington da por hecho que tendrá a su lado a la Unión Europea, pero una de las obsesiones de Josep Borrell es que la UE empiece a caminar por sí misma en muchos asuntos. En un mundo multipolar la lucha no será fría, pero será lucha igualmente.
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