Tres personas han sido detenidas en Marbella acusadas de secuestrar y torturar durante tres días a un camarero que trabajaba para ellos. Los mantuvieron retenido, lo amenazaron con armas de fuego, le golpearon y hasta le pidieron dinero antes de que lograra escapar. Los detenidos se dedicaban a organizar fiestas ilegales, y fueron localizados por la operación 'Marbellus', que tienen como finalidad acabar con ellas.
Dos de los detenidos 'El Manopla', un español y 'El licenciado', un joven colombiano, eran una peligrosa pareja que organizaba fiestas ilegales en caras villas de lujo de la Costa del Sol. Tenían antecedentes por delitos contra la salud pública, tortura y robo con fuerza y, se comentaba que introducían droga en las fiestas que organizaban. Unos antecedentes que pesan aún más al conocer estos hechos.
La otra detenida es una amiga de la pareja a la que se considera colaboradora necesaria. A los tres, a los que los policías considera muy violentos, se les han intervenido armas y drogas y se les achaca delitos de secuestro, lesiones graves, narcotráfico, robo con violencia e intimidación, falsedad documental y usurpación de identidad.
El camarero se presentó en la casa-cuartel en plena huída
La investigación comenzó cuando el propio camarero, después de haber pasado por un infierno, se presentó en la casa-cuartel de la Guardia Civil en Aznalfarache, en Sevilla, después de haber huido de sus captores, en una situación de nerviosismo, casi de histeria y presentando fuertes hematomas y cortes.
El hombre comenzó entonces a relatar e clavario por el que había pasado. El camarero, un andaluz de 26 años, trabajaba en las fiestas ilegales que 'El Manopla' y 'El licenciado' organizaban. Al finalizar una de ellas, el 25 de junio, el trabajador fue acusado de haber robado dinero de la recaudación y, le exigieron, con palizas, que lo devolviera. Finalmente, golpeado y amenazado con un arma de fuego, el joven fue conducido por sus dos captores a otra villa de la Costa del Sol, que se convirtió en su prisión.
Recreaban su propia ejecución
Desde ese momento sus captores comenzaron a torturarle: le propinaban palizas, cortes, le amenazaban con armas de fuego e, incluso, llegaron a marcarle un letra 'M' en la cara con un navaja.
Después llegaron las humillaciones públicas. Ls secuestradores sacaban al camarero maniatado a las fiestas como si fuera una atracción más, allí, le arrodillaban, le apuntaban con un arma de fuego a la cabeza y fingían su ejecución. Al final, cuando apretaban el gatillo no había bala, lo que explotaba era un globo. Y no es casualidad, además de introducir droga en las fiestas, estos individuos eran conocidos por utilizar globos llenos de óxido nitroso, el "gas de la risa".
"Ahora nos debes ya 10.000 euros"
Durante esta cadena de palizas, humillaciones y amenazas, la deuda que el joven había contraído con los maleantes por el supuesto dinero de la recaudación, seguía ascendiendo: "Ahora nos debes ya 10.000 euros", le dijeron en una ocasión.
Entonces, le obligaron a llamar a familiares y amigos para que le ingresaran dinero en la cuenta corriente. Presa del pánico, al primero que llamó fue a su padre, a quien le contó que estaba en un apuro y que necesitaba el dinero. Su padre, le dio todo lo que pudo, 2.000 euros.
Huida de película
Finalmente, la víctima fue obligada, a golpes y bajo continua vigilancia, a sacar el dinero de distintos cajeros, según se iba agotando el límite disponible, tal y como muestran las grabaciones de las cámaras de seguridad de la Guardia Civil.
Entonces, en un descuido de sus captores, el camarero aprovechó para zafarse de las bridas de plástico que lo mantenían atado, escapar de sus secuestradores, coger un coche y estamparlo contra la puerta de la villa en la que le tenían preso. Con ello, consiguió huir hasta llegar a la casa-cuartel de la Guardia Civil
De momento, la operación 'Marbellus' no está cerrada, y no se descarta que nuevos detenidos se unan a los tres que ya están en prisión. La Guardia Civil no descarta encontrar nuevos colaboradores. De momento, la mujer detenida, de 21 años, conocía el secuestro, el estado en el que se encontraba la víctima e, incluso, durmió con su pareja delante de él.
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