Las llaves de la esperanza: una donante paga un año de alquiler a una familia para que deje de dormir en el coche

Lucía y José entrando en su nueva casa.
Lucía y José entrando en su nueva casa.
CEDIDA
Lucía y José entrando en su nueva casa.

Lucía apenas podía contener las lágrimas este jueves cuando, tras dos meses durmiendo en el coche junto a su marido y sus dos hijos al lado de un parque, abrió por primera vez las puertas de su nuevo hogar. En paro y sin un techo bajo el que cobijarse desde que la pandemia de COVID-19 les arrebató su casa y su bar, esta familia ha protagonizado lo que parece un auténtico milagro: una donante anónima pagará los gastos de alquiler y luz durante un año en un gesto encomiable de solidaridad.

Tan solo dos días antes de recibir las llaves de su vivienda y -esperan- de su nueva vida, esta pareja comenzaba a entrever el final de su calvario con la firma del contrato de arrendamiento. Tras unas horas de espera interminable, la familia abandonaba conmovida su vehículo y comenzaba una etapa en una casa de dos dormitorios, cuyo propietario también prefiere no revelar su identidad.

"Yo aún no me lo creo. Cuando me dieron la noticia, pensaba que me estaban tomando el pelo", reconoce Lucía, vecina del municipio granadino de Armilla y protagonista de una historia digna de la gran pantalla. Todavía conmocionada, relata que ha sido una mujer residente en el extranjero y que no desea dar su nombre quien correrá con los gastos, después de conocer su caso a través de la prensa.

"Yo aún no me lo creo. Cuando me dieron la noticia, pensaba que me estaban tomando el pelo"

Fue en marzo de 2020, con la llegada de la COVID-19, cuando comenzó el vía crucis de esta familia. El confinamiento domiciliario obligó a Lucía y a su marido, José Luis, a bajar temporalmente la persiana del bar que regentaban, pero el cierre se convirtió en permanente con las posteriores restricciones a la hostelería. Sin ingresos, todo empeoró: perdieron primero su vivienda y, menos de un año después, un segundo desahucio les arrebató también el negocio.

Lucía y José Luis reciben las llaves de su nueva vivienda.
Lucía y José Luis reciben las llaves de su nueva vivienda.
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Araceli, una pieza fundamental

Este desenlace no habría sido posible sin la intervención de Araceli López, una asturiana afincada en Armilla que se ha desvivido por paliar las penurias de este matrimonio y sus dos hijos. Al frente de la Asociación de Mujeres La Gran Familia, no solo los ha ayudado a encontrar casa, sino que los apoya en la búsqueda de empleo e incluso les prepara la comida, ante las dificultades de hacerlo en el parque.

"El día de la firma del contrato, Lucía y yo llorábamos como dos Magdalenas. Fue superemocionante. Después de esto, somos como dos hermanas que se han encontrado después de mucho tiempo separadas", afirma Araceli, decidida a seguir "echando una mano" a la familia con la comida "hasta que tengan más estabilidad económica".

"El día de la firma del contrato, Lucía y yo llorábamos como dos Magdalenas. Somos como dos hermanas reunidas tras mucho tiempo separadas"

Sin embargo, el caso de Lucía y José Luis está lejos de ser el único. Hace tan solo unos días, la asociación que preside Araceli ya consiguió encontrarle un hogar a otro vecino del pueblo que no tenía dónde dormir, mientras continúa "dando de comer semanalmente a 50 familias" acuciadas por la necesidad e incapaces de hacer frente a todos sus gastos.

Lucía y José Luis firman el contrato de alquiler.
Lucía y José Luis firman el contrato de alquiler.
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"Si los que están arriba no te ayudan y los que estamos abajo nos limitamos a meternos en casa y a esconder la cabeza debajo del ala, este mundo va a terminar muy mal. Hay que salir a la calle y ayudar", defiende Araceli, que quiere devolver el apoyo que hace tiempo otra gente le prestó a ella cuando la necesitó.

Por la situación de esta familia también se ha interesado Clece, un grupo empresarial con un proyecto de inclusión de colectivos socialmente vulnerables que está estudiando el caso de esta familia para hacer su propia aportación. 

Lograr un empleo, el próximo objetivo

Una vez superada la necesidad más acuciante de encontrar una vivienda, esta familia centrará sus esfuerzos en lograr un empleo. Tanto Lucía, que comenzó a trabajar en el campo a los 9 años para colaborar en casa, como José Luis, que ha tenido todo tipo de ocupaciones, no tienen reparo "en trabajar de lo que sea".

De momento, el más afortunado en la búsqueda ha sido el hijo mayor del matrimonio, de 23 años, que acaba de firmar un contrato indefinido en una tetería. "Una amiga le ofreció empleo en el establecimiento durante dos días, viernes y sábado. El domingo, la propietaria lo llamó para proponerle trabajar cinco días a la semana", explica la madre emocionada.

"Una amiga le ofreció empleo a mi hijo durante dos días y ahora ha firmado un contrato indefinido para trabajar cinco días a la semana"

Menos suerte han tenido por el momento los dos padres y el hijo pequeño, que siguen buscando. No obstante, el benjamín de la familia ha optado por retomar los estudios y sacarse el graduado en Educación Secundaria Obligatoria, algo que también va a hacer su hermano mientras trabaja. "Se han dado cuenta de que, sin formación, es muy complicado encontrar empleo", señala la mujer.

Ahora, la generosidad de esta mujer no solo le ha permitido a esta familia conseguir un techo, sino recobrar la esperanza y afrontar con optimismo las posibles dificultades que puedan encontrar en el camino.

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