Caca, popó, zurullo, catalina... Sirve para fabricar ladrillos, como combustible y para fines medicinales. Los animales la usan para delimitar el territorio, para construir nidos, para camuflarse y como 'carnet de identidad'. Ocupa un lugar primordial en el buen funcionamiento de nuestro organismo pero por razones sociales se ha convertido en un tabú, en una palabra malsonante, camuflada bajo el velo de cientos de eufemismos.
La obra Escatología y Civilización deja claro que en la naturaleza no existe el concepto de suciedad, sino como "cosa ubicada en un sitio equivocado".
Fue el hombre occidental quien decidió la conveniencia de ubicar la mierda lejos de su vista, de considerarla desagradable, fétida e indigna.
De hecho, los niños, lejos de considerarla repulsiva, encuentran en ella un divertido juego, e incluso las obsequian a sus seres queridos. Por no hablar de los artistas que defecan sobre el escenario y pintan con excrementos, o los adeptos a la coprofilia...
Los indios de Norteamérica utilizaban el estiércol como alimento (al parecer, la sopa de excremento de caribú era exquisita, y las cacas de liebre una deliciosa golosina).
En la India, algunas sectas como los aghozi comen sus propios excrementos como demostración de su indiferencia ante las cosas terrenas y se untan el cuerpo con desechos. Los seguidores de Visnu incluso comen las defecaciones de sus gurús.
Un objeto místico y religioso
Con los excrementos de reyes árabes se elaboraba un incienso sagrado y las cacas del niño Jesús se consideraban poseedoras de poderes milagrosos. Las deposiciones también servían para adivinar el futuro.
El jesuita Grueber afirmaba en el siglo XVII que el gran lama tibetano era divinizado hasta tal punto que sus heces eran secadas y utlizadas como reliquias, capaces de proteger contra enfermedades y desgracias, costumbre que compartían con los mongoles.
En la India, además, el estiércol de la vaca es sagrado y purifica, por lo que se extiende por las paredes y el suelo para algunos rituales. En algunas sociedades primitivas, los excrementos se escondían bajo tierra no por higiene, sino para evitar que otros los usaran en conjuros mágicos en su contra.
En Europa, durante la Fiesta de los Locos, "los participantes montados en carros de inmundicia se divertían lanzándola a la multitud" (Dulaure, Des Divinités Generatrices, 1825). Se trataba de una festividad religiosa de origen pagano, en la que "finalizada la misa [...] los sacerdotes corrían y bailaban por la iglesia, incitándose a todas las acciones licenciosas".
Dioses de la mierda
Egipcios y romanos fueron más allá y concibieron divinidades de los excrementos. Para estos últimos, Cloacina era la diosa de estos menesteres; tenía a su cargo la protección de las letrinas y, como toda diosa, tenía su propio templo.
En México hay una diosa coprófaga, Sechiquecal, madre de los dioses, representada comiendo heces. Incluso entre los judíos, en la época en la que se entregaron a la idolatría, se rindió culto a Belfagor. El creyente descubría en el altar su trasero y vaciaba sus intestinos en ofrenda a su ídolo. Peculiar, la religión.
Autores que no se avergüenzan de llamar a las cosas por su nombre
J. Gregory Bourke. Escatología y civilización. El mismísimo Freud avala esta obra en su prefacio. Escrita a finales de siglo XIX -en pleno declive de la moral victoriana- su autor, el capitán Bourke, que participó en varias campañas contra los indios, terminó escribiendo este completo tratado etnológico sobre los excrementos. (Ed. Círculo Latino, Barcelona, 2005. 23 €).
Dominique Laporte. Historia de la mierda. Siguiendo la estela de la obra de Bourke, el psicoanalista francés Laporte publicó en 1978 este ensayo sobre la mierda, recopilando leyes y textos jurídicos desde el siglo XVIy mostrando su importancia en el devenir del capitalismo, de la Iglesia y, en definitiva, de la sociedad. (Ed. Pre-textos, Valencia, 1989. 10 €).
C. Cantero Gomera. A la salud por la cagada: refranero escatológico. Guía de sentencias y refranes que recopila el saber popular relativo a "aquello que evacuamos, desperdiciamos y abandonamos diariamente". (El Olivo Editora, Jaén, 2003. 4 €).
Sergi Camara. Adiós cacas, adiós. Renunciar a los pañales y utilizar el orinal no es nada sencillo. Multitud de títulos abordan este tema, pero esta es una de las obras más divertidas; trata la historia de Dani, a quien sus papás, con paciencia y mucho cariño, ayudarán a despedirse de la "señora caca". (Parramon Ed., Barcelona, 2007. 9 €).
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