Entrevista | Carmen Rigalt: "Hay que huir de hacer amigos famosos: acabarás perdido o hundido"

  • La periodista lanza 'La noticia de mi vida', en cuyas páginas hace un ejercicio de memoria y reflexiona sobre la profesión.
  • Rigalt asegura que la escritura del libro le permitió aliviar el mal sabor que le dejaron su despido, un infarto y la pandemia.  
La periodista Carmen Rigalt, en una imagen promocional de su nuevo libro, 'La noticia de mi vida'.
La periodista Carmen Rigalt, en una imagen promocional de su nuevo libro, 'La noticia de mi vida'.
PEPA MÁLAGA
La periodista Carmen Rigalt, en una imagen promocional de su nuevo libro, 'La noticia de mi vida'.

"Esto que tienen entre las manos no es un diario. Como mucho es un asistente personal que me ha ayudado a salvar los escollos del tiempo y recuperar la memoria". Así arranca La noticia de mi vida (Planeta), el nuevo libro de la periodista Carmen Rigalt en el que descubre, con su habitual pluma fina y fragorosa, algunos de los episodios más determinantes de su vida.

Carmen Rigalt, en una imagen promocional de su libro 'La noticia de mi vida'.

carmen rigalt tarragó

  • Vinaixa (Cataluña). Periodista y escritora. 1949. 
Carmen Rigalt Tarragó se considera "una escritoria de periódicos". Su etapa más larga en la profesión la vivió en El Mundo, donde trabajó durante 30 años. En 2020 fue despedida y empezó en El Español. Ha pasado por programas televisivos como 'Pasa la vida' y ha participado en otros como 'Sálvame'. Es la autora de la novela 'Mi corazón que baila con espigas' (1997), con la que quedó finalista del Premio Planeta. En 2011 se le diagnos ticó glaucoma. Está casada con el periodista Antonio Casado, con quien tiene dos hijos.

¿Cómo se lleva con este oficio? Bien y mal, aunque no tengo más remedio que llevarme bien. Es mi único oficio, nunca he tenido afición por otro, ni siquiera de paso. En él empecé y en él terminaré. Y de eso, a punto he estado. Cruzo los dedos.

Trabajó en Pueblo, un diario que "marcó una época que nunca se repetirá". Pueblo era una escuela de reporteros en una época en la que la política no estaba bien vista. Los periódicos eran del régimen.

En realidad, empecé en un periódico del sur de España porque en aquella época no era tan difícil como ahora encontrar trabajo, pero tampoco es que lo regalaran por la calle. Terminé periodismo en Navarra, en Barcelona me costó encontrar algo y, al final, terminé en Málaga. Allí aprendí mucho porque, además de ser periodista, yo tenía que valer para muchas más cosas. Era una chica para todo. Pero aquello fue provisional, así que regresé a casa pasando por Madrid. Hice esfuerzos para encontrar trabajo y, finalmente, lo conseguí. Me quedé allí y ya no me fui. La verdad es que me preguntan mucho por el diario Pueblo.

Dice que había cuatro temas estrella: el teatro, los toros, el fútbol y el flamenco. Quien estaba en alza por aquella época era del mundo taurino o del folklore. También se hablaba mucho de los deportes. Evidentemente, del fútbol. Aquello era un nido de celebrities y de reportajes. Era muy curioso que en la primera página había una foto, y todos los reporteros hacían méritos para conseguir ir en ella con su reportaje. Eso era una lucha diaria encarnizada.

Habla mucho de la falta de generosidad en el periodismo. "No hay piedad. Ni piedad ni favor". Es una profesión en la que hubo, y hay, muchísima competencia. El que tiene cierto mando en una sección o en un tipo de reportajes, no lo suelta. Pero bueno, hay que ganarse el puesto y pelear por ello. Los cuchillos silban. Y más cuando eres novato... Ahí los ves pasar muchas veces [se ríe].

Usted vivió la Marbella de la jet set. ¿Cómo recuerda esos veranos? Marbella me dio muchas clases de periodismo. Empecé en Sol de España y luego seguí en el diario Pueblo, que me desplazaba hasta allí todos los veranos. Lo mismo hicieron el Diario 16 y El mundo. Creo que me pagaban durante el año para pasar los veranos allí. Algo sospecho.

"Con el periodismo me llevo bien y mal, aunque no me queda más remedio que llevarme bien"

La duquesa de Alba fue su primera entrevistada, ¿no? Sí, es curioso. A mí me hacía mucha ilusión. Recuerdo que la llamé y, bueno, ella siempre estaba dispuesta. Fui a hacerle la entrevista con un fotógrafo. En aquella época decíamos que los plumillas no éramos nadie: cuando a un famoso le gustaba la entrevista que le habían hecho era porque salía guapo en las fotos. A la duquesa le encantó la entrevista porque le hicimos unas fotos en las que estaba descalza encima de la mesa. Y ella, que era tan informal, tan poco duquesa, estaba encantada.

Cuenta que se hizo unas expectativas equivocadas de usted. ¿Por qué? La duquesa me escribió una carta diciéndome que la entrevista le había encantado, pero en ella decía: ‘Espero que su opinión sobre mí haya cambiado’. Yo no era nadie. No había tenido oportunidad de manifestar mi opinión sobre ella en ningún sitio. O sea, que eso fue una intuición de ella que no entiendo. La última vez que la vi, aún me dijo: ‘¡Ay, ay! Con lo mal que le caí’.

"La duquesa me escribió una carta diciéndome que la entrevista le había encantado, pero en ella decía: 'Espero que su opinión sobre mí haya cambiado''"

Entonces, ¿la relación mejoró? La peor época que tuve con ella fue cuando estuvo casada con Aguirre. Si ella me decía algo, creo que era al dictado de su marido. Una vez, en vísperas de Navidad, me llamó llorando. Estaba muy disgustada porque yo había dicho algo de él. No recuerdo el qué, pero supongo que alguna pequeña barbaridad. A ella no le pegaba protestar por eso, así que supongo que llamó por indicación del duque. Me quedé anonadada. Había una pequeña rivalidad entre él y yo. Una vez tuve que entrevistarlo en el Palacio de Liria. Allí puso su grabadora al lado de la mía, no quería que me pasara de lista. Y, en otra ocasión, me recibió en bata. ‘A la próxima, con plumas de marabú', le dije. Era un provocador. Y yo le seguía.

¿Por qué nunca ha querido hacerse amiga de "la fauna del famoseo"? Me parece una postura terapéutica. Es bueno prevenir: ir haciendo amigos es muy peligroso porque te vas rodeando de compromisos. Hay periodistas que llegan al periódico solo por hacer amigos. ¡Y si es posible, que sean famosos! De eso hay que huir. Acabarás perdido o hundido.

Carmen Rigalt, en una imagen promocional de su libro 'La noticia de mi vida'.
Carmen Rigalt, en una imagen promocional de su libro 'La noticia de mi vida'.
PEPA MÁLAGA
"Hay que huir de hacer amigos. Acabarás perdido o hundido"

En su etapa en El mundo conoció a varios directores. De Pedro García Cuartango aplaude que “siempre defendía a los periodistas”. Eso me llamaba la atención de él. A los directores que más recuerdo son a Emilio Romero [dirigía el diario Pueblo] y a Pedro J. Ramírez, al que llamábamos el periodista de raza. En el despacho de Cuartango parecía que hubiera una consigna a favor del periodista frente a la empresa, al dinero y al poder.

Ahora vuelve a trabajar con Pedro J. Ramírez. Afirma que él también le ha marcado en su profesión. Cuando me echaron del periódico yo pensé que se había acabado mi profesión. Él me llamó y me dijo que tenía que seguir. Y ahí sigo. Siempre nos hemos llevado bien. Nos entendemos. Él tiene amigos y enemigos, pero profesionalmente siempre ha sido admirado y valorado.

¿A los periodistas de corazón se los mira con desdén? Sí. De hecho, recuerdo que Pedro J. creó un suplemento [Loc] donde se hablaba del famoseo. Geográficamente, creo recordar que estaba situado un piso por debajo del periódico. Los periodistas de postín pasaban de largo. Pedro J. les dijo que no se pusieran estupendos, que gracias al suplemento los resultados habían sido muy buenos. No hay que desacreditar ningún género.

No le hubiera gustado escribir en política, pero sí ha entrevistado a unos cuantos políticos. Pero los he bajado un poco al ras del suelo. A un político lo he tratado como a un futbolista, a una vedette o a un escritor. Todos somos carne de periódico.

"A los políticos los he bajado un poco al ras del suelo, como a un futbolista, a una 'vedette' o a un escritor"

En su libro lamenta que un personaje que admiraba intentó cruzar la línea mientras intentaba entrevistarlo. "Nunca un hombre tan alto pudo caerme más bajo". ¿Cuánto han tenido que aguantar las profesionales? En aquellos tiempos tuvimos que aguantar bastante. Pero es que, además, nosotras éramos muy tontas, muy pánfilas. No estábamos preparadas. En el fondo, creíamos que aquello formaba parte de nuestro sueldo. No habíamos oído hablar del ‘sí es sí’ ni tampoco teníamos capacidad de reacción. En aquel momento te planteabas que si alguien te metía mano y tú le querías meter una bofetada, la persona en cuestión te hubiera acabado gritando ‘qué más quisieras tú’. Y eso es lo mínimo que podría salir al encuentro.

En 2020 sufrió un infarto y vivió un cambio de ciclo en su profesión. ¿Carmen Rigalt renació? La verdad es que no lo sé. Yo tuve un infarto el día de Nochevieja que me llevó al hospital y del que renací... si es que se renace. Cuando llegó Filomena tuve una angina y, luego, me echaron del periódico. Quiero creer que me queda vida y profesión, pero no quiero pecar de optimista. Gracias a la pandemia, que se me vino encima, como a todos los españoles, he seguido escribiendo. Redacté el libro porque le debía uno a Planeta, y aquí está. Me ha ayudado a renacer un poco más.

Haciendo mención al título: ¿Cuál ha sido la noticia de su vida? ¡Qué difícil! Creo que los hijos, los nietos... La familia. Eso es lo que nos ayuda a seguir.

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