'Ética para Celia': feminismo contra la palabra de Aristóteles

  • Después del exito de 'Neoliberalismo sexual', la filósofa feminista Ana de Miguel celebra el lanzamiento de su nuevo libro.
  • La autora les pide a los hombres que dejen de situarse en el lugar de sus deseos para ponerse del lado de las mujeres.
La filósofa Ana de Miguel.
La filósofa Ana de Miguel.
Penguin Random House Grupo Editorial
La filósofa Ana de Miguel.

Resulta cuanto menos curioso que siendo la ética una de las ramas de la filosofía más estudiadas, pues es la base que sustenta -teóricamente- la convivencia pacífica entre los seres humanos, no se haya cuestionado lo suficiente un mito cuyas consecuencias son de sobra notables en nuestros días: tras décadas de lucha feminista, hay quienes piensan todavía que los hombres son superiores a las mujeres. Y, contra ello, la filósofa feminista Ana de Miguel (Santander, 1961) trae Ética para Celia (Ediciones B), “un cuaderno de quejas” dedicado a todas las personas.

Antes de sumergirnos en sus más de 300 páginas, el título da pistas sobre las intenciones de la autora. El libro no va dirigido a un hijo varón, como sucedía con el clásiquísimo Ética para Nicómaco. Porque, a diferencia del filósofo Aristóteles, la autora no excluye a una parte de la población ni tampoco percibe a las mujeres como “vasijas” para concebir, sino como “iguales”.

“Quise proponer una ética que valiese tanto para chicas como para chicos. En la filosofía y la ética ni siquiera se ha invitado a que nos pongamos en el lugar de las mujeres, sino en el de otros hombres, por eso a nosotras nos han podido usar como trozos de carne”, avanza De Miguel en una conversación con 20minutos, en la que reflexiona sobre uno de los puntos fuertes del libro: la empatía. Sin ella, subraya que no se podría poner fin a una sociedad patriarcal que, en lo que va de 2021, ha dejado en España una treintena de mujeres asesinadas.

Contra "la doble verdad"

Ética para Celia va de apostar por una filosofía moral de veras universal. Va, simplemente, de pedir a los hombres que se pongan de una vez en el lugar de las mujeres, no solo en el de su propio “deseo”. En palabras de la autora, esto es “una posición moral. Si un chico se pone en el lugar de una chica, no la va a violar jamás”. “Al principio, intenté hacer una ética para todas las personas, aunque me di cuenta de que era imposible porque en todos los epígrafes tenía que ir poniendo: ‘Esto que es cierto para los hombres, no lo es para las mujeres’”. De Miguel se refiere a “la doble verdad”, la cual ha pedido erradicar alzando la voz en conferencias, en las aulas -es profesora titular de la Universidad Rey Juan Carlos, en el Área de Filosofía Moral y Política- y en sus trabajos.

“Hemos vivido durante toda la historia de la humanidad con una doble verdad. Lo que es ‘valioso’ para ellos, no lo es para nosotras. Lo que los filósofos morales definieron como ‘bueno’, solo servía para los hombres. Nosotras solo debíamos hacer que sus vidas fueran ‘agradables’, como decía Rousseau. Así podían conseguir las metas científicas, técnicas y políticas que quisieran”, apunta la experta, remarcando que esta situación continúa a día de hoy, ya que se sigue afirmando de la mujer “una cosa y su contraria”. 

De hecho, así lo sentencian los grandes filósofos que se estudian en bachiller, como Nietzsche, quien “estaba entre los pensadores que se autodenominaban transgresores, pero que dejaban a las mujeres en el mismo lugar que los conservadores”. “Pues ahora yo también voy a filosofar como Nietzsche: a martillazos“, asegura De Miguel al respecto. Tanto es así que en su libro saca a relucir el machismo que han demostrado tener grandes nombres de nuestra cultura, como Ortega y Gasset -el ensayista decía que la mujer aspiraba a ser "el sexo débil"- o Leonard Cohen.

"Hemos vivido en la historia de la humanidad con una doble verdad: lo que es valioso para ellos, no lo es para nosotras"

La prostitución, "una escuela de desigualdad"

Como ya hizo en su anterior libro, Neoliberalismo sexual, el mito de la libre elección, la filósofa critica que vivamos en un “patriarcado del consentimiento”: “Venimos de patriarcados basados en la coacción y la prohibición. ‘Como mujer, esto lo puedes hacer y esto otro no’. Además, ahora la desigualdad se legitima diciendo que todo lo que hacen las chicas hay que aplaudirlo porque es fruto de su empoderamiento -término que, al estar tan gastado, tacha de ‘vacío’”-. Para la autora, existe una “falsa“ libertad que es tramposa.

En este sentido, pone sobre la mesa la problemática de la prostitución. “Hay personas que te dicen: ‘Que se prostituya solo la que quiera’. Para mí, eso es un ‘me da igual, déjame en paz, que el mundo siga siendo como es’. Es lo mismo que decir: ‘Que trabaje por 100 euros a la semana 10 horas diarias solo la que quiera’. Pero hay otra forma de ver todos los temas sociales y humanos: hay que pensar en si forman parte de la estructura social”, apunta antes de formular una pregunta: “¿Por qué las mujeres no nos vamos ni de putas ni de putos? Pues porque nos ponemos en el lugar de la otra persona”.

“En la prostitución es donde los hombres aprenden e interiorizan que las mujeres, aparte de su madre, su hermana, su esposa y su igual son un puto cuerpo al que acceder a base de dinero, engaño y fuerza. Estamos hablando de una escuela de desigualdad”, resopla. “La película Dos hombres y un destino empieza con el amago de una violación, y en El golpe hay un burdel. Nos amaestran para hacernos creer que la prostitución es normal. Se idealiza. ¿Por qué la sociedad no rechaza esto?”, añade.

Hacia "una vida buena"

En Ética para Celia, la filósofa reivindica, a golpe de ironía y con un enfado evidente, el camino hacia "la vida buena", que sería el resultado de una sociedad exenta de cualquier forma de violencia machista. Para ello, hace falta hacerse preguntas y desarrollar el pensamiento no solo en la filosofía moral, sino en cualquier plano de la vida. Bajo su opinión, es necesario "sospechar". "¿Sabes lo que nos han dicho los filósofos morales? Que en la ética nadie tenía que hablar de sexo, que debíamos hablar de curas. ¡Ya está bien!", exclama De Miguel.

Según la profesional, deconstruirse puede ser duro, pero es necesario: ”El feminismo me ha ayudado a rebelarme ante una situación en la que se pretendía que yo, más que pensar lo que quería hacer con mi vida, aceptara unas determinaciones. A mí, el feminismo me ha permitido vivir mi vida de una manera reflexiva, pensar lo que tenía que cargar como un plus por ser mujer y rechazarlo. Porque ser mujer es que te pongan una carga a las espaldas”.

De Miguel, filósofa y discípula de Amelia Valcárcel y Celia Amorós -con la valenciana ha editado los tres volúmenes de Teoría feminista. De la Ilustración a la globalización-, ha escrito títulos entre los que figuran Cómo leer a John Stuart Mill o Alejandra Kollontai. Ahora, con Ética para Celia bajo el brazo, piensa en el mundo donde crecerán su hija y su hijo, y solo aspira a que mejore: ”He podido ver cómo hemos roto barreras. Y ahora tenemos la fuerza para pensar en el mundo que queremos, ya está bien de que nos digan qué demonios queremos pensar. No van a frenar el pensamiento”.

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