Todo lo que se sabe del caso de las niñas de Aguilar desaparecidas en 1992: se reabre... pero no es la primera vez

Manuela Torres y Virginia Guerrero, hace 25 años.
Virginia Guerrero, en 1992.
ATLAS
Manuela Torres y Virginia Guerrero, hace 25 años.

El caso de dos niñas desaparecidas en 1992 en Reinosa, Cantabria, se vuelve a poner de actualidad 29 años después. Esta desaparición, que fue uno de los tantos casos mediáticos ocurridos durante los primero años de la década de los noventa, se ha reabierto una vez más, en esta ocasión en base a una nueva línea de investigación surgida a raíz de un programa de televisión.

Virginia Guerrero y Manuela Torres, dos niñas de 14 y 13 años de Aguilar de Campoo, Palencia, desaparecieron hace tres décadas después de acudir a una fiesta e intentar volver haciendo autoestop.

Ahora, el Juzgado de Instrucción número 2 de Cervera de Pisuerga ha reabierto el caso y la jueza ha decretado la reapertura de las acciones judiciales, en un auto que ha remitido a la Guardia Civil para que continúe con la investigación, que está bajo secreto de sumario.

¿Qué se sabe de lo que ocurrió?

El 23 de abril de 1992, dos jóvenes de apenas 13 y 14 años se encontraban de fiesta en la discoteca El Jardín de Cupido, en la Reinosa. Hasta la sala situada en el pueblo cántabro, que estaba a 30 kilómetros de sus casas, se desplazaron a espaldas de sus familias.

Tras la noche de fiesta, Virginia y Manuela quisieron regresar haciendo autoestop, lugar donde se les vio por última vez. 

Al ver que las jóvenes no regresaban, los familiares acudieron a la Guardia Civil, que según aseguraron a El Español años después, les dijeron que había que aguardar 48 horas para iniciar la búsqueda. Los agente llegaron a decir a los familiares de las desaparecidas que "ya volverían cuando ellas quisieran".

Cuando finalmente se puso en marcha la operación de búsqueda, los agentes trataron de encontrar información preguntando a los vecinos de la zona, que únicamente pudieron afirmar que estuvieron en Reinosa y que habían sido vistas tratando de encontrar un coche que las llevara de vuelta a casa. Un testigo contó haber visto cómo se paraba un coche blanco, aunque nunca se pudo corroborar este dato.

No es la primera vez que se reabre el caso

Dos años después de comenzar la búsqueda, un grupo de personas que daban un paseo cerca del embalse de Requejada encontraron dos cráneos, lo que alertó a algunos medios que se apresuraron a publicar que podría tratarse de las niñas. No obstante, las investigaciones confirmaron que se trataban de huesos de dos personas fallecidas durante la Guerra Civil.

Un hecho parecido ocurrió en 1997, cuando un joven okupa madrileño alertó a las autoridades de haber visto a las chicas viviendo en una comunidad okupa en la capital, asegurando que tenían un aspecto diferente. La Policía hizo circular un retrato robot con los cambios físicos, aunque finalmente se confirmó que no eran ellas.

La última vez que aparecieron supuestas informaciones sobre el caso fue en enero de 2018, cuando se halló una mandíbula en el pantano del Ebro, en Cantabria. Sin embargo, una vez más, no correspondían a Virginia y Manuela.

Tras este último suceso las familias de las las niñas mostraron públicamente su indignación por "el sufrimiento innecesario" que les había causado la filtración del informe forense sobre la mandíbula aparecida en el pantano del Ebro.

Un testimonio en un programa de televisión reaviva el caso

El pasado 21 de junio, la jueza de Cervera de Pisuerga dictó un auto reabriendo el caso en base a una nueva línea de investigación surgida a raíz de un programa de televisión, según han confirmado a Efe fuentes de la investigación y también el criminólogo Ramón Chippirrás, del despacho B&CH, que representan a la familia de Manuela y Virginia.

Como ha explicado Chippirrás, el caso se ha reabierto después de que la abogada Carmen Balfagón, que colabora con un programa de televisión que tiene un espacio de crímenes sin resolver y desaparecidos, pidiera colaboración ciudadana en el programa que se dedicó el pasado mes de febrero al caso de Manuela y Virginia.

A raíz de esa solicitud de colaboración ciudadana se recibió la llamada de una mujer que relató en el programa haber vivido una situación muy similar a la de Manuela y Virginia, un año antes que las jóvenes de Aguilar de Campoo, cuando hacia autostop con una amiga.

"Entonces no denunciaron porque, igual que Manuela y Virginia, eran jóvenes, habían salido de su casa sin permiso, se habían ido a otra localidad, hacían autostop para volver y tenían miedo", ha relatado el portavoz de las familias.

En este caso, las dos jóvenes pudieron escapar y una de ellas, pocos años después, de forma casual, volvió a encontrarse con la persona que las había cogido en el coche, logrando identificarla.

Pero es ahora, 29 años después, al ver el programa emitido en febrero, cuando decidió acudir al cuartel de la Guardia Civil para denunciarlo y la Guardia Civil lo remitió al Juzgado.

El pasado 21 de junio el Juzgado emitió el auto de apertura pidiendo diligencias ampliatorias para comprobar la veracidad de esos hechos y el 29 de julio se emitió una providencia con toda la información recabada desde el 21 de junio en la que "se comprueba la veracidad de los hechos y la identificación de esa persona".

Ahora, la jueza ha enviado la información a la Guardia Civil para que prosiga con la investigación y determine si se trata de la misma persona responsable de la desaparición de Virginia y Manuela.

"No podemos hablar de una persona sospechosa, pero sí de unos indicios y de la veracidad de una versión que identifica a una persona y unos hechos que coinciden con el caso de Manuela y Virginia", ha resumido el criminólogo.

"Ahora le toca a la Guardia Civil hacer su trabajo", ha añadido Chippirrás, lamentando que después de 29 años no se haya logrado esclarecer el caso debido, en su opinión, "a una investigación muy deficiente".

En definitiva, la declaración de esta nueva testigo, a la que le ocurrió algo muy similar a lo que les sucedió a las jóvenes de Aguilar, abre una nueva línea de investigación que determinará si la persona identificada en su caso tuvo algo que ver con la desaparición de las niñas de Aguilar o no y si tres décadas después se puede esclarecer lo sucedido.

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