Barcelona se sumerge en el siglo del jazz

  • Una exposición ahonda en la influencia de la disciplina artística más importante de la pasada centuria.
  • La muestra recoge sus huellas en el cine, la literatura, la pintura, la fotografía, el diseño, el cómic...
  • Es la auténtica cartografía de los callejones.
Una de las piezas de la exposición: 'Blues', de Josep María Guinovart, pintado en 1951.
Una de las piezas de la exposición: 'Blues', de Josep María Guinovart, pintado en 1951.
Una de las piezas de la exposición: 'Blues', de Josep María Guinovart, pintado en 1951.

Jazz. En pocas voces como en ésta se presiente que toda palabra es más que sus variadas acepciones. Los literatos del siglo pasado intentaron condensar tanto sentido. "Corazón donde laten todas nuestras sangres", dijo Julio Cortázar, que deseaba morir con una trompeta en los labios. "Un cóctel gris perla y verde menta con un gusto a pimienta y ahumado", añadió Boris Vian, cartógrafo de callejones. "Desgarro de pezuñas extendidas", proclamó Jack Kerouac con el vozarrón de borracho que usaba para ocultar la tristeza.

No estaban solos. Sartre, el duro e intransigente pos marxista, se derretía ante la verdad desnuda del jazz: "Conozco pocas impresiones más fuertes o más crudas". García Lorca, dibujando adornitos en el aire, también fue seducido. Los negros, dijo, hacen música porque "aman el azul desierto".

Los sajones, que ensanchan con bastante pericia los significados de las palabras, llaman jazz al estilo musical, pero también a todo aquello que sea brillante o colorido. Incluso verbalizan el término: to jazz es hacer que algo sea atractivo e interesante, que subyugue.

¿Es posible entender el siglo xx sin el jazz? Junto con el cine y el rock, quizá sea el acontecimiento artístico más importante de la centuria y, como aquellos, ha matizado o influido en las demás técnicas artísticas.

Sobre esa creencia gravita la exposición El siglo del jazz, que inaugura el 21 de julio el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB). Coordinada por el crítico de arte Daniel Soutif, la muestra permanecerá abierta hasta el 18 de octubre.

Nuestra lexicografía

"Las notas del jazz machacan toda nuestra lexicografía, nuestra ideología, nuestra sentimentalogía", escribió Ramón Gómez de la Serna. El jazz, casi un silencio, la primera música que sale del alma de quien la toca, despertó a varias generaciones de creadores y reventó incontables prejuicios.

Amalgama de sudor y sexo, licores y luz de bombillas, presencia tangible de cuerpos y elevación de almas, la síncope afiebrada del jazz devino en una actitud de libre exploración que el escritor Jean Cocteau llamó jazzbandismo.

En el hervidero de esta tribu, alabada por Francis Scott Fitzgerald en Cuentos de la era del jazz (1922), coincidieron pintores (Picasso, Léger, Grosz, Ray, Matisse, Mondrian, Warhol, Pollock, Basquiat), escritores (toda la beat generation, bautizada en tono de jazz, generación del ritmo), cineastas (la nouvelle vague francesa), arquitectos (Le Corbusier), grafistas, fotógrafos, dibujantes de cómic...

Viaje musical y visual

La exposición, que se articula en una línea de tiempo que avanza solapada con la cronología del siglo, presenta más de un millar de cuadros, carteles, extractos de películas, partituras, cubiertas de discos...

La muestra propone un viaje visual y musical en diez etapas: Antes de 1917, La era del jazz en América (1917-1930), Harlem renaissance (1917-1936), Años locos en Europa (1917-1930), La era del swing (1930-1939), Tiempo de guerra (1939-1945), Bebop (1945-1960), El jazz en la Costa Oeste (1953-1961), La revolución free (1960-1980) y Contemporáneos (1960-2002).

Una adenda se detiene en la época del jazz-art en Barcelona en torno a Hot Club 49, fuente de inspiración de artistas como Tàpies o Guinovart.

Mientras las hienas se emplazan estos días en torno al cadalso social que todos, familiares, fans y periodistas, construimos para Michael Jackson -cuya música no sería viable sin el jazz-, es saludable, casi una lección ética, volver a uno de los grandes protagonistas de El siglo del jazz, Duke Ellington (1899-1974), que murió tras una vida en el camino, componiendo en hoteles y taxis, de noche, entre bolo y bolo de su orquesta autofinanciada.

Cantando en el lavabo

Duke decidía en los lavabos, musitando para sí mismo en la sonoridad perfecta de los alicatados blancos. Todos los músicos de la orquesta, él incluido, cobraban lo mismo. El dinero era incidental. "Quiero la fascinación y energía más allá del dinero. No me preocupa escribir para la posteridad ¡Sólo quiero que suene bien precisamente ahora!", decía Duke.

Eso es el jazz. Una razón para vivir la eternidad del instante.


'Bix And Tram'Momento decisivo

Diciembre de 1947: Cubiertas diseñadas

Con el jazz llegó la cubierta de los discos tal como la conocemos, una obra de diseño gráfico. La empresa Columbia desechó la bolsa de papel kraft y editó el primer disco con cubierta de cartón. Los dibujantes que se dedicaban a ilustrar discos de jazz eran tan brillantes como Jim Flora (autor de la cubierta que acompaña estas líneas, de 1947).

No pases de... (tres citas obligadas para poner los sentidos a tono)

'Ascensor para el cadalso'UNA PELÍCULA

Ascensor para el cadalso (Louis Malle, 1958. FNAC. 14,95 euros). No es una película de jazz (se trata de un thriller) pero la trompeta de Miles Davis -tan protagonista como la actriz Jeanne Moreau- la convierte en un blues. La primera gran banda sonora del estilo fue improvisada por Miles en una sola sesión de grabación tras ver la película una vez.

Such Sweet Thunder.UN DISCO

Such Sweet Thunder (Duke Ellington. Sony, 1999. 10 euros). Miniaturas polifónicas basadas en tragedias de William Shakespeare. Suena mal, ¿verdad? Pero, tranquilos, aquí está en gran Duke Ellington -junto con Miles Davis y John Coltrane, la santa trinidad- para crear poderosos paisajes emocionales con siete u ocho solos simultáneos ensamblados en una sola melodía. Un pasmo.

'Pero hermoso'UN LIBRO

Pero hermoso (Geoff Dyer. Círculo de Lectores, 2003. 20 euros). Ensayo manchado por la ficción que se aloja en un género tan abierto como el jazz, este libro es un catálogo de retratos inolvidables. Media docena de músicos trágicos (Baker, Powell...) en una elegía a la música de un solo mandamiento, el que Monk reveló a Coltrane: "Tío, deja de pensar y toca" .

Mostrar comentarios

Códigos Descuento