"Imagínate que fabricas sillas y te dicen: 'vamos a distribuir tantas', que no sabes exactamente cuántas son, y luego te pagan una cantidad, diciendo que se han vendido un número, pero tú no ves ningún dato que te lo pruebe; pues algo así nos pasa a los escritores". Este es el argumento de un grupo de escritores que han decidido romper los tópicos de su profesión y asociarse para llamar a la atención sobre sus problemas y reclamar sus derechos "como cualquier otro trabajador".

"El oficio de escritor es solitario y muchas veces requiere de otro trabajo para mantener a nuestras familias. Pero ha llegado el momento de que todos mostremos un frente unido", aseguran los aproximadamente 193 integrantes de Escritores Unidos, que han defendido este martes este manifiesto, por primera vez, en la Asamblea del Centro Español de Derechos Repográficos (CEDRO).

Entre los que hay ganadores de importantes premios, superventas y debutantes, encabezados por el último ganador del Premio Torrevieja de novela, Juan Gómez Jurado.

Las liquidaciones: "Una cuestión de fe"

El principal problema es que los autores no tienen manera de comprobar si las cifras de libros vendidos que cobran son correctas. "Me cuesta creer que me engañen o que me roben, no creo que sea así. No queremos una guerra contra los editores, si no exigir un derecho", asegura Antonia J. Corrales. Otro escritor que se ha unido al manifiesto asegura que "nadie dice que las editoriales engañen; simplemente defendemos que en el actual estado de las cosas las posibilidades de hacerlo son infinitas".

Las liquidaciones son "una cuestión de fe" y "nosotros queremos saber las cifras reales, como en cualquier otro sector comercial en donde se vende algo". Y más cuando, con esta crisis económica, las liquidaciones han bajado, mientras que desde el sector se asegura que las ventas no están cayendo demasiado e incluso en la última Feria del Libro de Madrid se vendió más que el año pasado.

A veces, esa confianza es demasiado frágil cuando los escritores sólo ganan, como mucho, un 10 o un 12% del valor del libro vendido y cobran una vez al año, "o más exactamente, cada 13 o 14 meses". "Hay que romper el mito de que los escritores se enriquecen escribiendo, eso sólo ocurre en unos pocos casos", asegura Corrales.

En su primera novela, Mario Escobar pidió los datos que demostraran su liquidación y su editor de entonces se negó repetidamente. "Sólo pedía una aclaración de la liquidación pero esas actitudes te hacen sospechar", asegura.

El abogado Franz Ruz, experto en asuntos de propiedad intelectual, asegura que la "inquietud de los autores es comprensible". "Hay editoriales muy diligentes y otras, no; pero el problema es que el autor no tiene facultades reales para auditar esos datos".

Las peticiones de los escritores

Por todo esto, los escritores piden a CEDRO que compre los datos del índice Nielsen (un estudio de mercado que mide las cifras de ventas por los códigos de barras de los productos vendidos en determinados establecimientos) y así tener datos externos donde comparar los datos de su liquidación. Estas cifras son muy fiables porque son ventas directas a pesar de que sólo cubren el 80% del mercado, aproximadamente, ya que no está implantada en las pequeñas y medianas librerías. El acceso a este índice cuesta 60.000 euros.

Fuentes de CEDRO aseguran que no es el lugar apropiado, ya que esta entidad se ocupa de los derechos colectivos de los escritores y no de los individuales, como sería el caso. Casi todos los escritores son conscientes de esto pero "es a lo único a lo que podemos recurrir de momento".

Los editores: "Los escritores siempre creen que venden más"

En general, las editoriales no se han tomado muy bien este manifiesto. Muchos creen que el acceso a Nielsen no arreglaría nada y rechazan las acusaciones de Escritroes Unidos. "Se hacen 74.000 contratos editoriales en España y sí que habrá un porcentaje de malas prácticas, como en todos los sectores, pero no es algo general", explica Antonio Ávila, director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España. "¿Cuántos autores hay en ese manifiesto?" se pregunta el director de FGEE, cuando se le dice que algo más de cien contesta que en "CEDRO hay más de 14.000 escritores asociados".

Los escritores firmamentes del manifiesto contestan: "Muchos escritores tienen miedo a las posibles represalias, otros trabajan dentro de las editoriales, y los más consagrados, pasan porque no les interesa ni reclamarlo". "Sin embargo", matizan, "con nosotros está Javier Sierra, que es un best seller mundial y no necesitaría esto; lo hace porque cree que es justo".

"Los escritores siempre creen que venden más, pero se vende lo que se vende", concluye Ávila. Tener cifras de ventas definitivas es tarea complicada en un sector donde los libreros pueden devolver ejemplares pasado un año.

Pero, ¿por qué los editores parecen tener tanto miedo a dar sus cifras de forma transparente? "Si fuera editor, yo daría mis cifras reales", asegura Ávila. "Lo achaco a prejuicios del pasado: que les dé vergüenza vender mucho o poco. Creo que las editoriales están siendo cada día más transparentes".

En cualquier caso, como aseguraba un editorial de la revista Qué Leer hace unas semanas, que unos y otros tuvieran datos externos que les obligaran a ser transparentes sería una medida de "sentido común". "Los eternos escritores plañideros y tendentes a ver conspiraciones de editores donde lo único que hay es su propio fracaso comercial, no tendrían mayor resquicio para sus trifulcas. Y también los escritores o editores faroleros, que se arrogan ventas de cientos de miles de ejemplares de un libro determinado cuando han vendido tres docenas, no utilizarían esos argumentos frente a colegas más rigurosos. El lector también saldría beneficiado".

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