Las organizaciones benéficas duplican sus servicios para los vecinos sin recursos

  • La demanda de los servicios se ha incrementado un 35%.
  • Los centros han reforzado su servicio de comedor y desayuno.
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Varios transeúntes comen en un centro social.
Varios transeúntes comen en un centro social.
Varios transeúntes comen en un centro social.

Las entidades benéficas están duplicando sus turnos de comida durante las últimas semanas para poder satisfacer la creciente demanda de los transeúntes. A los indigentes habituales se suman ahora parados que ya han agotado su subsidio.

Hasta hace dos meses, el albergue municipal ofrecía sesenta desayunos exclusivos para quienes habían pernoctado allí, pero ahora desde las nueve de la mañana da otros tantos en un segundo turno.

El Refugio y la parroquia del Carmen también han incrementado sus servicios ya que la demanda se ha incrementado en torno a un 35% en los últimos meses. El Refugio ha ampliado su servicio de desayuno y comida a veinte personas diarias, cuando su sistema tradicional es similar al del albergue municipal con 75 personas a pensión completa. "Estamos a tope, pero de momento podemos atender las necesidades que nos plantean los vecinos sin recursos", subraya el hermano mayor del Refugio, Manuel Marqueta.

El comedor del Carmen ha agilizado desde abril su reparto para cubrir la demanda ya que comprobaron que con 122 menús (además de los treinta bocadillos extra que repartían) se quedaban cortos para alimentar a parados, inmigrantes y transeúntes. Ahora usan bandejas en vez de platos y con este cambio 170 indigentes pueden comer de menú.

Por otro lado, el comedor de San Antonio de Padua prevé duplicar su servicio en septiembre. "Pasaremos de atender a sesenta personas a 120 porque cada vez está más negro el panorama", asegura el párroco Miguel María Andueza.

El 25% de los desempleados en Aragón son inmigrantes, un colectivo "vulnerable" porque no cuentan con una red social que les apoye, no disponen de ahorros ya que frecuentemente los envían a sus países de origen y cuando agotan su prestación por desempleo (en el caso de que la hayan tenido) se quedan sin recursos económicos. "Sufren angustia porque en muchos casos sus permisos de residencia dependen de que tengan empleo", señalan fuentes de la fundación Federico Ozanam.

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