El 'boom' de la morosidad agrava las peleas y los litigios en las comunidades de vecinos

  • El número de residentes que no pagan crece un 50% por la crisis.
  • Se cruzan cada vez más denuncias por ruidos, obras sin permiso e invasión de espacios comunes.
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Ana María y sus recibos pendientes.
Ana María y sus recibos pendientes.
Jorge París
Ana María y sus recibos pendientes.

Convivir con vecinos molestos puede ser una pesadilla. Y si, además, no pagan ni la comunidad ni las derramas, las peleas en la escalera se hacen insufribles. El año pasado, al inicio de la crisis, había un 10% de edificios con algún residente moroso en la región. Ahora la morosidad afecta al 15% de las comunidades de vecinos (21.840 de las 145.600 que hay en la comunidad), lo que supone un aumento del 50%, según estima la consultoría de vivienda Arrenta.

Hay morosos que deben porque quieren; y morosos a la fuerza, que prefieren pagar la hipoteca o la comida

"Hay morosos profesionales, que deben porque quieren; y morosos a la fuerza, que prefieren pagar la hipoteca o la comida. Éstos son los que se disparan con la crisis", explica Mercedes Robles, de Arrenta.

Las deudas vecinales suelen derivar en guerras entre propietarios: "Si uno no paga, el otro hace obras sin permiso, otro les responde dejando a deber la derrama, otro se pone un toldo con la oposición del resto...", dice Robles.

El resultado es un aumento de las demandas entre vecinos. Los abogados y administradores de fincas mueven ahora "hasta un 30% más de litigios relacionados con la Ley de Propiedad Horizontal", según Daniel Madurga, director del despacho de abogados Másor, especializado en comunidades de propietarios.

Juntas polémicas

Más de la mitad de estas denuncias (el 58%) van dirigidas contra los morosos, dice Arrenta. También son comunes las peleas por obras no consentidas en la junta de vecinos (15%), por la invasión de zonas comunes, como patios o terrazas (10%), o por la instalación de elementos en la fachada sin permiso, como aires acondicionados (7%). El resto se deben a molestias, como ruidos, olores o humos.

El Colegio de Administradores de Fincas recomienda solucionar los problemas con el diálogo, aunque "la gente conoce cada vez más sus derechos y en seguida van a los tribunales", añade Patricia Briones, asesora del Colegio.

Sin luz ni ascensor por no pagar

Los vecinos de la calle Simca, 14 (Villaverde) van a oscuras por su portal. Su ascensor no baja, sólo sube. Tienen el patio sucio y la fachada necesita una mano de pintura.

De los 28 vecinos que somos, sólo unos 10 pagamos
la comunidad

El motivo de esta precariedad: "De los 28 vecinos que somos, sólo pagamos la comunidad unos diez... bueno, la verdad es que yo debo también algún mes", reconoce José, de 34 años. "No tenemos un trabajo fijo, ni ingresos, el puesto de melones no nos da para mucho", aclara su mujer, mientras pasa la mañana en la puerta de su edificio rodeada de las vecinas, de sus maridos y de sus niños.

Ninguno de ellos se avergüenza: "Hay muchas discusiones entre los vecinos, pero, ¿qué hacemos si no tenemos trabajo?", dice Félix, de 24 años.

Quien sí se ruboriza es Ana María, del mismo edificio y también morosa: "Suelo pagar, pero he tenido una temporada muy mala". Debe los recibos de la luz, el alquiler y la comunidad desde noviembre: en total, 3.826 euros.

"Mi pierna es lo primero"

Su marido está jubilado y cobra 368 euros; y ella tiene una pensión de invalidez por su cojera, por la que le dan 300 euros. Además, se ha tenido que comprar una nueva pierna ortopédica. "Ganamos poco dinero y tenemos que ir priorizando: antes están mi pierna y mi salud que la comunidad, eso está claro", se lamenta Ana María.

Pero no sólo la morosidad provoca conflictos entre vecinos. Los residentes de Castelflorite, 9 (Carabanchel) llevan ocho años soportando a una familia realojada por la Comunidad. "Gritan, discuten, dejan basura en la escalera, rompen todo en el portal, ponen antenas sin permiso de la junta e incluso han desguazado una moto en el rellano", explica el presidente de dicha comunidad, Raúl García. "Hemos reclamado al IRIS [Instituto de Realojo e Integración Social] para que los controlen, pero no hacen ni caso", critica.

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